La resistencia antimicrobiana es un problema que actualmente es considerado crítico en torno a la salud pública mundial. Aparece como resultado de un fenómeno en el cual los microorganismos tales como virus, bacterias, hongos y parásitos, desarrollan la capacidad de resistir a los efectos de los medicamentos que anteriormente eran eficaces contra ellos para tratar las enfermedades que provocan. Esto ocurre principalmente a través de mutaciones genéticas o por aparición de genes de resistencia, lo que concede a los microorganismos su supervivencia y proliferación incluso en presencia de los medicamentos que antes los eliminaban.
Puede haber dos formas de propagación, representadas por la transferencia vertical de genes (es decir, de “padres a descendientes”) y la transferencia horizontal de genes, en el que se incluyen mecanismos como transformación, transducción y conjugación.
La transformación implica que una célula bacteriana pueda captar material genético del medio extracelular, para incorporarlo en el propio genoma mediante un proceso de recombinación. Lo interesante y trascendente de este fenómeno es que es particularmente versátil, lo que permite la incorporación de material genético de distintas especies bacterianas; es decir que organismos que no producen enfermedad pero que tienen la capacidad de resistir al efecto de los medicamentos, pueden transformar a bacterias peligrosas que pueden ser atacadas con fármacos, en microorganismos ante los cuales, los medicamentos se conviertan en inefectivos, conservando su peligrosidad.
La transducción se genera por la presencia de virus que infectan bacterias (llamadas bacteriófagos), en un momento en el que transfieren material genético de una a otra célula, condicionando la incorporación de fragmentos de genes con cada infección.
La conjugación implica intercambio de genes a través de un contacto directo entre dos células bacterianas. Se lleva a cabo mediante una estructura especializada (pilus conjugativo) que permite la transferencia de genes de una célula donante a una receptora, lo que constituye un mecanismo particularmente eficiente para la diseminación de genes.
Estos mecanismos de transferencia genética son fundamentales para la evolución bacteriana, permitiendo la adquisición de nuevas características que generan la perpetuación de especies de microorganismos.
En general los microorganismos resistentes pueden causar infecciones difíciles de tratar, que a menudo requieren el uso de medicamentos más costosos, con mayor cantidad de efectos adversos o incluso más tóxicos.
Los mecanismos de resistencia incluyen la limitación de la captación del fármaco, la modificación del objetivo del fármaco, la inactivación del fármaco y la expulsión activa del fármaco de la célula.
La resistencia a los antimicrobianos es una de las mayores amenazas para la salud pública mundial, exacerbada por el uso inadecuado de antibióticos y la falta de desarrollo de nuevos agentes antimicrobianos; es decir que los principales culpables de este grave problema somos los médicos que, en menos de cien años, por las malas indicaciones de estos fármacos, condicionamos un fenómeno de características particularmente graves para la salud global.
La implementación de medidas de vigilancia, el uso racional de antimicrobianos, la investigación con un escrutinio estudiando el comportamiento de los microorganismos y el desarrollo de nuevas terapias, son esenciales para mitigar este importante problema, lo que condiciona un verdadero reto para enfrentar, en un futuro inmediato.
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