A pesar de la aparición de organizaciones y membretes de la “sociedad civil”, que de pronto han aparecido en apoyo de la candidata de la derecha la senadora Xóchitl Gálvez, la verdad es que la conducción política, ideológica y gerencial de la oposición es, sin duda, Claudio X. González, quien utiliza al viejo y desgastado Partido de Acción Nacional (PAN), organización electoral de la derecha que más de una vez ha mostrado ser incapaz de entender los tiempos que corren; que firmó con el ultraderechista partido Vox español la “Carta de Madrid”, un vesánico plan neoconservador para extender el neofascismo por toda América Latina; es el PAN, la organización política de los conservadores más conspicuos del país, que niegan a los trabajadores el derecho a una pensión digna, aunque la reclaman para sí como privilegio; es el partido de aquellos conservadores que desconocen el sur y el sureste del país y ofende a los trabajadores de la región donde se extrae la mayor cantidad de petróleo y se genera la mayor parte de la energía eléctrica del país, pero eso sí, son rendidos admiradores de Miramón y Agustín de Iturbide, cruel enemigo de los independentistas a los que terminó engañando y traicionando para declarar una independencia que le quitó la radicalidad que impulsó a las masas populares a sumarse al llamado de Miguel Hidalgo y de José María Morelos.
A través del PAN, Claudio X. González ha logrado someter a sus intereses al PRI y a Alito, el enterrador de este partido, y al decadente PRD de los Chuchos, en una alianza electorera sin programa que ofrecer al país y mantiene viva su obsesiva campaña de ataques al Presidente de la República. Pero, tampoco el señor X. se manda sólo, responde a los mandatos del bloque político–económico e ideológico integrado por intelectuales, académicos y una fracción de la clase empresarial, colocados a la derecha del espectro político del país, donde decidieron, hace ya algún un tiempo que Xóchitl Gálvez fuera la candidata presidencial, soportada por un aparato mediático que está funcionando a toda su capacidad.
Para cumplir con el programa de lanzamiento de la senadora Gálvez, el señor X aplicó la política del pañuelo desechable: usar y tirar. Primero, se utilizó a Lilly Téllez, pero no pasó nada, no la aceptaron y a la basura. Desde entonces hizo mutis; pero luego, “desde arriba” vino la orden de aparentar un proceso democrático y algunos ingenuos se propusieron para el sacrificio; depurada la lista inicial quedaban otros, como Miguel Ángel (de la dependencia) Gurría, a quien le pidieron se retirará y le propusieron elaborar el proyecto económico de la coalición conservadora, despreciado, sí, pero con chamba, no ha dado señales de vida, ¿ya para qué?; otro que a nadie entusiasmo, vaya ni siquiera a él mismo, fue Santiago Creel, que vivió una presión desmedida y se bajó de la farsa al darse cuenta que la decisión ya estaba tomada y no en favor de él; mismo trato, alguien dice que un tanto cruel, recibió Beatriz Paredes que quiso llegar hasta el final de la farsa, que consistía en la votación de los militantes de los partidos coaligados para decidir quién de las dos (Xóchitl o Paredes) se quedaba con la candidatura, sin embargo, su partido abandonó a la tlaxcalteca que, en “aras de la unidad”, renunció y el proceso quedó trunco, pero con una candidata largamente anunciada.
Nada nuevo, las mismas caras, Marko Cortés, el impresentable Alito, los Chuchos, hágame usted el favor; mismas posees triunfalistas, política vacía y sueños por volver al pasado con fueros para ellos, pobreza y desigualdad para el pueblo, así como precariedad laboral y salarial. Eso han sido sus gobiernos.