En riesgo de despido está por lo menos medio centenar de trabajadores de los museos José Luis Bello y González y Casa de Alfeñique, ubicados en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla, tras el rumor de que cerrarán ambos inmuebles del siglo XIX para entregar su acervo artístico al Museo Internacional Barroco (MIB).
Tal versión se difundió la semana pasada, luego de que algunos empleados buscaron asesoría legal ante el riesgo de perder su trabajo.
Algunos señalaron que laboran desde hace 20 años en el Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (Conaculta), desde la creación de la extinta Secretaría de Cultura.
Incluso refirieron que existe la desconfianza de que podían ser cerrados otros museos administrados por el gobierno del estado para llenar el enorme espacio que tendrá el Museo Barroco.
Durante una entrevista, comentaron que buscarán el respaldo del dirigente de ex burócratas del gobierno estatal Marco Antonio Manzano Ramírez, con la finalidad de que no se violenten sus derechos laborales.
“Sabemos cómo actúa el gobierno y hay temor entre varios compañeros de que nos podamos quedar sin trabajo”, confiaron a esta reportera.
Expusieron que se sumarán a partir de este sábado en las asambleas públicas que mantienen trabajadores en activo y ex burócratas en defensa de sus derechos laborales.
Informaron que en 2014, todavía bajo la gestión de Ana Martha Hernández, el Museo Bello
–como mejor se le conoce– cumplió 70 años de fundación.
Actualmente este interesante museo resguarda 3 mil 28 obras de arte de América, Asia y Europa.
Hay que destacar que la construcción del MIB, en el predio en donde se encontraba el parque infantil Valle Fantástico, tendrá un costo de 7 mil millones de pesos, considerada una de las inversiones más altas en el país en un recinto cultural.
Además el inmueble será edificado por el grupo político Atlacomulco, del estado de México, de donde emanó al presidente Enrique Peña Nieto.
Para su planeación el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas contrató al arquitecto internacional Toyo Ito, de origen japonés, con la intención de que en un inicio se paguen más de 180 millones de pesos a museos europeos para que presten algunos cuadros emblemáticos.
Los empleados destacaron que en el Museo Bello se resguardan piezas únicas en el mundo, como el ánfora romana del siglo I antes de Cristo, o un arco filipino “Pabellón flotante” que tiene la imagen del mapa más antiguo de la misma ciudad.
En Puebla, el museo es un referente obligado dentro de las maravillas que encierra esta ciudad, posee 15 salas que están situadas en dos niveles de esta casa–museo con la colección del industrial José Luis Bello (1822–1907) y por su hijo José Mariano Bello y Acedo (1869–1938).
Se exhiben cinco obras del pintor Agustín Arrieta (1803–1874) y un hermoso cuadro realizado con plumas que representa a San Antonio de Padua.
También están las salas de los marfiles, la sala oriental y la de música, una de las más importantes, donde se encuentran valiosos instrumentos musicales como el órgano tubular barroco (1720).
Una de las salas más interesantes e importantes es la sala Talavera que fue decorada con azulejos de talavera y ladrillos, así como las piezas de azul y blanco o la loza policromada, vasijas que fueron realizadas por los primeros loceros de Puebla en el siglo XVI.
La sala resguarda piezas realizadas en calamina que es una curiosa mezcla metálica que se parece al latón que se utilizó en la época Virreinal.
Otra de las salas que sobresale es la Pinacoteca. Contiene obras de pintores europeos de Giuseppe Molteni (1800–1867) y José de Ribera Bernardino Gagliardi (1609–1660), entre otros.
Este museo, construido en sus orígenes como casa habitación en el corazón de la ciudad, fue adaptando a las necesidades de la colección, tanto arquitectónicamente como en lo que se refiere a mobiliario e iluminación.
