Cientos de pipas cargan agua en pozos ubicados en los barrios de San Antonio Arenillas y Santa Clara La Venta, pertenecientes a la junta auxiliar de San Francisco Totimehuacan, así como en la inspectoría de San José Atotonilco, ubicados a escasos metros de la presa de Valsequillo, Manuel Ávila Camacho.
Blanca Justo Cortés, presidente del Comité de Vigilancia del Agua Potable en la demarcación, afirmó que este líquido consumido en domicilios y negocios en colonias donde no hay suministro de agua y en el cual también la empresa Concesiones Integrales da un servicio deficiente, podría estar contaminada por la cercanía de los pozos con el vaso.
Al respecto, Gabriela Pérez Castresana, especialista en cuencas hidrográficas de la Universidad Iberoamericana de Puebla, y Alejandro Torres Jaramillo, investigador del Instituto de Ciencias de la Universidad Autónoma de Puebla (ICUAP), coincidieron por separado en que es muy probable que ante la cercanía de los pozos con la presa podría haber una filtración de metales pesados y coliformes que, al ser consumidos por las personas, podrían presentar problemas graves en su salud.
Decenas de pipas al día recargan en pozos “artesanales”’
En un recorrido hecho por La Jornada de Oriente se observan varias pipas que circulan por la federal a Valsequillo y dan vuelta sobre el camino Real a Arenillas, visiblemente dañado por la falta de mantenimiento.
A un kilómetro de distancia los vehículos pesados ingresan en un domicilio en cuyo interior hay tres albercas o cisternas al aire libre desde los cuales se bombea el líquido para llenar los contenedores de cada camión.
A decir de los vecinos se trata de una especie de pozo artesanal, el cual se desconoce si cuenta con premisos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) para realizar la extracción.
Llama la atención que el pozo, al cual se ingresa por un zaguán de amplias dimensiones, se encuentra a escasos 20 o 30 metros de la presa Manuel Ávila Camacho.
La evidencia de la cercanía del vaso es el lirio acuático que prácticamente rodea la parte trasera del predio en el que se extrae el líquido.
Los camiones que cargan el agua carecen de razón social, en tanto que en el pozo tampoco hay algún rótulo que dé cuenta respecto a quiénes son los dueños o representantes del lugar.
Se llamó a la puerta pero nadie respondió al momento del recorrido y únicamente desde afuera se aprecian las albercas semillenas con las que se abastecen los contenedores de los camiones.
En La Venta y Atotonilco hay más de una decena de pozos
La fila de pipas es más constante en la prolongación de la 24 Sur, después del Periférico Ecológico, zona que corresponde al barrio de Santa Clara La Venta.
En el lugar se observa más de una decena de pozos, que como en el caso de Arenillas, extraen el agua para surtir pipas que llegan a costar en el mercado hasta mil 200 pesos.
El mismo camino conecta con San José Atontonilco, una de las 30 inspectorías de la capital del estado, con alta marginación y pobreza, la cual se encuentra a las orillas de la presa.
Al menos cinco pozos, muy cercanos entre sí, ya que entre estos hay una distancia de no más de 30 metros, se encuentran a unos pasos del embalse en dicha inspectoría.
Lo anterior implica que el riesgo de filtración de las aguas contaminadas con la de los pozos es muy alta, ya que a decir del investigador del ICUAP, Alejandro Torres Jaramillo, la extracción de agua se halla en la zona inundable de la presa.
Justo Cortés, por su parte, sostiene que no es recomendable consumir ese líquido para las actividades humanas ante el riesgo de enfermarse.
Lo que a todas luces parece un negocio lucrativo se realiza con visos de clandestinidad, ya que en los lugares nadie da la cara para explicar los procesos que se llevan a cabo, aunado a que las pipas carecen de razón social.
Pese a ello, los vehículos cargados realizan varios viajes a plena luz del día y solo basta circular sobre la 24 Sur para dimensionar la cantidad de agua que transportan al día.
Pipás se venden en Totimehuacan y en Puebla capital
Los vecinos revelaron que las pipas que se abastecen en los pozos de Arenillas, La Venta y Atotonilco se pueden contratar en el centro de la junta auxiliar y la mayoría son pedidas por vecinos de diferentes colonias y negocios del municipio de Puebla.
Cabe resaltar, que la propia Justo Cortés subrayó a mediados de septiembre que aproximadamente 80 por ciento de los 186 mil 715 habitantes de San Francisco Totimehuacan, equivalentes a 149 mil personas, carecen de los servicios de agua potable y drenaje.
En aquella ocasión subrayó que la segunda de estas carencias provoca que los desechos de los habitantes de comunidades como La Cantera, El Aguacate y de barrios como San Juan y La Asunción se viertan en fosas sépticas, barrancas, drenajes pluviales o los dejen a cielo abierto, lo que provoca una severa contaminación en la zona.
La también activista destacó que la empresa Concesiones Integrales dota del servicio de agua potable y alcantarillado únicamente en 13 de las 66 colonias de la junta auxiliar, lo que provoca que la mayor parte de la población carezca del servicio.
Justo Cortés subrayó que las inspectorías, colonias o barrios que carecen del servicio de drenaje y también de agua potable son La Asunción, Chetla, Lomas de Coatepec, Los Reyes, Santa Clara, Atotonilco, El Aguacate y La Cantera, entre otras.
Manifestó que hay poblaciones como Los Reyes y El Aguacate que usan fosas sépticas para tirar sus desechos humanos, sin embargo hay otras demarcaciones que ante la falta de opciones vierten sus desechos humanos a las barrancas, que indirectamente se conectan a la presa Manuel Ávila Camacho, mejor conocida como Valsequillo, en tanto que en barrios como La Asunción y San Miguel hay drenajes a cielo abierto.
Ante la carencia del líquido es muy probable que los habitantes de estas demarcaciones contraten las pipas que se llenan con estos pozos para abastecerse.
Hay alto riesgo de filtración con agua contaminada: especialistas
Alejandro Torres Jaramillo, integrante del Departamento de Investigación en Zeolitas del ICUAP y experto en estudios sobre la contaminación del Atoyac, sostuvo que ante la cercanía de estos pozos con la presa, existe el riesgo de que el agua contaminada del vaso se filtre con el agua “potable extraída”.
Indicó que si los pozos están tomando el agua del acuífero libre puede darse la infiltración de agua contaminada por un tema de presión.
“El proceso de filtración del agua a través de la capa no saturada llega a una parte que nosotros conocemos como capa de saturación. Y lo que nosotros tenemos aquí es el acuífero libre. Ese acuífero libre puede ser de donde los pozos estén tomando el agua de abastecimiento, el cual puede tener una intromisión con el agua de la presa de Valsequillo”, expuso.
Manifestó que observa un riesgo sanitario combinado: por un lado por la infiltración, y por otro debido a que los contenedores de las pipas pueden acarrear bacterias y otras sustancias si no reciben el aseo correspondiente y continuo.
“En primera instancia podríamos estar ante la perforación ilegal de un pozo, hay que ver si cuentan con la autorización necesaria. Segundo, estas pipas deben de cubrir una normatividad ambiental para operar, el problema es que tenemos que verificar cada cuando son sujetas a un proceso de limpieza”, manifestó.
Expuso que en caso de que haya infiltración del agua de Valsequillo en los pozos podría haber sustancia como coliformes fecales, y metales pesados que causan graves daños a la salud.
“Podemos tener contaminantes orgánicos e inorgánicos. La presa es una laguna de oxidación de todos los drenajes que vienen de Puebla y de Tlaxcala, por ello podemos tener benceno, tolueno, etileno, gasolina, arsénico, plomo y mercurio, entre otros”, subrayó.
Sostuvo que no es necesario que se ingiera esta agua para que los contaminantes ingresen al cuerpo, ya que esto también pude ocurrir al ocupar el líquido para bañarse, lavar la ropa o los trastes.
Indicó que estos contaminantes pueden provocar desde daños a la piel hasta gastroenteritis y en casos graves cáncer e insuficiencia renal crónica.
Graves daños a la salud: Castresana
Gabriela Pérez Castresana, especialista en cuencas hidrográficas de la Universidad Iberoamericana de Puebla (UIA), coincidió en que hay un grave riesgo de filtración de agua contaminada a los pozos de los que se extrae el agua para surtir pipas, no solo proveniente de la presa Manuel Ávila Camacho, sino también del río Alseseca, en el que se han encontrado tres veces más contaminantes que en el Atoyac.
Manifestó que tanto en la presa como en el Alseseca y en el Atoyac se ha hallado una amplia variedad de metales pesados, como el plomo, mercurio y cadmio, los cuales son muy tóxicos para el ser humano a cualquier nivel, además de que también se ha detectado níquel y cromo.
“El plomo es un elemento que provoca daños neurológicos principalmente en niños. Puede favorecer enfermedades del corazón. También está asociado con insuficiencia renal crónica, así como con enfermedades diversas que afectan el sistema inmunológico”, destacó.
Manifestó que también provocan anemia, dificultad para respirar y si una embarazada está expuesta a estos metales ya sea por ingestión o por contacto puede afectar al feto.
En 2007 se documentaron malformaciones por agua contaminada
En 2007 una investigación realizada por Antonio Valdez García, académico de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), documentó malformaciones humanas como niños con seis dedos en manos y pies, retraso mental, paladar hendido y labio leporino, entre otros, como resultado de la contaminación en la presa.
El estudio se llevó a cabo en la población de San José Tejaluca, perteneciente al municipio de Tzicatlacoyan, ubicado en la rivera del Atoyac, después de la presa.
La investigación reveló que los niños estudiados, todos con malformaciones congénitas, tenían en su sangre altos índices de plomo.
Cabe subrayar que Alejandra Méndez Serrano, directora del Centro de Derechos Humanos, Fray Julián Garcés, informó recientemente que a través de estudios científicos se ha documentado que la población infantil que vive en la zona donde pasa el acuífero contaminado del Atoyac, tanto en Tlaxcala como Puebla, tiende a crecer menos, debido a los daños tóxicos en su organismo.
Sostuvo que en la cuenca han identificado compuestos orgánicos volátiles y metales que al ingresar al organismo de las personas no logran expulsarse y entonces las personas corren riesgo de contraer una enfermedad grave como insuficiencia renal y cáncer.