El gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, intentó deslindarse ayer de la protesta social que ha desatado la “plaza de las siete culturas”, un proyecto diseñado por su administración, pero que el mandatario ha querido endosar a las autoridades municipales de San Pedro y de San Andrés Cholula.
Como ha sucedido a lo largo de todo este sexenio, se trata de una obra que ha nacido y se desarrolla en la absoluta opacidad, pues si algo ha distinguido a la administración morenovallista, además de su talante autoritario y represor, es el carácter patrimonialista con el que maneja la cosa pública, como si los actos de gobierno fueran un ejercicio de consecuencias y objetos privados.
En este caso, como en los que anteriores que involucraron inmuebles históricos, el morenovallismo no parece reparar en los daños irreversibles que puede causar a una zona prehispánica única en el orbe y aunque se habla de que el proyecto promoverá el turismo y el aprecio por esa riqueza arquitectónica, la verdad es que en los hechos no parece haber un entendimiento real del Poder Ejecutivo sobre el valor que tienen los vestigios cholultecas que serán afectados por las obras.
Nadie está pidiendo que las cosas se queden como estaban, pues es un hecho que en varias áreas donde se busca intervenir hay un deterioro y hasta descuido evidente, pero en todo caso deberían proponerse proyectos que rescaten en verdad los elementos históricos para mostrarlos con la dignidad que se merecen al mundo.