Se dice que una de varias razones por las cuales se decidió en Palacio Nacional la salida de Olga Sánchez Cordero de la titularidad de la Secretaría de Gobernación para regresar a la curul que tenía reservada en la Cámara Alta del Congreso de la Unión, es la necesidad de acotar o disminuir el poder excesivo, autocrático y por momentos rebelde, del zacatecano Ricardo Monreal, quien ha utilizado su liderazgo entre los senadores de Morena para cultivar sus intereses personales e incluso hasta para operar en contra de la 4T.
El papel de Olga Sánchez Cordero será crear un contrapeso y buscar que la acción conjunta de los senadores morenistas se dirija a la verdadera consolidación del proyecto lopezobradorista y evitar que Ricardo Monreal, desde su control de la fracción de Morena, caiga en la tentación de crear una “quinta columna” en contra de la 4T, en su afán de querer ser candidato presidencial o de jefe de Gobierno de la Ciudad de México en el proceso de sucesión de 2024.
Si realmente se logra ese propósito de Olga Sánchez Cordero y del propio presidente Andrés Manuel López Obrador, quien podría resultar damnificado en ese nuevo esquema de poder es el senador poblano Alejandro Armenta Mier.
A lo largo de los últimos tres años, Armenta ha venido hilvanando una serie de derrotas políticas que incluyen haber perdido las candidaturas de Morena a gobernador en 2019 y a edil de la capital poblana en el presente año, sin contar que fracasó en colocar a su incondicional Fredy Erazo Cortés como magistrado del Tribunal Electoral del Estado de Puebla.
Esa condición ha venido debilitando la popularidad y la poderosa estructura electoral –que construyó con el apoyo de Mario Marín Torres, mejor conocido como el gober precioso y actualmente preso en un penal de Quintana Roo—con la que llegó cuando se mudó del PRI al movimiento lopezobradorista en 2017.
Por esa razón su actual apuesta de volver intentar a ser candidato a gobernador, ahora en la sucesión de 2024, se basa fundamentalmente en el respaldo que le brinda Ricardo Monreal, luego de que Armenta en el último trienio se ha convertido en el principal operador político del zacatecano.
Es decir, lo que Alejandro Armenta Mier estaría buscando es que dentro de tres años su candidatura a la gubernatura de Puebla o de la capital del estado entre en el paquete de negociación que seguramente Monreal va a querer plantearle a López Obrador para no romper con la 4T.
Algo similar a lo que hizo en 2018, cuando Monreal ya había coqueteado con el PRD y el PAN para intentar ser candidato a jefe de Gobierno de la Ciudad de México, en rebeldía por que ese espacio político –del lado de Morena– cayó en la figura de Claudia Sheinbaum.
Al final López Obrador negoció con él y le dieron una postulación a senador, junto con un paquete de otras candidaturas.
Desde entonces, se habría pactado el darle la candidatura al gobierno de Zacatecas, la cual fue para su hermano David Monreal, quien fue postulado –este año– en una burda maniobra de Morena en la que nunca hubo la encuesta de consulta entre los aspirantes a la nominación y el partido, resistió el malestar de muchos morenistas que denunciaron que “los dados siempre estuvieron cargados” para la familia Monreal Ávila.
Si Olga Sánchez Cordero logra su cometido de llegar al Senador a acotar el ya excesivo protagonismo de Ricardo Monreal Ávila, se reducirá al mismo tiempo la capacidad de negociar acuerdos, posiciones, candidaturas, rumbo al cambio de poderes dentro de 3 años.
Y ello significaría restar posibilidades de que Alejandro Armenta logre su cometido de ser el sucesor de Luis Miguel Barbosa dentro de tres años en la titularidad del Poder Ejecutivo poblano.
¿Cuál es la diferencia del comportamiento de Monreal de 2018 y ahora con su actuación en el Senado? Es que hace tres años su rebeldía únicamente era porque se había quedado fuera de ser candidato de Morena en la capital del país.
Ahora es distinto, porque está en una actitud retadora hacia Palacio Nacional. Solo hay que ver algunos episodios:
Monreal fue una figura clave para que Morena fuera derrotado en algunas de las 9 alcaldías que perdió en la Ciudad de México en la elección del pasado 6 de junio, en beneficio del PAN y del PRD.
No hace mucho, existió un reclamo desde Palacio Nacional de que en el Senado no hubo la atingencia para que se aprobara la Ley de Revocación de Mandato tal como lo pidió la Presidencia de la República a los senadores obradoristas.
Otro episodio fue el abierto reclamo que Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración le hizo a Monreal por la lentitud con que el Congreso de la Unión procesó los desafueros de los diputados Mauricio Toledo y Saúl Huerta Corona, acusados de enriquecimiento ilegal y de abuso sexual, respectivamente, lo cual permitió que el segundo de ellos pudiera huir a Chile y el tercero prolongara su presentación ante un juez de control.
Lejos de que Monreal asimilara el reclamo, su contestación fue que no aceptaba el señalamiento y que los tiempos del Congreso de la Unión lo deciden sus dirigentes. Dicho de otra manera, lazó el mensaje de que él se manda solo.
Y eso ya no gusta nada en Palacio Nacional.