En conferencia de medios, Varinia López, Leticia Marín Vázquez, Raymond Jolicoeur y Peter Mohr afirmaron que, según la Actualización del Programa de Desarrollo Urbano, elaborado por el Instituto Municipal de Planeación (Implan), el actual ayuntamiento panista fraccionó las densidades del polígono de 2 mil 374 hectáreas que componen este pulmón de la ciudad, con el objetivo de permitir el auge de desarrollos inmobiliarios. Para el ayuntamiento el polígono de La Calera únicamente es la fracción con una densidad de 20 viviendas por hectárea; de ahí que afirmen que lo protegen.
Los vecinos y ambientalistas sostuvieron que, aunque el ayuntamiento de Puebla asegura que protege el polígono de La Calera, en el área que se encuentra entre el Periférico Ecológico y la zona militar elevó la densidad a 200 viviendas por hectárea, mientras que solo hacia el oriente del polígono hay una densidad baja de 20 viviendas por hectárea.
En días pasados, entrevistado por este medio informativo, Felipe Velázquez Gutiérrez, secretario de Desarrollo y Gestión Urbana del ayuntamiento de la ciudad de Puebla, rechazó que exista una intención del gobierno municipal de aumentar la densidad poblacional en La Calera de 36 a 200 viviendas por hectárea, lo que pondría en riesgo dicho pulmón de la capital del estado.
Según la Evaluación Ambiental de la Zona de La Calera de 2018, se debe proteger la totalidad de las más de 2 mil 300 hectáreas y no solo una fracción; incluso estaba la propuesta de convertirlo en Parque Estatal.
Resulta grave que la urbanización de la zona avance, poniendo en riesgo y cubriendo de cemento el principal y más próximo pulmón de la ciudad. Esa intención puede observarse en las obras viales que se pretenden realizar; al igual que sucedió con la construcción y ampliación del Periférico, que colocó a las tierras aledañas en la mira de los desarrolladores inmobiliarios que parecen no tener límites, aunque los gobiernos tienen la obligación de coadyuvar a la preservación de los ecosistemas que tienen una función clave en materia ambiental. El negocio inmobiliario puede ser rapaz pero lo grave es que los gobiernos se presten a modificar planes y programas de desarrollo para permitirles avanzar en zonas que deben estar protegidas, como La Calera.