A través de su tesis de maestría, con la cual se hizo acreedor a la mención honorífica del Premio Francisco de la Maza 2013, que otorga el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) al mejor trabajo de conservación del patrimonio arquitectónico y urbanístico, José Gabriel Amozurrutia Cortés propone la reintegración social y el rescate arquitectónico del ex convento de San Francisco Totimehuacan.
Su investigación, “La re–conversión de la ruina. Intervención: ex Convento San Francisco Totimehuacan”, refiere a este edificio construido por el arquitecto Francisco Becerra –proveniente de Perú y oriundo de Extremadura, España– en el siglo XVI, en el centro del poblado del mismo nombre.
Dicho inmueble alcanzó su auge a finales del siglo XVIII, al convertirse en el único de los 17 recintos poblanos de la orden franciscana en alojar un centro de estudios teológicos.
“Era un lugar de estudios importante; tenía una biblioteca que más tarde pasó a la parroquia del siglo XVII –actualmente abierta al culto y ubicada a una calle del ex convento–, y poco a poco fue adquiriendo más fuerza y uso eclesiástico en el pueblo”, explicó el arquitecto por la UNAM.
En el siglo XVIII el inmueble se amplió con la construcción de 12 celdas para un mismo número de frailes, con dormitorios ubicados en la parte alta, mientras que en la parte baja tenía unos arcos, “distintos a las capillas abiertas y a los portales de peregrinos de otros conventos”.
El abandono del edificio ocurrió a finales del siglo XIX, con la expropiación de los bienes eclesiásticos; sin embargo, hasta poco después de la Revolución Mexicana todavía contaba con franciscanos que lo cuidaban. A mediados del siglo XX, el atrio –el patio de la iglesia– se lotificó y en los huertos se construyeron escuelas.
La ex abadía conserva su casco antiguo, que por estar en una zona sísmica carece de techumbre. “Hay vestigios de las bóvedas de distintas épocas constructivas, por lo que se ve que intentaron techarlo en distintas ocasiones y en las mismas veces se vino abajo, tiene varios contrafortes y añadidos que muestran cómo trataron de evitar estos daños estructurales. También se perdieron los arcos de peregrinos”, detalló el arquitecto.
Actualmente se conservan los muros de la iglesia, el altar, el sotocoro, los confesionarios, la sacristía, el claustro, la sala de profundis, los seis arcos de los dormitorios, el refectorio, la cocina y la alacena; además, se ha detectado una pila bautismal, el aljibe y la capilla abierta. Frente a la plaza principal, a unos metros del inmueble, se ubican los arcos de la arcada real que eran la entrada principal al atrio.
En 2004 se conformó la asociación civil Amigos del ex Convento de Totimehuacan, cuyos integrantes cuidan el área y la ocupan semanalmente para las reuniones de Alcohólicos Anónimos y cada domingo rentan el patio norte para instalar un tianguis.
El proyecto, que se halla en la fase de conseguir los permisos y los recursos, considera tres etapas de reconversión, apoyándose en la experiencia del ex Convento de Tecali de Herrera, estructura que consolidó el INAH en la década de los 90 y que funciona como un espacio de áreas verdes rodeado de los vestigios coloniales.
La primera etapa se enfoca en consolidar la crujía de dormitorios anexada en el siglo XVIII, en la parte de arriba se pretende alojar una sala de usos múltiples y en la planta baja convertir los arcos en un portal de peregrinos, destinado al desarrollo educativo del pueblo, teniendo en cuenta que se podrían impartir talleres a los estudiantes de la secundaria aledaña.
Asimismo, para darle nueva vida a la zona y atender las necesidades del poblado y de visitantes externos, el claustro se transformaría en un parque público como en Tecali, y la nave se recuperaría para instalar una mediateca o biblioteca digital.
“Se habló con la Universidad Autónoma de Puebla para que sea posible benefactora de esta biblioteca, porque es la universidad más cercana, es del estado y está a menos de 10 kilómetros de Totimehuacan”, señaló Amozurrutia Cortés.
Otras propuestas del proyecto son poner en marcha un corredor entre la plaza central del pueblo y el ex convento, entrando por la arcada real del siglo XVI, y arbolar la calle que conecta a ambos puntos.
Los planes de intervención buscan convertir los restos del inmueble en un centro de barrio, “atendiendo las necesidades de la población y de los visitantes. La idea es reintegrar el ex convento a las dinámicas urbanas actuales. Esto le daría una nueva vida a la zona y al inmueble”, concluyó el especialista.