A diferencia de la mayoría de los internautas y de nuestros lectores, he de confesar que he visto realmente muy poco de los juegos olímpicos que se están celebrando en Paris. Diversas son las razones que generan esta apatía y no necesariamente se relacionan con un desinterés de mi parte a las actividades deportivas, pero tengo la impresión de que existe una excesiva cobertura mediática, incluso abrumadora, a la que se agrega la presentación de resúmenes que no cubren la totalidad de las competencias y los logros significativos de todos los atletas, lo que me generan una incomprensión del contexto general de estas olimpiadas.
Por otro lado, se muestran resúmenes que carecen de un análisis profundo de los deportes y participantes, pues deben de ser breves y ajustarse a los tiempos que ofrecen los formatos que mercantilizan este tipo de acontecimientos. Y es que, en efecto, resulta ofensiva la alta comercialización del deporte y el excesivo consumismo, aunados a una explotación laboral que se presenta al beneficiar a grandes corporaciones, con programas de voluntariado, que ofrecen la oportunidad de colaborar, sin proporcionar una compensación monetaria, trabajando por largas horas sin remuneración, lo que plantea serias preguntas sobre la ética de este tipo de participaciones en un suceso de tal magnitud
Por otro lado, se ha denunciado que, en un intento de dar buena impresión del país y particularmente de los sitios donde se programaron eventos para los juegos olímpicos, la policía francesa ha llevado a cabo acciones represivas contra trabajadores sexuales, inmigrantes y personas sin hogar (Sans-abri, Personne à la rue o Clochards). Estas acciones incluyen controles de identidad y detenciones, lo que ha generado críticas sobre la forma en que se manejan las cuestiones de derechos humanos en el contexto de un evento internacional.
Te podría interesar: Palabras extrañas en política: Lawfare
Además, recibí un video donde un sacerdote católico se expresa con palabras altisonantes en una homilía, con insultos hacia los organizadores de la inauguración en la apertura de estas olimpiadas y hasta al presidente de Francia, por una supuesta representación de la pintura conocida como la “Última Cena”, pintada por el genio Leonardo di ser Piero da Vinci (1452 - 1519), más conocido como Leonardo da Vinci; quien fue un polifacético florentino del Renacimiento italiano. En tal video, de una forma escandalosa, el sacerdote manifiesta un grosero repudio a una hipotética emulación de la pintura de da Vinci, cuando realmente se trató de una pintura titulada “Festin des Dieux” (la fiesta de los dioses) de Jan Hermansz van Bijlert (c. 1597-1671), creada hacia 1635 y conservada en el museo Magnin de Avignon. En esta pintura los dioses del Olimpo celebran las bodas de Tetis con Peleo y en el centro sobresale el dios griego Apolo coronado, erróneamente confundido con Jesús de Nazareth en la representación olímpica.
Por increíble que parezca, la polémica continúa, aun cuando los franceses ya han ofrecido disculpas, explicando que de ninguna manera se tuvo la voluntad de ofender, burlarse, bufonear o denigrar a nada ni a nadie. Simplemente se buscó plantear una gran festividad con una inclusión a la población con diversidad sexual tales como lesbianas, homosexuales (gays), bisexuales, transgénero, queer (término que abarca a una amplia gama de identidades y orientaciones sexuales que no se ajustan a las categorías tradicionales) y a cualquiera, representado por el símbolo “+” y que se representa con las siglas LGTBQ+.
Lo cierto es que resulta prácticamente imposible determinar un número exacto de representaciones de la Última Cena que existen en la actualidad. La razón principal es que, a lo largo de la historia, innumerables artistas de diversas culturas y épocas han plasmado en obras artísticas esta escena bíblica. Desde grandes frescos en catedrales hasta pequeñas pinturas en iglesias rurales, pasando por esculturas, grabados y representaciones en otros medios, la cantidad es verdaderamente vasta.
La pintura de da Vinci fue realizada entre 1495 y 1498, representando el momento en el que Jesús anuncia a sus apóstoles que uno de ellos lo traicionará. La escena está llena de dramatismo y tensión y cada uno de los personajes expresa una amplia gama de emociones. Pero se trata de una imaginaria composición que está llena de simbolismos que seguramente se alejan con creces de lo que pudo haber sucedido en realidad.
Como sea, existen otras polémicas no tan divulgadas y que desde mi punto de vista son de mayor trascendencia para abordar, como la exclusión de los países Rusia y Bielorrusia, por una decisión del Comité Olímpico Internacional (COI) como consecuencia de la invasión rusa a Ucrania y el apoyo de Bielorrusia a esta acción.
En un momento dado, Guatemala también fue sancionada y excluida de los Juegos Olímpicos. Sin embargo, esta sanción fue levantada posteriormente y el Comité Olímpico Guatemalteco pudo participar en París 2024.
Las críticas son múltiples y si bien no debe ser motivo de escarnio o burla el ver o no ver las olimpiadas, en efecto hay muchas cosas que se deben de valorar alrededor.
Estrictamente hablando de la irracional crítica a la supuesta representación de la Última Cena de da Vinci, un poco de cultura y educación, no nos vendría nada mal. Los prejuicios nos generan discriminación, divisiones, conflictos, desigualdades, violencia, genocidios y hasta guerras.
También puedes leer: Algunas consideraciones sobre COVID-19
Comentarios: [email protected]