Miércoles, mayo 14, 2025

Sin sentido

Reflexionando con unos amigos que tienen un par de hijos, uno ya en la universidad, otro que apenas rebasa los 16 años, me di cuenta de que poco o nada hemos hecho en el presente para comprender a nuestros jóvenes. De hecho, como sabrá quien lea este documento, llevamos prácticamente un mes de paro en nuestra Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) y, nos guste o no reconocerlo, quizá este movimiento, muy en el fondo, lleva un grito desesperado de las y los jóvenes por encontrarle sentido a aquello que hacen y por sacudirnos para que pongamos atención en ese grito que, al parecer, llevamos ya un rato ignorándolo. Este movimiento no se parecía al inicio a nada de lo que hubiéramos visto con antelación: no hubo demandas aparentes y en muchas de las comunidades estudiantiles lo que permaneció fue el silencio; un mutismo que podría denotar muchas cosas, desde la confusión, la efervescencia del movimiento que puede llegar a aturdir o la dificultad de poder articular aquello que se quiere. Sin embargo, en buena medida podíamos entender qué es lo que no se quiere, aquello que se rechaza y que está centrado en la relación de esos jóvenes con las disciplinas que eligieron para estudiar y con las comunidades académicas de esos lugares. El mensaje, que medio entreveré entre ciertas consignas, observaciones en “radio pasillo” y comentarios de estudiantes diversos, es que se encuentran hartas y hartos de las formas en que nosotros nos relacionamos con ellos. Bien, tenemos indudablemente mucho que aceptar, reconocer y corregir, no solo con respecto a aquello que enseñamos -que ya urge sea cuestionado- sino la forma en que lo hacemos.

En muchas de las aulas y fuera de ellas, existen relaciones de poder instaladas en sistemas coloniales de saber heredados de estructuras importadas de raigambre occidental que no producen relaciones sanas entre docentes y dicentes, entre autoridades y comunidad universitaria en general; a su vez, aquello que se enseña poco tiene que ver con las realidades de nuestras latitudes y mucho con los modelos de pensamiento, subordinación y dominio dictados desde los nichos de poder, capital y explotación a los que servimos sin darnos cuenta. Existe un excesivo disciplinamiento que separa, segrega y limita la comunicación entre disciplinas que son elevadas, en no pocas ocasiones con orgullo, a identidades cuasi tribales que poco o nada asumen la necesidad de lo multidisciplinar; por el contrario, no sólo la niegan, sino que la ven como algo peligroso, algo impoluto.  Gracias a ello más que producir conocimiento, lo reproducimos con pocos tintes de crítica real y eso, a la larga, produce hastío en nuestros discípulos. Pocas cosas tan jerarquizadas y anquilosadas como las academias, tanto aquí, como en la UNAM, como en Harvard o en Salamanca. Lo dicho, tenemos mucho que reflexionar y aprender de este paro, si es que abrazamos la humildad y encaramos lo que viene con empatía, respeto al alumnado y respeto propio y con compromiso por nuestra labor centrada en la construcción de conocimiento en comunidad.

Ahora, es preciso exponer otras cosas que subyacen detrás de este movimiento, que ni es unificado, ni tiene una sola faz. Mucho se ha hablado de que detrás de este paro se ocultan intereses políticos y de grupo. A lo largo de estas semanas, poco han hecho las y los jóvenes para convencernos de que su movimiento es puramente estudiantil y, al pasar semanas enteras sin pliegos petitorios ni información clara de su parte, las versiones se han multiplicado. En mi entorno inmediato, existen voces, actitudes, expresiones, que por su virulencia, agresividad y claras diatribas -algunas ya escuchadas en movimientos anteriores-, nos llevan a pensar en personas no dicentes y con intereses que poco tienen que ver con los jóvenes y mucho con visiones académicas -igualmente rancias como las que dicen criticar- y con deseos señoriales y de poder, anclados en estructuras jerárquicas caducas e inexistentes en nuestra Universidad, pero que se ostentan como cargos nobiliarios. Los días se suceden y varios de nosotros compartimos a través de nuestras redes sociales noticias institucionales y recibimos comentarios negativos y en no pocas ocasiones, insultos por parte de los estudiantes. Pocas veces por aquellos que los apoyan desde el anonimato y la sombra, esos entes que se dicen docentes, pero que no entienden ya otros discursos que el caos, la descalificación, la presión y la violencia. En mi caso, recibo en publicaciones de ese tipo, emoticones de “me divierte” que claramente son colocados para mostrar burla. No quiero decir que me encuentro acostumbrado a esas demostraciones, nadie puede estar tranquilo con ello; pero sé que provienen de jóvenes obnubilados por el momento, que creen en su movimiento o simplemente se alquilan para golpetear esperando más adelante medrar a partir del caos. Desafortunadamente, muchos de ellos muestran actitudes agresivas, cerradas y mesiánicas; lo único que importa es lo que ellos sienten, lo que piensan y no lo que otros viven o sienten. Hay poca o nula empatía con los problemas de otros integrantes de la Universidad como los docentes -salvo aquellos que los asesoran/ cobijan- o los administrativos. No todos estamos en la misma circunstancia ni estamos de acuerdo del todo con los temas que he comentado de las academias; muchos estamos a favor del cambio real. La Universidad enfrenta situaciones reales muy serias, como el que no se pueda realizar la convocatoria para el examen de admisión o los pagos a docentes hora clase que no tendrán trabajo pues no habrá carga académica para ellos, entre muchas otras cuestiones. Como ya es costumbre, consideraron el llamamiento reciente de la Universidad en este sentido como parte de una estrategia política para “romper” su movimiento. ¿Cómo pueden estar seguros de eso? ¿Creen que la convocatoria se realiza desde la casa de alguien en su Facebook? Y, por toda respuesta, aventuran un “me divierte” en cualquier publicación. Y, por cierto, tampoco he visto en lo poco de información que tenemos, que ellos y ellas se comprometan a algo concreto, todo pareciera que les debe ser dado sin que haya reciprocidad.

Hoy, desafortunadamente, me queda claro de que, pese a que exista en un futuro próximo el diálogo, lo más importante quedará fuera de la discusión: la construcción de una Universidad diferente que se centre más en las necesidades de nuestro entorno y menos en la reproducción de conocimientos heredados en siglos de vida colonial. Desafortunadamente, como podemos ver en ese pliego general que recientemente se entregó, poco hay de transformación académica y mucho hay de exigencia política; hay fuertes dosis de intolerancia, exclusión e imposición matizadas de concepciones de un idealismo romántico revolucionario que poco tiene de revolución y mucho de estereotipo vacuo. Una de mis alumnas recientemente me dijo que tenía miedo, después de que discutiéramos una conferencia de Enrique Dussel donde propone “Otra mirada sobre la Historia Universal” y hacíamos evidente la enorme cantidad de conocimiento que heredamos sin siquiera discutirlo, donde el centro es Europa y nuestro pensamiento se subordina al de esa centralidad. Vi con agrado que su miedo venía de darse cuenta de eso y del enorme compromiso que adquiría con la construcción de su propia formación. Un miedo como ese no paraliza; por el contrario, es uno que lleva a la acción y que motiva. La emoción y la fascinación que escuché en su voz me llenó de nueva esperanza. Necesitamos escucharlos y abrir los espacios de diálogo, con independencia de que nos pueda parecer diferente o quizá estructurado de otras maneras a las que acostumbramos.  No importa si se trata de un estudiante de preparatoria, licenciatura o posgrado, ellas y ellos tienen mucho que decir y nosotros y nosotras tenemos mucho que aprender en conjunto. La trampa de la modernidad y de sus expresiones más perversas en el capitalismo y el neoliberalismo actual, han llevado a los sujetos a un individualismo atroz del que ni ellos se han escapado y que nosotros hemos fomentado con nuestro egoísmo personal e institucionalizado en academias cada vez más agarrotadas y monolíticas. No debe extrañarnos que no puedan expresarse con claridad, que no lean, que no se interesen por aquello que nosotros pensamos es lo central; de hecho, nosotros somos corresponsables de esa vacuidad. Necesitamos crear nuevas universidades que estén construidas en la colectividad, en el pensamiento colectivo, que atiendan a realidades colectivas. Comunidad, colectividad, lo grupal, lo de todos, es necesario enfatizarlo; donde importe más la comunidad de conocimiento que se inicia cada que empieza un semestre, que aquella “erudición” que me dan mis grados, libros y artículos y que pretendo inocular en estudiantes cada vez más necesitados de escucha que de cátedra. Pero también evitar la soberbia que hemos observado en muchos de los jóvenes adheridos al paro, que no desean dialogar, sino imponer. No se trata de una lucha de buenos y malos, pues eso, al final, sólo genera más encono y división. Si nosotros no asumimos esa colaboración, alguien más lo estará haciendo y con fines perversos, espurios y de grupúsculo, cuando no individuales, como ya ha pasado. Solo así, del diálogo, del aprendizaje del otro, en igualdad de circunstancias, podemos dotar de sentido nuevamente a la Universidad que es nuestra y de nadie más. Es tiempo de hablar y de escuchar atentamente, no de imponer visiones o personalidades; nosotros a ellos y ellos a nosotros. De lo contrario, nada habrá cambiado, nada se habrá transformado, y solo existirá daño, desconfianza y división. Necesitamos encontrar nuevamente el sentido que tiene la Universidad.

Temas

Más noticias

El ‘bullying’ arancelario y el hegemonismo llevan al aislamiento, subraya Xi Jinping

Pekín. El presidente de China, la segunda mayor economía del mundo, Xi Jinping, ofreció ayer una relación más estrecha y de mayor cooperación con...

José Mujica: de guerrillero a presidente

Buenos Aires. Quería vivir hasta el 20 de mayo, fecha en que cumplía 90 años, pero el ex presidente de Uruguay José Pepe Mujica...

Últimas

Últimas

Relacionadas

Carencia de sentido

Hace un par de entregas hablé sobre el paro estudiantil de nuestra Universidad, la UAP y la búsqueda de sentido por parte de las...

Leer

En el paro que vivimos en la universidad en este 2025 se han producido proclamas y manifestaciones diferentes, tanto en lo verbal como en...

La situación del paro en la UAP

Al comenzar la quinta semana del paro en la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), Ciudad Universitaria sigue cerrada, pero en el movimiento estudiantil de...

Más noticias