«El petróleo, la tierra como el agua y la industria nos forja y nos pertenece» , David Alfaro Siqueiros, 1959,
Esto no es poesía
Es despojo de territorios con sus recursos y memorias
Depredación del ambiente (o vida envenenada y flaca)
Fabricación de pobres
Leyes de esclavos, y de la trata de excluidas
Expropiación de derechos conquistados
Y persecución de zurdas levantadas
Sumisión de las pseudo izquierdas, compraventa de partidos
Entreguismo traicionero de la Matria y de la Patria
Fetichismo del progreso (de los bienes y los malos de allá arriba)
Censuras, mentiras, espionajes, pura pinche propaganda.
Esto no es poesía
Son los proyectos de muerte legalmente ilegítimos
Simple y sencilla acumulación capitalista
No hay misterio de por qué mandan los sirvientes del imperio
¿Y la respuesta? Porque ya es hora de tenerla
La respuesta es la pregunta
Un rum rum rum desde abajo que nos trepa
Que nos trema y que nos quema
¿Menos paz y más revueltas? O bien como dicen los que saben
NI GUERRA ENTRE LOS PUEBLOS
NI PAZ ENTRE LAS CLASES.
RL 19 de julio de 2014 Colectivo del periódico El Zenzontle.
Al comparar las condiciones laborales de México en el año 2014 y las de hace 128 años, cuando había acontecido una de las huelgas más trascendentes para la clase trabajadora de Estados Unidos y el mundo, encontramos una gran similitud en las situaciones de abuso a las que la clase trabajadora se expone a diario, pero no sólo eso, en la actualidad, las prácticas injustas dentro del ambiente laboral se encuentran reglamentadas por esas expresiones del sistema capitalista que nos domina por medio de micropoderes y existe un agregado más. En la actualidad esos pequeños poderes o esquemas de dominio son avalados por el trabajador cosa que nos pone en desventaja ante la idea del cambio.
Después de la caída de los Mártires de Chicago en 1886 existía una efervescencia en la clase trabajadora que prometía un futuro de grandes cambios, no sólo laborales sino sociales. Esto implicaba un largo trayecto de tareas y quehaceres para la clase obrera organizada, caso contrario al panorama al que nos encontramos en este momento. Ahora ubicamos una población enajenada que además de asumir las prácticas de dominio, las reproduce, defiende y asume como responsabilidad propia el hecho de que si se da un despido injustificado o se pierden derechos laborales (ganados en luchas anteriores), el trabajador tiende a aceptarlo como una responsabilidad individual por no «hacer bien» la parte que a él o ella le corresponde dentro de la empresa.
Actualmente, se ha implementado en distintas empresas, un mecanismo de capacitación laboral y actualización de las tareas para las cuales se es contratado, por medio del sistema de competencias en el cual, el trabajador es sometido a una serie cursos y evaluaciones estandarizadas con las cuales se busca que el asalariado termine siendo el responsable de su empleabilidad y debe formarse permanentemente, incluso en su tiempo libre para ser competitivo para la empresa. El patrón se deshace así de la obligación de financiar la formación y capacitación para el trabajo. Estas evaluaciones no son más que un mecanismo impuesto por el Banco Mundial, no sólo en el ámbito educativo si no en el ámbito laboral que promete mayor «productividad» o, dicho de otra manera, mayor explotación de la fuerza de trabajo.
Todo lo anterior junto con la idea equívoca de progreso, maquinada básicamente por el sistema capitalista y asumida por una parte importante de la clase trabajadora, ha llevado a que gran parte de las conquistas laborales ganadas a lo largo de la historia se hayan perdido de manera gradual al punto en que nos encontramos como hace 128 años con el agregado que ahora está normado por el acto de fuerza de una reforma laboral que ubica al trabajador económicamente activo completamente desprotegido y cada vez más dentro de las cifras del trabajo informal.
Para el caso de los trabajadores asalariados, en 2014 se enfrentan ante una caída del salario desmedida. Se ha perdido el 77.79% de su valor con respecto al año 1987, según datos del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM, del mismo modo los trabajadores encaran la contratación de prueba, por horas y contratos temporales que no ofrecen ninguna seguridad social al trabajador, sujetos a horarios flexibles (para el patrón por supuesto) y días de descanso entre semana, jornadas de nueve a diez horas con una hora de comida sin recibir el pago correspondiente por horas extra, horarios de comida distintos para cada trabajador donde convivan el menor número de personas, y tengan insignificantes espacios para compartir ideas, la mayor parte de los trabajos no cuentan con sindicato y cuando lo hay se reduce al sindicalismo charríl o al subcontratismo también conocido como outsourcing.
Estas condiciones laborales reglamentadas por la actual ley laboral, brindan al patrón y al estado el privilegio de deslindarse por completo de cualquier responsabilidad con el trabajador, y convergen con la difícil coyuntura social, donde el gobierno de manera periódica incrementa los costos de las necesidades básicas de la población, aumenta el precio de la gasolina y el gas, vinculados directamente con el transporte y complementando con el nuevo «Hoy no circula» que afecta gran parte de la población y sobre todo a aquellos que su fuente de trabajo depende del transporte.
Existe un elemento relevante más que ha llevado a poner en desventaja a la lucha social con respecto al sistema dominante, y es que se ha creado una fracción importante de la clase trabajadora indiferente, enajenada y desmovilizada, que se sumerge en la dinámica del sistema cumpliendo al pie de la letra los estándares de sometimiento. Ver por ejemplo el arribo al centro de trabajo a la hora estipulada para obtener el premio de puntualidad, o bien la asistencia total para tener el bono de productividad, cumplidos además porque un día trabajado es fundamental para apenas alcanzar a cubrir algunas de las necesidades básicas de la Canasta Alimenticia Recomendable (CAR) que maneja el CAM en su documento «Fabrica de pobres» (Menciona que el salario mínimo en 2014 en México es de $67.29 y el costo de la CAR es de $184.96).
Lo anterior pone en evidencia que el sometimiento a los reglamentos del centro de trabajo se asumen muchas veces por el trabajador porque si no trabaja no come y tampoco no tiene posibilidad de adquirir productos que le han hecho creer que le darán un mejor nivel de vida, como el tener un auto, una casa y un teléfono celular.
Ante la ofensiva del gobierno, sus partidos y los dueños del dinero que con sus reformas laboral, «educativa», energética y de las comunicaciones, se ha impuesto por la fuerza, un control capitalista del pueblo trabajador dentro del mundo del trabajo y el de su vida cotidiana. La tarea que tiene el pueblo organizado para resistir ante esta ofensiva, no es imposible, pero se requiere de un trabajo de sensibilización arduo, de romper con esos mecanismos de auto control que se encuentran naturalizados en muchos trabajadores. Se requiere sobre todo de un trabajo organizado y colectivo que se defiende y se rebela frente al dominio desde cualquier espacio en el que nos encontremos en la vida diaria.