Bernie Sanders, senador independiente, con fama de socialista, y quien volvió a ganar su escaño en el Estado de Vermont, publicó en la edición de La Jornada del 9 de noviembre (p. 13), algunas conclusiones de las razones por las cuales el Partido Demócrata perdió las elecciones presidenciales que llevó, por segunda vez, a Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos. Los partidos de izquierda socialista, así como las organizaciones progresistas, incluida Morena, no deben perder de vista estas reflexiones y tomarlas en cuenta en su futuro político.
El senador Sanders, considera que “No debería ser gran sorpresa que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado. Primero fue la clase trabajadora de raza blanca y después los trabajadores latinos y negros. Mientras los líderes demócratas defienden el statu quo, el pueblo estadunidense está enojado y quiere el cambio. Y tiene razón. Hoy, mientras a los muy ricos les va de maravilla, 60 por ciento de los estadunidenses viven al día y tenemos más desigualdad de ingreso y riqueza que nunca”. Esta situación de elevada concentración del ingreso, tan parecida a la que dejaron a México los gobiernos neoliberales, tiene su contraparte en el empobrecimiento de la mayoría, incluso, de los trabajadores, al grado de resultar increíble, dice Sanders, “que el salario semanal real, ajustado a la inflación, del trabajador estadunidense promedio es más bajo hoy que hace 50 años.” Además, enfatiza el senador, el sistema de salud de su país se encuentra en una deplorable situación, al grado que, “siendo la única nación rica que no garantiza la atención a la salud para todos como un derecho humano, pagamos, con mucho, los precios más altos del mundo por los medicamentos de prescripción.” Insisto, Sanders no se está refiriendo al México de los neoliberales, sino a uno de los países más poderoso del mundo, en el que una buena parte de la población deseaba cambiar y no encontró opción en el Partido Demócrata.
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Kamala Harris decidió hacer una campaña conservadora y sus propuestas poco se diferenciaron de las de Trump, como el apoyo a Israel para que continúe con el genocidio que comete en Gaza del que, afirma Sanders, “pese a la fuerte oposición de una mayoría de estadunidenses, continuamos gastando miles de millones de dólares en financiar la guerra sin cuartel del gobierno extremista de Netanyahu contra el pueblo palestino,” En este problema Kamala y Trump, mantuvieron silencio cómplice y nada sugiere que, con la demócrata en la Casa Blanca cambiaría la situación y lo mismo ocurrió con la migración, o con la relación con México y, así, pocas fueron las diferencias, si es que las hubo, ambas mantenían el estatus quo y los demócratas no se atrevieron a plantear el cambio que, de acuerdo con Bernie Sanders, querían los trabajadores y buena parate de la población estadounidense.
Pero no hacerlo, significó que, si bien, los demócratas en las elecciones de 2020, con Joe Biden, obtuvieron 81.2 millones de votos directos, Trump alcanzara 74.2 millones; cuatro años después, en 2024, la votación fue la siguiente: Trump gana la elección recibiendo 71.2 millones de sufragios (3 millones menos que en 2020), pero los demócratas obtuvieron 66.2 millones, es decir, 15 millones de votos menos que en la elección anterior, votos que, incluso, no se fueron con Trump, cuya votación también cayó; esta catástrofe electoral fue resultado de una campaña demócrata conservadora que dio permiso de ganar a Trump.
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