Viernes, marzo 29, 2024

Sin freno, polución de Pemex a un río y campos en Venustiano Carranza

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En un recorrido realizado por La Jornada de Oriente se pudo observar cómo el petróleo crudo está derramándose a las aguas del río Cazones, que en aguas arriba también se conoce como río San Marcos  ■  Foto Javier Puga Martínez
En un recorrido realizado por La Jornada de Oriente se pudo observar cómo el petróleo crudo está derramándose a las aguas del río Cazones, que en aguas arriba también se conoce como río San Marcos ■ Foto Javier Puga Martínez

Un derrame petrolero sobre el río Cazones, uso de fractura hidráulica del subsuelo, cientos de hectáreas de cítricos contaminadas por el combustible y las promesas de Petróleos Mexicanos (Pemex) que nunca se cumplieron son las consecuencias de la extracción que están realizando empresas trasnacionales, como Halliburton, Shulemberg y otras en el municipio poblano de Venustiano Carranza, donde se encuentra una parte del paleocanal de Chicontepec.

Ante esta situación, los habitantes de ejidos como Estrella Roja, La Lima, El Escobal y otros están organizándose para impedir en los próximos días el paso de la maquinaria y el personal de las empresas subcontratadas por las trasnacionales, como Sigsa y Petrolmeca, que diariamente pasan hacia las plataformas de exploración y extracción de crudo.

La razón es porque Pemex y dichas empresas han incumplido con su promesa de contratar a la población de la zona para trabajar en los pozos, y además no pagan un precio justo por los daños ambientales que han ocasionado en esta serranía.

Uno de estos daños es el derrame de crudo sobre el río Cazones, que perjudica a decenas de pescadores de ambas orillas del río; son habitantes de Puebla y Veracruz quienes sobreviven de esta actividad, pues una porción de su captura es para alimentación propia, pero el resto es para venta en los mercados locales.

Sin embargo, ahora ya no les compran el pescado porque sus clientes les dicen que “sabe a diesel y está manchado”, relata María Díaz, una de las perjudicadas que ahora no sabe a qué dedicarse para sobrevivir.

Durante un recorrido realizado por La Jornada de Oriente por este municipio se pudo observar cómo el petróleo crudo está derramándose a las aguas del río Cazones, que en aguas arriba también se le conoce como río San Marcos. Este cuerpo de agua abastece a miles de pobladores hasta su desembocadura en el Golfo de México.

Ni poblanos ni veracruzanos saben cómo ocurrió el derrame; lo que sí saben es que el personal de Pemex llegó a la zona desde hace seis años, hicieron algunas mediciones y posteriormente llegaron las empresas a hacer perforaciones con barrenos para luego dinamitar en el subsuelo.

“Nada más escuchamos las explosiones. Todo vibra y las casas ya tienen cuarteaduras que Pemex no reconoce y no quiere pagar. Hace como dos meses amaneció ese derrame sobre el río y nadie ha venido a hacer algo. Toda la contaminación se va para río abajo”, relató Alberto Valencia, de la comunidad de Escobal.

 

Fracking y “naranjas

con petróleo”

 

Los relatos de los habitantes de El Escobal y del ejido Estrella Roja a este diario indicaron que las empresas subcontratadas por Pemex inyectan agua y químicos al subsuelo para romperlo y extraer combustibles de ahí.

Tan sólo en el ejido Estrella Roja existen más de 10 plataformas petroleras, cada una con cuatro, seis y hasta ocho pozos, a los que previamente se les aplicó esa técnica conocida en la industria petrolera como “fractura hidráulica” o fracking, que los especialistas señalan que es igual de contaminante como el uso de cianuro o del mercurio en la industria minera.

A profundidades de 3 mil metros ingresan unos 30 millones de litros de agua combinados con agentes químicos, entre los que destacan ocho cancerígenos y 17 tóxicos que pueden filtrarse con facilidad a los mantos freáticos, ubicados a menor profundidad.

Los habitantes de estos lugares, que prefieren omitir su nombre por miedo a represalias del personal de Pemex y de las empresas trasnacionales, aseguran que las explosiones que se escuchan cuando realizan el fracking del subsuelo de Venustiano Carranza han cuarteado casas, pero también han contaminado cientos de hectáreas de naranjales.

La razón es que Pemex y sus compañías subcontratadas no tienen impedimento para extraer el crudo y el gas, incluso cuando no haya adquirido el predio donde se encuentran los combustibles.

Si el productor se niega a vender su propiedad, Pemex adquiere los predios aledaños, menos de dos hectáreas de extensión, en donde instala el material y sus bombas, y desde ahí realiza toda la operación para extraer los hidrocarburos detectados.

“Es como un popote gigante. A Pemex no le importa si contamina o no porque ellos ya tienen lo que quieren. Aquí han dejado encerrados a varios ejidatarios, cierran caminos y pagan una miseria por los predios”, relató uno de los campesinos entrevistados.

Si la paraestatal está interesada en un terreno para realizar exploración y extracción, entonces paga por una hectárea de terreno de huertos frutales, algunos con calidad de exportación, hasta 35 mil pesos cuando los campesinos aseguran que están valuados en no menos de 100 mil pesos por hectárea, debido a la alta producción de cítricos y otras frutas, como el plátano.

Pero si hubo un daño a estos mismos huertos ya con producción de fruta entonces Pemex cotiza a cinco pesos por cada árbol de naranja, más una cantidad adicional por el daño al terreno.

A uno de los habitantes de Estrella Roja Pemex que padeció un derrame de petróleo y aceite en sus huertos Pemex le pagó sólo 180 mil pesos por la pérdida de varias hectáreas de naranjal, cantidad que fue 10 veces menor a lo realmente valían, según los productores.

“Las manchas negras de petróleo se pueden ver bajo los árboles y las naranjas salen manchadas. Los intermediarios de la naranja de Poza Rica, de La Uno y de La Ceiba se aprovechan de eso porque nos dicen que ese producto ya no sirve, que son naranjas con petróleo y ya no es de calidad”, agregó otro productor.

 

No dejar pasar a Pemex

 

Cuando Pemex llegó a esta región de la Sierra Norte de Puebla, hace siete años, las promesas de “desarrollo” y riqueza para la región también se instalaron en los habitantes de estos ejidos; hubo de todo: carreteras, escuelas de calidad, empleo para los habitantes, becas al extranjero, programa de vivienda digna y lo que fuera necesario para que la gente permitiera la instalación de los pozos petroleros.

Tras una serie de presiones de los habitantes de Venustiano Carranza, la carretera “Ignacio Zaragoza” fue concluida “a medias” hace un par de años y la telesecundaria del lugar fue remodelada, pero el resto de las promesas quedó sólo en eso.

Los vecinos siguen reclamando que la paraestatal cumpla lo que prometió, o de lo contrario empezarán a cerrar los caminos.

En El Escobal la gente pasa buena parte del tiempo en la tienda rural, en sus hamacas o en su sillas. No hay empleo, y la actividad en el campo está detenida por el momento. Recuerdan que los pocos que consiguieron trabajo en Pemex hace mucho tiempo que los corrieron “para que no generaran antigüedad”.

Reclaman que el presidente municipal de Venustiano Carranza, Jorge Valencia Ávila, sólo se ha dedicado a negociar con la empresa “para su propio beneficio, sin importarle las necesidades de todas las comunidades en donde hay pozos petroleros”.

Los apoyos y servicios del gobierno del estado ni siquiera los consideran. “A Rafael Moreno Valle ni siquiera lo conocemos. Es más fácil que consigamos ayuda en Veracruz que en Puebla”, señalaron.

Durante los próximos días van a recurrir a un cierre de los caminos de acceso a cada uno de los campos petroleros que hay en este municipio, “a ver si así nos hacen caso”.

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