Martes, septiembre 17, 2024

PODER POPULAR COMUNITARIO INDÍGENA

Eduardo Gomezcaña

Para poder entender y hablar del poder popular comunitario, requerimos saber a qué tipo de comunidad nos referimos si bien existen comunidades estudiantiles, de trabajadores, comunidades de profesionistas, comunidades médicas, etcétera, también que existen  comunidades indígenas que son creadas por su condición estratégica. De tal forma que, de acuerdo a la tenencia de la tierra, es como se conforman de acuerdo a las leyes y/o a los usos y costumbre en nuestro país.

Las comunidades indígenas se organizan dependiendo de su forma de tenencia de la tierra, de tal forma que hay comunidades por bienes comunales, comunidades ejidales y un tercer grupo que son comunidades que no cuentan con ninguna posesión, pero se pueden considerar que son de hecho y no de derecho.

Analizando, el poder popular se ejerce solamente bajo la voluntad de los pobladores que conforman una comunidad y su órgano de representación y de gobierno en todos los casos es la asamblea

A diferencia de otro tipo de organizaciones, la comunidad ejerce poder popular con su estructura, rompe con los modelos establecidos por el capitalismo y se rige bajo un esquema de organización propio, de tal forma que cada pueblo se organiza alrededor de la representación popular que mejor convenga a sus intereses colectivos.

En la mayoría de los casos se ciñen a lo establecido en las como la Reforma Agraria, pero siempre tratando de funcionar alrededor de la autodeterminación de los pueblos consagrada no solamente en las leyes mexicanas sino en los convenios internacionales.

Es así como en la mayoría de los casos, se conforman Comisariados con una estructura formal, con funciones de ejecutor de las decisiones de la Asamblea (órgano supremo de decisión), se eligen también Consejo de Mayores, Delegaciones Municipales en algunos estados llamadas Agencias, Coordinaciones de Participación Ciudadana, Comisiones Agrarias, Mayordomías, Fiscalías, Topiles, Comisiones o comités específicos como para Danzas, Fiestas patronales, Festejos, representaciones de manzanas, incluso para construir o reconstruir alguna escuela, la iglesia, la casa de la cultura.

En todos estos cargos de representación, los comuneros vacían los conocimientos adquiridos en sus familias y le dan vida a una forma de vida en común que el capitalismo ha querido que se pierda, a toda esta complejidad de conocimiento, vida y saberes en conjunto, se le conoce como Gobierno Tradicional.

En el mejor de los casos todo esto lo dejan asentado en un Estatuto Comunal, que es discutido y aprobado en Asambleas de acuerdo a las necesidades de cada una de las poblaciones y es modificado cuando sea necesario. Este Estatuto se convierte en la Ley inmediata ´parta ejercer la vida y regulación comunal.

Para poder ejercer el poder popular en los pueblos, se tiene que entender al territorio como un elemento cultural, y más que un lastre geográfico, entendiéndose que no solamente son los límites físicos de la comunidad, sino que dentro de este concepto de territorio se incluyen la defensa de sus costumbres y sus tradiciones, de sus poligonales, de sus recursos naturales, de sus modos de organización, de su historia, de su gastronomía, de sus modos de sobrevivir, de sus claves emancipatorias e incluso la defensa de su gobierno, siempre y cuando haya sido electo en Asamblea.

Así mismo se considera la autonomía como elemento fundamental para poder vivir en comunidad, el carácter emancipatorio se ve claramente reflejado después de estos elementos organizativos, la autodeterminación es una forma fundamental de vida para todo aquel que nace con esta herencia, entre este modo de vida, entre valores comunales. Hay elementos autogestivos que determinan la vida de una población y finalmente su economía, tales como las cajas de ahorros manejadas por los mismos pobladores (sin manejo externo), las empresas comunitarias, los proyectos comunitarios, las actividades deportivas comunitarias (canchas, albercas, ligas, etc.) cooperativas y otros modos de trabajo colectivo.

Hay un elemento fundamental que distingue a las comunidades indígenas de otras, es el trabajo adicional colectivo, que en la mayoría de las poblaciones se llaman Faenas o Tequios. Esos trabajos van dirigidos al cuidado mantenimiento conservación y creación de bienes comunes y es llevado a cabo por comuneros ejidatarios o pobladores que tengan un interés común.

Hay un componente más dentro del ejercicio del poder popular, en algunos casos y en poblaciones con actividades autonómicas más recientes y ante la amenaza del crimen organizado, se la ha dado un valor mayor; la falta de seguridad del Estado, la inoperancia de sus cuerpos policiales, la inutilidad de las fuerzas militares para estos casos, la falta de atención a demandas ciudadanas y sobre todo la autonomía que se tiene o debe de tener de los gobiernos, han dado pie a la organización con elementos propios de cada comunidad de cuerpos de Autodefensa Integral, o de cuerpos de Seguridad propiamente dicho.

Entre sus funciones están las de salvaguardar el orden, ejercer la justicia comunitaria, preservar todos los modos de vida, haciendo énfasis en el respeto a las decisiones colectivas emanadas de la Asamblea, incluyendo la defensa del modo de gobierno electo por todos.

Es interesante diferenciar en que consiste cada forma de organización, ya que nos es lo mismo por ejemplo las Rondas Comunitarias de la zona Purépecha con las Autodefensas de Tierra Caliente o bien, no es lo mismo la Policía Comunitaria de los pueblos de Guerrero, que las Rondas de las comunidades del Estado de México. Cada una tiene sus particularidades y es necesario hacer el estudio de cada una de ellas, lo importante es la organización al seno de sus discusiones, de sus

Asambleas y de sus necesidades de operación.

El hablar de poder popular en este tipo de comunidades, está sustentado en un sistema complejo ancestral, un sistema que rompe el orden establecido en la sociedad común y corriente, establecido por un régimen capitalista caduco, hablas de poder popular en comunidades, es interiorizarse en un estado de rebeldía, donde se apunta a pensar desde dentro en todos los órdenes que rigen la vida de una sociedad convertida en comunidad, tales como la salud, la educación, la vivienda, la economía misma, el modo de gobierno, la preservación de sus recursos naturales, los recursos económicos colectivos y otros elementos que conforman un complejo sistema dentro de una pequeña sociedad que se articula con otros pueblos para poder satisfacer sus necesidades, para intercambiar productos, servicios y sobre todo compartir sus demandas fundamentales. En ese sistema complejo, ejercer la autonomía, es resolver sus problemas inmediatos, como el manejo de basura, el drenaje, el alumbrado público, el adoquinado, el abastecimiento de agua, solo por citar algunos, todo esto sin dependencia alguna de otras entidades.

No existen fórmulas mágicas para el éxito de la vida comunal, no hay nada que no aprendan los pobladores como parte de su legado, cada pueblo propone en su seno, en su Asamblea, sus modos de organizarse, sus modos autonómicos de formalizar su coexistencia. Cada uno utiliza sus elementos emancipatorios de acuerdo a sus circunstancias, genera las claves económicas para su sobrevivencia como se le presenta en el camino o como lo planifiquen en algunos casos.

Al final el poder popular comunitario indígena, nace de la organización, de la defensa de la voz popular, del respeto a sus costumbres y de la preservación de su cultura. A esta fuerza, es precisamente a lo que le tienen miedo todos los gobiernos capitalistas.

Como casos específicos, y solo para mostrar que, dependiendo de sus decisiones y organización, así como su forma de tenencia de la tierra, cada pueblo es diferente, se mostraron los siguientes pueblos:

San Pedro Atlapulco Edo. de México, Cherán, Michoacán, La Ruana Michoacán, Huesca Morelos, Amilcingo Morelos, Cuetzalan Puebla, San Luis Acatlán Guerrero, Tolantongo Hidalgo.

 

Cárteles de la droga cortan luz y agua a comunidades de Chiapas, exigen se sumen a sus filas

Ángeles Mariscal / Chiapas Paralelo

CHIAPAS, 28 diciembre, 2023.- A la población de los municipios de La Grandeza y Bella Vista, en la zona sierra-fronteriza entre Chiapas y Guatemala, desde el 22 de diciembre pasado, uno de los cárteles de droga les cortó los servicios de luz, agua e internet, como presión para que se unan a sus filas y a los ataques contra el cártel contrario.

“El martes, el CDS (Cartel de Sinaloa) nos obligó a acudir a una reunión en la que dijeron que si no aceptamos estar en los bloqueos, nos iban a cortar la luz y el agua. Como solo acudieron 25 personas, desde el viernes nos la cortaron”, explicó un habitantes de la zona.

En estos municipios, además de los de Frontera Comalapa, Chicomuselo, Siltepec, Motozintla, El Porvenir, entre otros del estado de Chiapas, los cárteles de Sinaloa (CDS) y el de Jalisco Nueva Generación (CJNG) obligan con la violencia, a que la población local participe en la disputa entre los dos grupos, por el control de territorios, rutas de tráfico y posesión de negocios ilícitos.

Según los habitantes de la región, los dos cárteles tienen listas pormenorizadas de cada familia, cada hijo, cada mujer y cada hombre cuyo nombre aparece en los registros de nacimientos que hay en los archivos de clínicas y ayuntamientos.

“Incluso -dice una persona nacida en Motozintla- de quienes desde hace varios años ya no vivimos en el municipio”.

Las personas cuyo nombre aparece en la lista, deben cubrir turnos en los bloqueos que hay en las entradas a las comunidades, como barrera de contención humana en casos de enfrentamientos entre los dos cárteles, o en algunos casos, contra el Ejército mexicano.

La población sirve “como carne de cañón, nos obligan a ponernos como barrera, se están llevando a nuestros jóvenes para que se enfrenten como sicarios. Muchos ya tuvieron que migrar y en algunas comunidades ahora solo quedamos ancianos o personas muy mayores  que tenemos que ponernos en los caminos como barricada”, dice un anciano de Chicomuselo.

En su estrategia de obligar a la población a participar, uno de los cárteles les cortó el servicio de luz, agua e internet a la población que en La Grandeza y Bella Vista, se ha negado a responder.

“En estos días hemos vivido un terror terrible. En La Grandeza y Bellavista el ejército se fue del lugar. La gente está sin luz, sin comunicación; en algunos poblados la gente se está huyendo (…) Por favor, que nos escuchen, estamos viviendo una de las peores catástrofes, algo que no habíamos vivido. Nosotros no queremos estar ni con uno ni con otro (de los cárteles)”, explicó un poblador que pidió el anonimato.

Detalló que desde hace cuatro meses no tienen servicios educativos ni de salud, porque ni maestros ni personal sanitario quieren acudir a esta región. Durante un tiempo elementos del Ejército mexicano patrullaron la zona, pero se retiraron.

Un grito de paz silenciado por las armas

Integrantes de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas enviaron una nueva carta a los tres niveles de gobierno, a los medios de comunicación y a los organismos defensores de los derechos humanos, donde detalla que “en el estado de Chiapas estamos viviendo en medio de grupos criminales que se disputan el territorio poniendo a la sociedad civil como barrera humana en dicha disputa, sin que se haga valer el derecho del pueblo a la seguridad, el libre tránsito, la paz y otros, de manera permanente”.

El comunicado dice que la población vive amenazas, hostigamientos, cobro de piso, intimidaciones, desapariciones, secuestros, asesinatos, despojos de bienes materiales, retenes, cobro de paso, el saqueo y explotación minera ilegal.

“Vemos, escuchamos, sentimos y acompañamos el dolor, el sufrimiento y el grito desesperado de paz de mujeres, hombres, niñas, niños, jóvenes y ancianos que están padeciendo esta situación sin que hasta el momento hayan sido respondidas sus demandas de seguridad, de justicia y paz. El crimen organizado mantiene a los pueblos sitiados, secuestrados, intimidados y amenazados, vulnerándolos cada día más”.

Refiere que miles de personas han abandonado sus hogares, sus tierras y sus bienes, para salvar la vida. “Gente armada a bordo de camionetas, urvans y motocicletas ingresan a diversas comunidades sacando a la gente de sus casas; en otras comunidades se dirigen a los autoridades ejidales amenazándolos de muerte e intimidándolos para que se sumen a su organización criminal, también han hecho descargas de sus armas frente a la población para aterrorizarlos y hagan lo que ellos les piden”.

Denuncian la complicidad o participación de algunas autoridades de las áreas de seguridad y justicia con los cárteles, por ello la población ha sido amenazada cuando acude a denunciar, “luego de denunciar han sido hostigadas y dejaron sus hogares y sus pertenencias que tanto les ha costado”.

“Los habitantes de la región expresan que no alcanzan a comprender cómo habiendo presencia del ejército, guardia nacional y policía estatal en la región no hay seguridad ni disminución de los actos violentos”.

Las y los religiosos hicieron un nuevo llamado urgente a las autoridades competentes a poner su mirada en estas comunidades y pueblos, para el restablecimiento del orden social sin poner en riesgo a la sociedad civil, y el desarme inmediato de los grupos criminales.

 

Conciencia de clase

x Carlo Frabetti – La Haine

Recuperamos este artículo de Frabetti por su vigencia ante la negación de la lucha de clases que intentan grupos que se autodefinen como progresistas y, principalmente, por fuerzas y gobiernos de ultraderecha. Los primeros  la convierten en “conflictos” sociales  por administrar, controlar y atraer a las formas de gobernanza que crean dependencia clientelismo y nuevos corporativismos. Desde la derecha, para los  voceros del individualismo extremo, “la  inexistencia de la lucha de clases” se ejerce como en el caso de los Milei los Bolsonaro, los Bukele  los Trump, reprimiendo toda exigencia colectiva organizada y negando las contradicciones entre capitalistas y trabajadores para presentarlos como “socios” que buscan el provecho individual. Ante simulaciones y absurdos valga este texto y más lucha de clases.

Tras la farsa de la “transición democrática” y el espejismo del “Estado del bienestar”, el concepto de clase social se ha difuminado hasta casi desaparecer del discurso político y, lo que es aún más preocupante, de la propia conciencia de los explotados.

Mucho antes que Marx y Engels, ya lo dijo Platón: “En todas las ciudades, grandes y pequeñas, hay dos bandos en guerra permanente: los ricos y los pobres”. Y en esta “guerra permanente” entre clases enfrentadas e irreconciliables vieron la clave del funcionamiento social los autores del Manifiesto Comunista, que no en vano empieza diciendo que la historia de todas las sociedades humanas, hasta hoy, es una historia de lucha de clases.

Pero en las últimas décadas los poderes establecidos han puesto especial empeño en ocultar, o cuando menos desvirtuar, esta evidencia histórica. No es casual que la eclosión de intelectuales posmodernos, relativistas culturales y “nuevos filósofos”, hábilmente promocionados por el poder, se produjera a raíz de las revueltas estudiantiles de mayo del 68: si el fantasma del comunismo recorría las universidades, templos de la cultura, la burguesía asustada -materia prima del fascismo- tenía que contraatacar en el terreno cultural. Si la demonización del marxismo no era suficiente (e incluso le daba cierto atractivo, sobre todo para los jóvenes), había que desprestigiarlo intelectualmente, tacharlo de simplista y, lo que es aún peor, de “antiguo”. Y, por desgracia, muchas organizaciones pretendidamente marxistas, con su lamentable deriva dogmática, les facilitaron la tarea a sus detractores (por no hablar del mal llamado “socialismo real”).

Algunos conceptos básicos del marxismo, como los de alienación o fetichismo, o la idea de que las relaciones de producción e intercambio determinan la estructura y el funcionamiento de una sociedad, son difícilmente cuestionables, de modo que los antimarxistas han concentrado sus ataques en el punto clave: la lucha de clases. Y no es que este concepto sea más cuestionable que los otros, sino que, en los países ricos, las diferencias de clase más ostensibles llegaron a desdibujarse lo suficiente como para que, en nuestra sociedad del espectáculo y las falsas apariencias, algunos pudieran hablar sin despeinarse del “fin de la historia” (es decir, del fin del conflicto social).

Decir que la actual crisis ha tenido algún efecto positivo, sería agraviar a los millones de personas que se han visto duramente afectadas por ella; pero, al menos, ha servido para que quienes parecían haberlo olvidado (si es que alguna vez lo supieron), se den cuenta de que, aquí también, el enriquecimiento desmedido de unos pocos es la causa directa del empobrecimiento de muchos. Y precisamente en eso consiste el despertar de la conciencia de clase: en identificar al enemigo; en darse cuenta de que los responsables de la crisis no son los inmigrantes ni los “terroristas”, sino las multinacionales, los bancos y sus políticos a sueldo.

El segundo paso, la consolidación de la conciencia de clase, es comprender que las multinacionales depredadoras, los bancos sin escrúpulos y los políticos corruptos no son accidentes ocasionales del capitalismo, sino consecuencias inevitables de su lógica perversa; y parece ser que muchas personas y movimientos sociales que partieron de reivindicaciones ingenuamente coyunturales, empiezan a verlo claro.

El paso siguiente es unirse frente al enemigo común, que es la única manera de derrotarlo.

 

 

“Para aquellos que no saben que el mundo está en llamas, no tengo nada que decir”,

Bertolt Brecht.

 

www.elzenzontle.org

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