Ayer, investigadores del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la Universidad Autónoma de Puebla (Cupreder) y especialistas en hidrología, como el ingeniero Joel Gutiérrez, efectuaron un recorrido por la ribera del río Atoyac y constataron el crecimiento del nivel del agua en el embalse hasta desbordarse, un fenómeno que es recurrente cada 10 años.
Los académicos tomaron muestras y registraron en video -que puede ser consultado en las redes de esta casa editorial- la coloración opaca del líquido, amén de la pestilencia que emana del elemento contaminado, prueba de que la empresa Agua de Puebla no somete el recurso a tratamiento para sanearlo, tal y como la obliga el contrato de concesión.
Los investigadores explicaron que el excedente de agua de la Presa Manuel Ávila Camacho se canaliza hacia el río Atoyac, que luego se incorporará al Balsas.
“Este año, con las lluvias que se han presentado en esta temporada, la presa ya se ha recuperado. En mayo estaba al 60 por ciento, pero ahora supera el 100 por ciento, por lo que está derramando agua a través del vertedor de Macías. Este es el punto 2059, un poco más allá, y como se observa en el video el vertedor está operando en este momento liberando agua. El olor es insoportable, muy desagradable”, indicó Gutiérrez.
Y abundó: “Aunque el agua que se está derramando ahora se dirige directamente al cauce del río. El agua que se usa para el distrito de riego proviene de la obra de toma que pueden ver allá. Las excedencias, como esta, se derraman y escurren aguas abajo.
—¿Qué significan la espuma y el mal olor?-le preguntó Aurelio Fernández, director del Cupreder, al ingeniero.
—Significan que las aguas residuales de la ciudad de Puebla y las provenientes de Tlaxcala y San Martín no reciben tratamiento adecuado -respondió.