“Ahora sí es de a de veras”, exclamó con sonrisa nerviosa una de las comensales del Vips localizado en las inmediaciones de la Capu, en la ciudad de Puebla, luego de ver que las lámparas del establecimiento se movían y de que el personal le pidió salir del lugar y trasladarse al punto de reunión localizado atrás del inmueble, debido a que estaba temblando.
Minutos antes de que se registrara el sismo magnitud 7.7, exactamente a las 12:15 horas, los empleados del restaurante y clientes realizaron un simulacro con motivo del Día Nacional de Protección Civil.
En cuanto sonó la alarma sísmica, todos se trasladaron al punto seguro, ubicado en el estacionamiento.
El capitán de meseros y encargado de organizar el simulacro explicó a las personas la importancia de realizar esas prácticas; el ejercicio concluyó con un aplauso.
Pero casi una hora después, primero la incredulidad y posteriormente el nerviosismo, se apoderó de quienes habían participado en el simulacro, ya era algo real, estaba temblando y lo corroboraron cuando las lámparas del restaurante comenzaron a moverse como un péndulo.
La alarma del establecimiento no sonó, pero tras ser informados de lo que ocurría y estarlo viviendo, de manera ordenada y rápida las personas salieron y se dirigieron al lugar seguro en el que habían estado minutos antes.
A unos metros de Vips, únicamente empleados bancarios y clientes salieron, se concentraron en el estacionamiento que está sobre el Bulevar Norte. Entre sí comentaban la coincidencia de que nuevamente, en 19 de septiembre, como hace 37 años y como en 2017, volviera a temblar.
En el otro de lado de la vialidad, en el centro comercial Jorge Murad Macluf, mejor conocido como “La Fayuca”, la actividad comercial no se detuvo; ningún locatario salió a la calle ni paro sus actividades, tampoco los clientes.
En tanto que en los puestos ambulantes, los vendedores y compradores no se inmutaron; los primeros continuaron ofreciendo su mercancía y los segundos eligiendo dentro de la variedad de productos útiles para el hogar y para ellos.
A pesar de que los compradores vieron cómo los empleados de los bancos se concentraban en el lugar más seguro posible, ninguno se detuvo para analizar si también debería hacer lo mismo y buscar dónde resguardarse.
Mientras que los automovilistas y peatones continuaron su camino. Un repartidor de botanas se detuvo a preguntar a esta reportera si es que había temblado, la respuesta fue que sí.
La conversación fue breve, dijo que sintió como se movió el vehículo que conducía. Al mismo tiempo que platicaba, observaba si ya le daban paso para entrar al estacionamiento del Vips, pues se notaba que su prisa era mayor a su preocupación por el sismo.