Así no puede ser. Lobos brilla como visitante, pero en CU colecciona palizas. De tres en tres goles por viaje, América, Morelia y León le pasaron por encima. Complicado panorama. Que empezó a torcerse temprano, con aquella entrada criminal de Estum sobre Lucero, en Querétaro. Sin un arquero de fiar, con un cuadro bajo muy adelantado y notablemente lento, sin una contención bien definida, Lobos ha sido, en casa, un cheque al portador. Lo de los penales fallados es un añadido de última hora (por cierto, ya van cuatro desperdiciados a lo largo del torneo). A las limitaciones originales del plantel, agravadas por las lesiones, hay que añadir las bajas disciplinarias, que suman tres.
La disposición del equipo sobre el campo, abiertamente ofensiva, sorprende fuera, pero está resultando suicida cuando juega de local porque favorece al visitante, normalmente parapetado atrás y presto al contragolpe. Un doble galimatías –táctico y de recursos humanos cortos– que hay que resolver con urgencia.
Veremos de qué está hecho Rafa Puente del Río. Y con él, lo que vaya quedando del plantel, luego de tantas y tan variadas vicisitudes.
Las bajas. Salvo el caso de William Palacios, separado por indisciplina de acuerdo con escueto boletín del pasado 6 de agosto, los otros dos casos corresponden a futbolistas que venían siendo clave para el buen funcionamiento equipo. Hace algunas semanas se notificó que Julián Quintana, a la sazón líder goleador del torneo, había incurrido en reiteradas faltas al Código de Ética de la organización –ya había estado envuelto en el incidente que le costó a Palacios la ruptura de su contrato–, y, por lo tanto, quedaba al margen de las alineaciones hasta nuevo aviso. Y hace apenas unos días, el miércoles 27 de septiembre, otro comunicado del club lobuno daba por terminada toda relación con el mediocampista Luis Quintana, por reiterada conducta inconveniente mientras se rehabilitaba de una lesión.
Raya en el agua. La primera sorpresa radica en lo inusual del procedimiento: de sobra se sabe que los futbolistas profesionales son casi todos jóvenes con escasa preparación, que al margen de su oficio disponen de demasiado tiempo libre y no le hacen el feo a diversiones y excesos de todo tipo.
No sólo en México, los clubes que tienen a estos jóvenes bajo contrato conocen de sobra su tendencia a la indisciplina y de diversas maneras tratan de paliarla, pero sin atreverse a ir muy allá en materia de correctivos, entre los cuales lo usual son las multas económicas, no siempre dadas a conocer al público. Equipos profesionales hay que ni siquiera cuentan con un Código de Ética como tal, y los que lo tienen lo aplican de manera más bien laxa. Si acaso, para prescindir de algún elemento especialmente conflictivo y deportivamente irrelevante, mientras los jugadores estelares suelen disfrutar de la “comprensión” de técnicos y directivas.
Urge perfeccionar el método. Que el representativo de una institución educativa cuente con un Código de Ética integrado a los valores de la misma, y además se lo tome en serio, resulta una reconfortante novedad. Algo inusual en nuestro profesionalismo futbolero de pactos gavilleros rigurosamente teledirigidos.
Pero es claro que entre los valores a defender tendría que figurar preponderantemente la transparencia, algo que se echa de menos a propósito de la suspensión y los dos despidos aludidos. No me refiero a invadir la privacidad de los infractores con detalles vergonzantes, pero sí, al menos, a que dicho Código fuese del conocimiento público, y que en cualquier caso en que se aplicara punitivamente, explicitara el club la cláusula infringida por el eventual infractor, así como las razones y argumentos de su sanción.
Con ello, quedaría fundamentada a los ojos de todo mundo cualquier decisión disciplinaria –se supone que decretada por un comité de ética con plena autoridad moral–; y, adicionalmente, se marcaría una saludable distancia entre el proceder interno de una institución con sólidas bases éticas y educativas –como la BUAP–, y un medio futbolístico tan chanchullero y corrupto como el mexicano.
Una telenovela más. Impertérritas, las televisoras se mantienen fieles a su política de toda la vida, la misma que les han dado un control del negocio futbolero sin precedentes en el mundo. Para lograrlo, la Femexfut ejerce de cómplice menor, encantado de recibir su parte del botín a cambio de no ceder a la menor tentación llegada de fuera. Ni siquiera si esta procediera de Carlos Slim y socios, que pujaron en serio por los derechos de imagen de los partidos de la selección, pero toparon con una cerrazón total por respuesta.
El escueto boletín que circuló en la conferencia de prensa convocada para el pasado viernes –sin preguntas de los reporteros, por supuesto–, no han dejado dudas al respecto: en las cuatro Copas FIFA siguientes, los partidos del Tri seguirán transmitiéndolos en exclusiva Televisa y TV Azteca. No se tocó ni con un pétalo el rubro cifras y condiciones del nuevo contrato; de nuevo, el secretismo mafioso se impuso por goleada al derecho a la información, y en el aire flotan las dudas inevitables. Incluido ese rumor que habla de una oferta considerablemente menor por parte de los ganadores de siempre, comparada con la que la dupla Slim–Univisión había puesto sobre la mesa.
Por eso es tan importante que Lobos BUAP, ya en ruta de ponerle el cascabel al gato, no dé su brazo a torcer a la perniciosa gavilla, y aplique el guante blanco de su Código de Ética a las claras y en todos los terrenos, no solamente en lo que hace a sancionar a sus propios futbolistas.
Los Lobos y la TV. A propósito de transmisiones, y dado el acuerdo para que Sky televise los encuentros de Lobos como local, insisto en el solidario ejemplo que supondría acondicionar pantallas gigantes en el CCU y otros puntos estratégicos del patrimonio universitario a fin de que la raza pueda seguir el accionar de su equipo. Y, ya que la absurda moda de bloquear localmente la señal de los partidos fuera de Puebla llegó para quedarse, difundir éstos mediante el mismo procedimiento serviría para redondear faena, pensando siempre en las clases populares, a las que sin duda pertenece la grey estudiantil.
Debacle anunciada. Ninguna sorpresa por el lado del Puebla. Equipo diseñado para descender, hacia allá se encamina, a menos que el Veracruz o alguno peor se atraviese en su caída libre. En paralelo al desastre deportivo –la retahíla de derrotas sin reacción, la cola de la tabla general, el despido del DT…–, tenemos ahora un notorio filtrado de declaraciones de inconformidad por parte de los futbolistas, los extranjeros básicamente –Salom y Míguez para empezar–, que maldicen la hora en que sus agentes los ubicaron en nuestra bella ciudad y el desastroso equipo de la franja. Esto por no añadir la creciente inconformidad de otros jugadores, los pleitos entre ellos y con la caricaturesca directiva, los usuales adeudos y el permanente desbarajuste administrativo.
Cuento de nunca acabar. O crónica de la debacle acostumbrada. O demostración palmaria de que todo lo que se planea y se hace mal siempre podrá ir a peor.
Europa, menos mal. Desde Mónaco, una primicia: por vez primera, cuatro mexicanos alinearon en un mismo equipo en partido oficial por la Liga de Campeones. Equipo que además ganó, y por 0–3, el marcador que le impuso el Porto al Mónaco en el Principado, el tercero e ellos a cargo de Miguel Layún. Para entonces, ya no estaba en el campo Héctor Herrera, pero sí Jesús “Tecatito” Corona y Diego Reyes. Aboubakar hizo los otros dos. Atrás, Iker Casillas lo detuvo todo. Y Radamel Falcao, el famoso “9” del Mónaco, fue esta vez un Tigre enjaulado.
Por lo demás, la ChL discurre sin mayores sorpresas. Que el Atlético de Madrid no es lo que era lo evidenció su derrota ante un poco impresionante Chelsea, en casa –el flamante Metropolitano, vástago del viejo estadio Calderón– y por 1–2. Peor le fue al Bayern Múnich en su estancia parisina, pues el PSG le tundió 3–0 en el Parque de los Príncipes –los rivales Cavani y Neymar presentes en el marcador–, goleada que le costó el puesto a Carlo Ancelotti. Los otros favoritos –Madrid, Barça, ManU, ManCity–, viento en popa por ahora.