Atlixco. De la necesaria preocupación para poner a salvo primero la salud y la vida, y después la urgencia de brincar económica y laboralmente las ya cinco olas de Covid-19. Así es como familias atliscenses llevan y mantienen el ritmo de su cotidianidad desde abril del año 2020 a la fecha. Y algunas de ellas contaron esa historia a La Jornada de Oriente.
Formadas en un larga hilera para inscribirse a un polémico padrón oficial y tener acceso a productos aparentemente de bajo precio en la tienda de abasto popular a punto de abrir el ayuntamiento, tres mujeres no pierden la fe bajo el argumento de pasar ya el tramo más amargo.
Los testimonios
Rosa María Aguirre vive en la colonia Ricardo Flores Magón, una de las más peligrosas de la periferia de la mancha urbana. “En nuestro caso de plano suspendieron el sueldo al poco tiempo de llegar el virus y decidieron mandarme a casa. Soy trabajadora doméstica y durante dos años no laboré en ninguna parte. Cómo sobreviví? La verdad con los pocos ahorros. Deberíamos hacer esto para los tiempos difíciles”, describió. Era la primera en la fila.
Leticia ya estaba en las calles de Atlixco dispuesta a ofrecer en su mediana cubeta las gelatinas, esa materia prima usada desde hace dos años para enfrentar la situación financiera durante la epidemia. “Estaba en casa, pero la entrada de billetes y monedas comenzó a escasear. De hecho con mucho miedo y sin vacunas no dejé de salir. Con eso sobrevivió la familia. Soy madre soltera y aún mis hijos estudian. Y tengo a mi cargo una nieta”, narró.
Felícitas Rojas entrega tortas y también es de la zona de la Ricardo Flores Magón. “La pasamos muy mal. A veces nada más a pan y agua. Es decir, frijoles y tortillas duras. Tres de mis hijos se quedaron sin trabajo de jalón al quebrar la empresa”, recordó durante la entrevista.
Preparaba antojitos mexicanos en su vivienda. “Pero todo literalmente se fue al traste por esa enfermedad. Para sobrevivir pedí un préstamo el cual estoy pagando con la entrada de las tortas. Somos siete integrantes de la familia y cada uno aporta algo de dinero. Sobre todo porque algunos ya consiguieron nuevamente empleo. Poco a poco vamos salvando esto”, destacó.
Ella entrega 20 tortas diariamente en un escuela. “Ya brincamos el asunto de salud, y falta el económico”, finalizó.
