Ciudad de México. Los 11 mil kilómetros de litoral marino de México están contaminados con plásticos, cuya presencia va de la zona de manglares, la línea de playa, hasta el fondo de los mares, dijo Cecilia Enríquez Ortiz, oceanógrafa por el Instituto de Estudios Marinos de la Universidad de Plymouth, en Reino Unido.
Durante el conversatorio Más y más plásticos en los sistemas acuáticos, organizado por el Escuela Nacional de Ciencias de la Tierra (ENCiT) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la especialista señaló que después de 70 años de producción de plásticos, los ecosistemas marinos se han convertido en una especie de destino final para estos materiales, que ya se encuentran en todos, incluso en las zonas más profundas donde no hay navegación periódica humana.
Mariana Quezadas Rojas, doctora en ciencias del mar por la UNAM, quien también participó en el conversatorio, dijo que más allá de una reflexión en torno a su uso, es prioritario llamar a la acción para tener un consumo responsable.
Los plásticos son polímeros (un compuesto químico, natural o sintético, conformado por unidades estructurales repetidas), pueden ser extraídos de hidrocarburos o biofuentes. Son de diversos tipos: rígidos, flexibles, de alta o baja densidad; muy durables o con una relativa facilidad para degradarse. Son materiales muy versátiles, y muy económicos, por tanto los usamos muchísimo, explicó Quezadas Rojas.
De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente se producen 400 millones de toneladas de plásticos al año, en el mundo; de los cuales México aporta 3.8 millones de toneladas y usa un poco más de 5.9 millones.
El consumo de polímeros en el país está marcado por tres principales usos: envases y empaques, sector de la construcción, y rubro automotriz. Las estimaciones señalan que una persona produce 50 kilos de residuos plásticos al año. De estos desechos, 90 por ciento van a basureros, sin un manejo adecuado, y 10 por ciento se dispersa directo en el medioambiente.
Enríquez Ortiz señaló que el plástico disperso en el entorno ambiental se somete a dos procesos: el intemperismo, que rompe el material por sol, calor, agua, viento; y el transporte, por aire, agua, los humanos o la fauna.
Además, el plástico se ve influenciado por fuerza de gravedad, que lo lleva de lo más alto a lo más bajo, “y entonces el viento, los ríos, poco a poco los llevan hasta las costas, donde en la zona de playas, la línea de basura puede removerse con una tormenta, mientras en otras áreas como los manglares, donde los árboles tienen un sistema de raíces expuestas, la basura queda atrapada y no la deja salir”.
La especialista en hidrodinámica marina y costera mencionó que desde la ciencia han emprendido trabajos para medir su presencia, y sus efectos nocivos en el ambiente, como es la contaminación en las costas y los daños a la fauna marina, quienes se enredan en ellos y confunden los fragmentos más pequeños con comida, lo que provoca su intoxicación o muerte.
Los equipos de investigación como los de Enríquez Ortiz se lanzan al mar o cuerpos de agua en embarcaciones medianas o pequeñas, y miden la presencia de plástico con las mismas redes con las cuales capturan organismos pequeños, como el plancton. Después, los determinan y clasifican.
Los especialistas también estudian su transporte con modelos numéricos para tratar de predecir cómo se van a mover y en qué zonas se dará una mayor acumulación.
Muchos de los conocimientos generados en torno al plástico y sus efectos en los ecosistemas marinos van encaminados a generar una reflexión entre la población. Pero creo que ya no es momento de reflexionar, ya estamos en el tiempo de actuar.
Cecilia Enríquez mencionó que la posición frente al consumo del polímeros no transita de forma unidireccional: “lo uso o no, llevaré mi bolsa de tela o no al supermercado, cada tipo de plástico está intrincado en una serie de problemáticas, en donde no sabemos si una bolsa de tela gastó más agua o energía que una bolsa de cierto plástico, en ese tipo de elecciones estamos atrapados y el camino no es tan fácil”.
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Como ejemplo, destacó que las personas deciden entre comprar alimentos de consumo inmediato, con empaques de plástico, o comprar alimentos para cocinar, lo que implica en medio de un ritmo acelerado de trabajo, dedicar tiempo a esa tarea. También, deben optar entre usar pañales desechables o de tela, en un entorno donde hay regiones sin agua corriente.
“Parte del problema de los plásticos está relacionado con este estilo de vida que llevamos y del contexto en el cual estamos, y no hay soluciones sencillas, pero tenemos que buscarlas. Por ahora, lo más certero es si puedo evitarlo, lo evito.