Lo insólito, leemos en una de las muchas novelas de Ricardo Piglia (1941-2017), no es sino lo cierto; definición, sucinta y convincente, que le viene bien a la literatura y específicamente a la de este autor argentino siempre “abierto a la experimentación” y “al cambio de las cosas”, y a quien podemos ahora leerlo en su conjunto, al menos en su faceta como cuentista, en el recién editado Cuentos completos, de la editorial Anagrama.
Cuentos insólitos, es decir, cuentos ciertos, alimentados de la imaginación literaria de un autor inscrito en el canon de la narrativa latinoamericana y creador de un estilo por demás definido, tal vez una de sus principales preocupaciones en el momento de la creación.
“Uno se relee y encuentra tonos y ritmos en los que no había pensado, pero son esos fraseos y esas modulaciones de la prosa lo que, en última instancia, persiste y persevera a lo largo del tiempo”, escribe Piglia. Y es cierto, junto con él, los lectores hacen suya la convicción de que “esas manías y esas maneras son lo único que uno busca narrar [leer]. Y esos ritmos son, en definitiva, lo que llamamos estilo personal”.
En poco más de cincuenta años de oficio literario, Piglia escribió medio centenar de cuentos, “ficciones breves”, decía él, reunidos en al menos cinco títulos, a engrosarse con un par de inéditos y otros publicados en revistas. Suma que salió de prensas una primera vez en 2006, antecedente de la ahora en circulación, tras completarse la edición de los llamados diarios de Emilio Renzi, tres tomos llamados Años de formación, Los años felices y Un día en la vida, especie de autobiografía póstuma, siempre a partir del seguimiento del personaje que les aporta nombre, álter ego del autor.
A quien el lector podrá vislumbrar en Cuentos completos ya que, como lo advierte Piglia, “reescribir viejas historias tratando de que sigan iguales a lo que fueron es una benévola utopía literaria, más benévola en todo caso que la esperanza de inventar siempre algo nuevo”. Un personaje y una historia desdoblada ad infintum.
Medio centenar de cuentos insólitos, ciertos…, ¡vaya agasajo que le espera al lector de este Cuentos completos!, también una pista para llegar a la novelística pigliana, por fortuna bien y accesiblemente editada, en la cual se pueden destacar títulos como Respiración artificial, La ciudad ausente y Plata quemada, tal vez esta última la obra más difundida y que tuvo una (fallida) versión cinematográfica y que cuenta una historia real en tono policiaco, la de un asalto bancario que termina muy mal.
Senda Borges
Cuentos de cinco mil palabras, escritos “en la senda” de Hemingway y Borges, pero también extensos, “formas en los que procedimientos fueran más abiertos”, que pueden leerse sin hacer caso del orden editorial con el que se presentan, destacando los de El caso del comisario Croce, deliberadamente policiacos, que incluyen liminar de Karl Marx. Sí, de Marx, donde se acierta sobre la realidad del delincuente y el delito en la sociedad capitalista (neoliberal, diríase ahora).
Cómo contar las cosas, pregunta el narrador de “Tierna es la noche”: desde una Lettera 22, parece contestarse, eso sí, una vez diluidas, lejanas, las cosas.
¿O como definición de diccionario, no será mejor…?, donde historia es abstracción; mundo: pantano inhóspito; música: realidad; adicción: enamoramiento; cuervo: pájaro asesino; deseo sexual: lo que desordena la vida e irrumpe en cualquier situación; fondo del mar: sitio de los jugadores que lo han perdido todo; irrealidad: detalle; insólito: cierto.
Así nos cuenta Piglia, desde la (aparente) sencillez de la descripción y el ordenamiento: así este medio centenar de historias.
Ricardo Piglia, Cuentos completos, Anagrama, Barcelona, 2021, 831 pp.
@mauflos
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