Vecinos del municipio de Cuautlancingo, encabezados por el regidor Rafael Ramírez Hernández, denunciaron que la construcción del segundo piso de la autopista México–Puebla incomunicó a cinco colonias populares de esta localidad, ubicadas entre la junta auxiliar de Sanctórum, la Unidad Habitacional Volkswagen I y II y el Parque Industrial Finsa.
Es obvio que no se puede estar en contra de obras públicas que significan mejores posibilidades de vida para la población y progreso, pero es un hecho que en el caso que nos ocupa, la vialidad es necesaria, aunque las medidas tomadas para que la gente de los al rededores o que tiene que pasar por sus inmediaciones, son verdaderamente ineficientes.
Los vecinos de Cuautlancingo son los principales afectados, pero también miles de automovilistas, porque en la realización de la obra –que, se insiste, es pertinente– los encargados cambian con muchga frecuencia y sin aviso previo las desviaciones y vías alternas, lo que en la noche ha provocado no pocos accidentes.
Los embotellamientos también son frecuentes en la zona, y eso se debe no solo al flujo vehicular, que de por sí es denso, sino a que no hay una logística adecuada para manejar la enorme cantidad de automotores que se desplazan por la vialidad en horas pico.
Es por eso que resulta necesario que las obras públicas en el estado sean planeadas en todos sus aspectos y detalles con la finalidad de no generar enconos en la sociedad ni problemas de productividad.