Sin rumbo y sin proyectos específicos, rodeados por los despidos injustificados y un nulo programa estatal de cultura se encuentran los recintos museísticos pertenecientes al Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CECA): lo mismo el Museo Bello que la Fototeca Juan Crisóstomo Méndez y el Museo Taller Erasto Cortés Juárez (Mutec).
Incluso, sobre estos dos últimos, sigue pesando la amenaza de cierre ante la nula atención por parte del CECA y la falta de sus directores, Myriam Ramírez y Gustavo Ramírez, respectivamente, quienes en los últimos meses de 2014 fueron separados de sus cargos al igual que Ana Martha Castillo, titular del Museo Bello.
A la salida de dichos funcionarios, el director de Promoción Artística, Sergio Ortiz, quedó a cargo de los museos ya que no existe una dirección como tal en el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes, pues ésta desapareció del organigrama desde hace tres años, cuando la administración morenovallista disolvió la Secretaría de Cultura –la primera en su tipo en el país.
Durante un recorrido por el Mutec y de la Fototeca Juan N. Méndez, ubicados los dos en la calle 7 Oriente a unos pasos uno de otro, al visitante los reciben la soledad y el silencio de los espacios, y lo acompañan la vigilancia de un par de elementos de seguridad quienes se quedan a la entrada.
Distinto a otros tiempos en donde el Mutec exhibía la obra de grandes maestros de la gráfica mundial –gráfica española y alemana, Peter Bramsen, Durero, Pierre Alechinsky o Francisco Toledo, benefactor del mismo–, ahora se exhiben remanentes de otras exposiciones, incluso de títeres, que nada tienen que ver con el perfil del recinto creado específicamente para dialogar sobre la disciplina gráfica.
Al fondo solo está abierta la exposición permanente dedicada a Erasto Cortés Juárez, pilar de la gráfica en Puebla que tras fallecer y gracias a la voluntad de sus descendientes, al museo llegaron las más de 800 piezas gráficas, fotográficas y de índole personal que conforman la colección.
Lo mismo sucede con la biblioteca especializada “Emilio Ortiz” en la que literalmente reposan los más de tres mil títulos de arte que la componen, la mayoría de ellos donados por el maestro oaxaqueño Francisco Toledo, la cual permanecerá cerrada hasta “el día 21”, como indicó el policía de guardia a esta reportera.
La Fototeca Juan N. Méndez tiene la misma suerte. Si no fuera porque sus dos salas de exposición siguen abiertas, el visitante pasaría de largo ante ella.
Sin embargo, las propuestas fotográficas no son proyectos del museo ni del CECA. Ambas son propuestas curatoriales de dos organizaciones de la sociedad civil: la primera del Cuerpo académico de Transnacionalismo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de Puebla y la otra del Comité Orgullo Puebla.
En el caso de la propuesta académica se trata de la serie fotográfica Sueños de retorno, signos de éxito, que resultó del segundo Festival de la Interculturalidad y movilidad humana; mientras que del Comité Orgullo Puebla, en las salas superiores, se exhiben fotografías referentes a los 13 años de realización de la marcha de la diversidad sexual.
Mención especial es la del Museo Bello, un recinto abierto el 21 de julio de 1944 gracias a la donación que hiciera Mariano Bello siguiendo dos propósitos: el honrar la memora de su padre José Luis Bello y González y el contribuir con la educación artística de las generaciones venideras.
El vasto acervo repartido en 15 salas del inmueble, que es una de las primeras colecciones particulares en la historia del país, resalta porque hace 70 años fue donado al Estado con una finalidad exclusivamente cultural y educativa.
Dicha vocación podría cambiar ya que su colección podría ser sacada del inmueble familiar para ser llevada –según consta en diversas informaciones periodísticas– al llamado Museo Internacional del Barroco, un proyecto impulsado por el gobierno estatal que ha sido criticado por varias razones: por su costo –valuado en 7 mil 280 millones de pesos–, su deuda pública –de 23 años–, su nexo con un empresario –Juan Armando Hinojosa Cantú– que ha sido beneficiado sospechosamente por la federación y, principalmente, porque no queda claro cuál será su propuesta discursiva y estética.
Apenas en 2014 el Museo Bello celebró sus primeros 70 años con un programa enteramente organizado por su entonces directora Ana Martha Castillo, sin que contara con el apoyo del propio CECA ni de su titular, Jorge Albero Lozoya.
