Viernes, enero 24, 2025

Son 19 años sin Manuel Álvarez Bravo, fotógrafo con un lenguaje en blanco y negro

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Este 19 de octubre se cumplen 19 años del fallecimiento de Manuel Álvarez Bravo (Ciudad de México, 4 de febrero de 1902 – 19 de octubre de 2002) un fotógrafo y cinefotógrafo mexicano cuyo lenguaje fue la fotografía humanista en blanco y negro, con mirada humanista. 

El artista clava de la fotografía latinoamericana y mundial del siglo XX tuvo su primer acercamiento a la fotografía a los 13 años, cuando le obsequiaron una cámara de daguerrotipo con la finalidad de capturar y revelar sus primeras imágenes con técnicas caseras.  

En 1916, tras la muerte de su padre, se vio obligado a dejar la escuela para apoyar la economía familiar. En 1923 conoció al fotógrafo pictorialista Hugo Brehme, quien influyó para que se dedicara de lleno a esta disciplina. Sus primeras piezas siguieron precisamente el pictorialismo folclorista de la tradición de las postales y revistas de la época. 

 En 1925, Álvarez Bravo obtuvo su primer premio en un certamen en Oaxaca y, en 1929, participó en una exposición colectiva en el Palacio de Bellas Artes. Dos años más tarde ganó el Concurso Nacional de Fotografía y Pintura de la Cementera Tolteca y colaboró en la película ¡Que viva México!, del cineasta soviético Serguéi Eisenstein. 

 Considerado por especialistas como el mayor representante de la fotografía latinoamericana del siglo XX, obtuvo el reconocimiento de grandes fotógrafos como Edward Weston y Tina Modotti, quien, al ser deportada en 1930, le deja su trabajo en la revista Mexican Folkways, además de su cámara para que capturara los murales de Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. Retrató a grandes figuras como León Trotski, Frida Kahlo, Juan Rulfo y Luis Buñuel, entre otros.   

 Ejemplo de su obra es el retrato que realizó a María Asúnsolo, gestora cultural, galerista y modelo mexicana, en el cual se aprecia recostada sobre un sillón, en un particular encuadre que juega con la luz y la sombra. La construcción de esta fotografía invita a que la mirada se desplace horizontalmente por la imagen de su cuerpo, mientras que su rostro apenas se perfila. Álvarez Bravo dio importancia visual tanto a la sinuosa figura como a la luz proveniente de la ventana. A decir de la investigadora e historiadora del arte Dafne Cruz Porchini, esta pieza tiene cierto nexo con el Retrato de María Asúnsolo mujer y niña, de pintor, escultor y escultor Juan Soriano. 

 En 1994, la Universidad de Guadalajara le otorgó el doctorado honoris causa. Dos años después, Francisco Toledo fundó en su honor el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo en la capital oaxaqueña. Presentó más de 150 exposiciones individuales y participó en más de 200 exposiciones colectivas. Falleció en la Ciudad de México el 19 de octubre de 2002. Recibió un homenaje póstumo en el Palacio de Bellas Artes. 

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