El viernes, en Tegucigalpa, Jaime Lozano vio frenada su buena racha al topar con el mismo muro en el que del “Vasco” Aguirre en adelante se han estrellado uno tras otro los DT del Tri: la falta de jugadores de verdadera jerarquía, sin los cuales no hay táctica que valga ni estrategia que garantice un resultado. Honduras no sólo nos ganó bien sino que, por momentos, trajo locos a los Verdes y puso a bailar a todo el estadio. Tanto que el 2-0 resulta un marcador corto para la superioridad exhibida por los catrachos, que están recuperando a grandes pasos el lugar que alguna vez llegaron a tener en el concierto centroamericano.
Una de las claves está en su camada de buenos futbolistas de última generación. A la reciedumbre habitual de sus zagueros le están agregando gente creativa en medio (Palma, Flores) y hábil y resolutiva adelante (Elis Rodríguez, Anthony Lozano). Qué mejor muestra de ello que los dos goles que sellaron la suerte del Tri, un toque sutil de Anthony Lozano por encima de Malagón luego que Montes dejara pasar el intencionado servicio de Palma (29´), y, tras un auténtico baile a la torpona dupla Edson-Jorge Sánchez- por cuenta del escurridizo Ellis Rodríguez, media vuelta dentro del área en la que el recién ingresado Bryan Róchez dejó pagando a Johan Vázquez y sin oportunidad al arquero suplente de la Selección, pues Ochoa tuvo que abandonar el campo lesionado apenas iniciado el encuentro. Pero no se crea por ello que Luis Ángel Malagón hizo mal papel, los goles que le hicieron eran inevitables y, a cambio, salvó un par de ocasiones en que la lenta defensiva azteca quedó fuera de la conversación. Si se suma a eso el curvado remate de Palma que Gallardo sacó de la línea encontraremos las razones por las que México conserva aún la esperanza de revertir esta eliminatoria mañana martes, en el Azteca.
Y es que en Coapa van a pesar la porra y el ambiente, sobre unos hondureños mucho menos rodados que la mayoría de los futbolistas nuestros. Pero si de futbol puro se trata, el Tri no la tendrá fácil.
La Concacaf rumbo a la Copa América. Como la Copa América 2024 se disputará en Estados Unidos, la Conmebol, generosamente, decidió conceder seis espacios a nuestra zona geográfica, por lo que los mal llamados cuartos de final que están en marcha, si bien calificarán a cuatro aspirantes, no eliminan a los perdedores, los cuales podrán disputarse en marzo los dos puestos vacantes para llegar a la media docena. Curiosamente, la selección norteamericana tendrá que pelear por un lugar en su propio torneo, aunque, eso sí, le asignaron al contrincante más flojo entre todos los posibles, y no tuvo problemas para liquidar la primera parte del compromiso mediante categórico 3-0 que le será muy difícil revertir, aun jugando en casa, a Trinidad y Tobago.
Pero la verdadera sorpresa de la eliminatoria fue a darla Panamá al Ricardo Saprissa. Allí, Costa Rica fue barrida ante su público de manera inclemente (0-3), y si no fuera por las facilidades para rehacerse que tendrán los perdedores de la eliminatoria inicial, el futbol tico –que pasa por horas bajas– ya se podía ir despidiendo de la Copa América del año entrante. Ellos, como trinitarios y gringos, jugarán hoy su partido de vuelta, mientras los México-Honduras y Jamaica–Canadá se disputarán mañana.
Brasil y Argentina, barridos. Donde la cosa se ha puesto al rojo vivo es en la eliminatoria mundialista de América del Sur. Para empezar, Brasil confirmó que es, hoy por hoy, un equipo cualquiera. A su derrota última en el Centenario ante Uruguay ha sumado un nuevo tropiezo, ante Colombia en Barranquilla, y ese doble traspié es algo que nunca les había ocurrido a la verdeamarelha en fase premundialista. Navegaba en ventaja gracias a un gol de vestidor (Martinelli, 3´) y no se le ocurrió otra cosa que encerrarse en su zona, como si Colombia fuera un coloso y no un equipo en construcción. Y lo hizo tan mal que su derrota la sellaron dos goles de cabeza logrados por el pequeñín Luis Díaz (74´ y 78´), rematando ante el desconcierto del portero Alisson y los grandulones zagueros brasileños.
Argentina no perdía desde que Arabia le sacó los colores en el estreno de Catar 2022, ese atípico mundial que la albiceleste terminaría ganando. Y resulta que Uruguay fue al estadio de River a vencer 0-2 al campeón del mundo con todo y Lio Messi, que se mantuvo en la cancha los 90´ sin poder hacer mayor cosa por un equipo que francamente no está a su altura, ni en Catar ni en Buenos Aires ni dondequiera que se pare. Un reconocimiento a la Celeste, que sigue sacando jugadores de gran nivel, y que tuvo los arrestos y el futbol que hacen falta para encerrarse en la casa del actual dueño de la Copa de la FIFA, exhibirlo como el grupo peleón pero atolondrado que realmente es y, encima, recetarle dos goles de manufactura impecable, obra de Ronald Araújo (43´) y Darwin Núñez (87´), que son, con el arquero Rochet y formidable mediocampista De la Cruz, las nuevas joyas con las que el futbol uruguayo acostumbra sorprender cada tanto al mundo futbolístico.
Estos resultados han trastocado la clasificación de la Conmebol rumbo a 2026. Argentina sigue líder con 12 puntos, pero Uruguay ya tiene 10 y tras ellos despuntan Colombia (9) y la sorprendente Venezuela (8) que han relegado a Brasil hasta el quinto puesto (7), que sería sexto de no mediar el castigo de tres unidades que pesa sobre Ecuador (5), empatado con Paraguay y Chile, una sombra de lo que fueron, y no se diga Perú (1), colero absoluto luego de su derrota en La Paz (3-1) que le dio a Bolivia sus primeros tres puntitos y la sacó del sótano.
Carrerón en Las Vegas. El GP más exótico del año, que tuvo un mal principio con el incidente de la alcantarilla suelta que estropeó el Ferrari de Sainz en los entrenamientos y, de ribete, le costó al madrileño un castigo absurdo, terminó por convertirse en un espectáculo realmente formidable, apretados los autos por el terceto de banderas amarillas que fueron produciéndose –la primera de ellas por un golpazo de Norris–, para transformar el último tramo de la competencia en un sinfín de duelos, arriba y en medio, que animaron extraordinariamente el final.
La novedad no es que Verstappen haya alcanzado su triunfo 18 de la temporada, sino que su ventaja sobre el segundo haya sido esta vez muy reducida, aunque de ninguna manera amenazante para el neerlandés, que incluso redujo la velocidad para tratar de ayudar a que Checo Pérez, asediado como estaba por el monegasco Leclerc, que sin embargo puso superar a Sergio para llegar segundo a la bandera cuadriculada cual tablero de ajedrez.
Checo avanza, gana, pierde… y gana. Arrancó en la sexta fila, pues la víspera no había conseguido superar el Q2. Y a partir de ahí fue avanzando, a favor de la ventaja que tiene Red Bull sobre el resto, sí, pero gracias también a su reconocida pericia en circuitos callejeros. Tanto que llegó a liderar por un rato la prueba, superando limpiamente a Leclerc y cediendo solo al empuje de Verstappen. Pero en la última vuelta, Charles le metió el auto al final de una recta corta –no de esa larguísima con que cuenta el improvisado autódromo de la ciudad del juego– y se apoderó del segundo lugar en el podio. Un descuido de Pérez que deja cierto mal sabor.
De cualquier manera, el mexicano aseguró el subliderato en la tabla de pilotos, pues Hamilton tuvo una jornada llena de inconvenientes y con esfuerzo alcanzó a llegar séptimo para un puntaje acumulado de 232, lejos de los 273 que, a falta de solamente una carrera, ponen al tapatío fuera de su alcance.
Y como se trata de un récord histórico, vale la pena consignar que Max Verstappen suma ya, con su victoria de ayer, 549 unidades. Más apabullante aún es la superioridad de Red Bull en la tabla de constructores: 822 contra 392 de Mercedes, 388 de Ferrari y un largo etcétera de importancia menor.