Tras los sismos recientes -de 2017 a 2022- y dos años de epidemia de Covid-19 poblanos encontraron las tumbas de sus familiares con grietas y en mal estado, según se confirmó en un recorrido por el lugar.
Los movimientos telúricos han provocado las cuarteaduras tanto en las tumbas y capillas más longevas como en las más recientes, a lo que se suman hundimientos provocados por el terreno húmedo y el paso del tiempo.
Este 1 de noviembre una marea de personas regresó a donde yacen los restos de sus familiares y el panteón volvió a vestirse de color anaranjado con vivos en rojo propios de la flor de cempasúchil y de otras especies que adornan los caminos, los montículos de tierra y las planchas de cemento o de mármol.
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Ante lo reducido de los recursos, los deudos alcanzan a quitar la maleza, la hierba y cambian las flores viejas y marchitas por otras más recientes para recubrir las tumbas.
Contratan a jardineros que ofrecen sus servicios por “lo que guste darme” para darle un poco de mantenimiento a las criptas, al tiempo que rezan, cantan y colocan veladoras en honor a sus familiares que ya no están.
El silencio de 2020, el peor año de la epidemia, fue sustituido este martes por voces, cantos y alabanzas, al tiempo que entre las criptas se escuchaba el “Cielito Lindo” que salía desde la aplicación de Youtube del teléfono móvil de una joven que acudió a visitar la tumba de su madre.
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En esta ocasión, aún con restricciones por la contingencia sanitaria, no pudieron ingresar mariachis o grupos musicales, sin embargo, los deudos se las arreglan para alegrar el ambiente con canciones que sintonizan desde celulares o bocinas inteligentes.
Más que lúgubre la imagen era de melancolía y por momentos de alegría cuando en cada una de las tumbas se observa a la gente dialogar con sus muertos, como si estuvieran presentes.
Un guitarrista se cuela hasta la segunda sección del panteón y con su espiga rasga el instrumento y entona canciones para su padre acaecido hace unos años ofreciéndole las tonadas que le “gustaban en vida” al difunto.
Mientras tanto en la calle la gente entra y sale del camposanto, compra pacas de flores desde 20 pesos y sin proponérselo reactiva la venta de estas especies, actividad también afectada por la epidemia.
Afuera se ha cerrado la avenida 35 Poniente para que la gente pueda circular y se eviten las aglomeraciones, así como evitar un accidente por lo que policías municipales vigilan la circulación de peatones.
El operativo incluye la revisión de mochilas y bolsas para evitar el ingreso de armas, así como de bebidas alcohólicas al cementerio que ve de nueva cuenta circular a los familiares de los muertos que en años anteriores no fueron olvidados, sino que simplemente fue imposible visitarlos.