La Unidad de Investigación del Centro Católico Multimedial (CCM) publicó un reporte parcial de 2011 a 2016, en el que revela que en los últimos cuatro años en el país fueron asesinados 15 sacerdotes, dos laicos y dos presbíteros desaparecidos, de los cuales tres caos se presentaron en el estado de Puebla.
El panorama de homicidios en el último sexenio, ubica a México por séptimo año consecutivo en el primer lugar en crímenes de odio contra religiosos en América Latina.
Durante la administración de Enrique Peña Nieto, que concluye en 2018, se han cometido 15 homicidios contra sacerdotes, dos laicos y se tiene registro de dos presbíteros desaparecidos.
En total, el reporte del CCM informa que son 19 agresiones violentas a religiosos, en la que equipara a Puebla con Tamaulipas por el número de asesinatos.
México sigue siendo peligroso para el ejercicio sacerdotal. Es necesario señalar que los miembros de la iglesia no tienen conflicto con los grupos que están cometiendo ilícitos en el país, se lee.
No obstante, informaron que existen sectores de la sociedad, que aprovechan la efervescencia de la violencia y se muestran insolentes contra los religiosos en diversas entidades.
La estadística refiere que es Guerrero y la ciudad de México, donde se ha perpetrado el mayor número de asesinatos, con ocho eventos trágicos en cada entidad.
Le sigue Michoacán, con seis casos; Veracruz, con cinco; Chihuahua, con cinco; Puebla, Tamaulipas y Baja California, con tres eventos cada uno; Oaxaca, y Jalisco y Estado de México, con dos cada uno.
Mientras que en Coahuila, Hidalgo, Aguascalientes, Sinaloa, Durango, Colima y Guanajuato, sólo se presentó un evento trágico.
En el estudio del CCM se refiere que estos grupos que atentan contra sacerdotes y religiosos, buscan limitar las actividades del trabajo pastoral de la iglesia en México, que tiene su acción en el campo sanitario y educativo, así como en el asistencial -ayuda, refugio y consuelo- a favor de los derechos humano de migrantes que transitan por suelo mexicano.
Por lo anterior, se destacó que “los sacerdotes son más vulnerables a diversos ataques, como lo muestra la creciente ola de agresión, asesinatos y desapariciones acaecidos bajo la mirada indiferente de las autoridades”.
Esta situación, se señaló, se presenta principalmente en las zonas de alto riesgo, donde prolifera la inseguridad y operan los grupos del crimen organizado.
El CCM hizo un llamado enérgico a las autoridades del gobierno mexicano, a fin de que brinden las garantías al ejercicio del ministerio sacerdotal en las entidades donde ha repuntado la violencia.
Cronología de homicidios en Puebla
De los tres casos registrados en Puebla, llamó la atención por su saña el asesinato del padre Santos Sánchez Hernández, tenía 42 años de edad, ocurrido en febrero de 2011 en Mecapalapa.
El cura fue asesinado a puñaladas y violado en el interior del templo de San José, de la comunidad del municipio de Pantepec, el cual está localizado en la Sierra Norte de esta entidad.
El cadáver fue hallado en la recámara que ocupaba el padre en la iglesia, recostado sobre su cama, semidesnudo, con la ropa enrollada en sus piernas y con varias puñaladas en el cuerpo, una de ellas en la nuca, además de tener restos de semen en la espalda.
En noviembre de 2015, apareció el cuerpo calcinado del cura del municipio de Cuyuaco, Erasto Pliego de Jesús.
Tras su desaparición, el cadáver fue hallado con quemaduras y lesiones en la cabeza en la comunidad Camino a San Juan Bautista de la localidad de Nopalucan.
En septiembre de 2016, dos sacerdotes de la Diócesis de Papantla, con sede en esta ciudad de Teziutlán, Puebla, fueron asesinados, luego de ser sustraídos de su parroquia en la colonia Petromex de Poza Rica Veracruz.
Los curas fueron encontrados muertos horas más tarde, uno de ellos era oriundo de Zoquitlán.
Se trata del presbítero Alejo Nabor Jiménez Juárez, a quien le fue arrebatada la vida junto al presbítero José Alfredo Suárez De La Cruz. Este último inició sus estudios de formación sacerdotal a fines de la década de los 80 en el seminario de Tehuacán, pero los concluyó en el Seminario de la Diócesis de Papantla, donde vivió y ejerció su ministerio sacerdotal hasta sus últimos días.