El año pasado, a finales de noviembre, participé en el “Encuentro de Códices del pasado y del presente. Libros pintados y pieles sagradas”, en la Casa de la Cultura de Puebla, organizado por Manuel Melgarejo Pérez, director del Museo Regional de Puebla y coordinador de los Museos del INAH en Puebla. El espacio resultó ser bastante interesante pues me permitió conocer el trabajo de investigadoras e investigadores diversos y presenciar propuestas relevantes para la divulgación del estudio de la escritura precolonial y colonial realizada por los pueblos originarios de nuestro territorio. Una de las actividades relevantes del Encuentro y que motiva esta entrega, fue la proyección del documental “’Ñii Ñu’u pieles sagradas’, -como consta en una nota publicada por este diario a cuento del Encuentro- producido por la UAP y el Copacai, con los comentarios del propio Omar Aguilar y de Eric Chiquito”. El documental, que puede ser visto libremente en Youtube, nos introduce a la elaboración de códices del estilo denominado mixteca puebla y que constituyó la forma de escritura del pueblo Ñuu Savi (el pueblo de la lluvia comúnmente denominado mixteco) y que fuera adoptado por otras tradiciones, como la mexica o la cholulteca – ver cerámica tipo códice-. Según el artículo “Códices mixtecos: app para leer los códices de ñuu savi y la reintegración de la memoria cultural en el pueblo de la lluvia”, escrito por Omar Aguilar Sánchez, Celina Ortiz Reyes y Selena Pérez Herrera y publicado en la revista Cuadernos del Sur en 2019, en “la lengua de origen, Tuhun Savi o Sahan Savi (la lengua de la lluvia), estos manuscritos fueron denominados Ñee Ñuhu, “pieles sagradas”, porque las historias y narrativas que contienen se refieren al origen sagrado del Ñaa Yivi (mundo), de la primera salida del sol y de jekoo nda ñuu nu ndikumi ichi (la fundación de las comunidades en los cuatro rumbos), de los ñuhu, iya e iya dzehe (sus deidades y sus gobernantes deificados), de sus linajes, alianzas matrimoniales, conquistas y conflictos. Nos cuentan historias –algunas trágicas como la del señor 8 venado y la señora 6 Mono– que tenían como fin transmitir los valores culturales al público ante el cual eran declamadas (Anders et al. 1992b, Jansen y Pérez Jiménez 2007a)”. En el documental se enfatiza la importancia de esta escritura -pictográfica- a la vez que se puntualiza la desgracia de que ninguno de los códices atribuidos a este pueblo se encuentra en sus manos; además de que, debido al despojo y a la introducción de otras prácticas, los Ñuu Savi desconocen esta escritura y, por tanto, su contenido y significado.
Omar Aguilar, como vemos en el documental, se ha dedicado al rescate de la lengua Tuhun Savi en su región en Oaxaca y ha buscado traducir los códices a través de su propia lengua. Los que hemos trabajado con manuscritos escritos por los pueblos originarios lo hacemos desde la externalidad generalmente y, aunque conociéramos la lengua de origen, no necesariamente podríamos comprender el pensamiento detrás de la lengua. En efecto, considero que lengua es pensamiento pues, al ser desarrollada por grupos humanos que pretenden aprehender el universo mediante su descripción, lleva en sí misma una cosmovisión, es decir, una visión del mundo. Y, mediante este proceso, Aguilar se dio cuenta de que podía y debía transmitir este conocimiento a los pobladores de la región, principalmente a los niños y a los jóvenes, no sólo para que se familiaricen son estos textos, sino para que puedan construir sus identidades en torno a su herencia cultural. El resultado es, según vemos, muy alentador. Acercó esas pieles sagradas y su desciframiento a niños en edad preescolar lo que motiva tanto el aprendizaje de esta escritura y, concomitantemente, el que ellos y ellas se interesen por su propia lengua. Como sabrá quien lea esto, ya de forma abierta por las autoridades escolares, ya por prácticas soterradas, se ha buscado la castellanización de las poblaciones originarias para integrarlas a la Nación, al progreso y al desarrollo. Por tanto, no se suele enseñar en las lenguas originarias en las escuelas del país y si se hace, es de manera muy focalizada. Por otro lado, nuestros pueblos originarios han sufrido racismo y segregación desde la invasión europea, pero especialmente desde el México independiente. Por tanto, una forma de evitar dicha discriminación es no hablar la lengua madre, por lo que, por desgracia, muchos padres y madres decidieron ya no enseñar su lengua a sus descendientes. Esto no fue parejo ni se extendió a todas las expresiones de las culturas, por fortuna, y personas como el mismo Aguilar pudieron conservar su lengua.
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Como vemos en el documental, las pieles sagradas como eje central del trabajo de Aguilar, han servido para darle un repunte a ciertas prácticas, como la visita de los sitios sagrados y algunas festividades. Me resultó fascinante ver cómo describe un pasaje del códice denominado Añute (de Magdalena Jaltepec (Añute), Mixteca Alta, Oaxaca, hoy en la Bodleian Library en Oxford, Inglaterra) en que vemos un matrimonio, en contraste con la celebración de una boda actual en la región. Y vemos claramente cómo están registrados pasajes del rito de paso en el manuscrito, como la bendición de los vestidos de boda y la danza alrededor de los novios portando flores de la región, tal cual se ve en la ceremonia actual. Es decir, los textos, con independencia de que pudieran narrar episodios de la vida de importantes gobernantes, pasajes míticos o complejos rituales, pueden ser comprendidos de mejor manera si nos fijamos atentamente a los espacios, a las costumbres y a las personas herederas de lo ahí registrado. De esa manera, se dota de una vitalidad inusitada a estos documentos, además de que hace ver a los pobladores cómo es que su lengua los vincula con los códices, cómo lo hace con sus lugares sagrados y con su patrimonio. Por otra parte, Aguilar involucró a los jóvenes a escribir en estas pictografías y elaboraron el glifo toponímico de su población. El resultado fue por demás interesante pues la propuesta fue aprobada por las autoridades y ahora en Santo Tomás Ocotepec que en mixteco es Ñuu Yute Suji, que significa, según nos informa Aguilar en el documental, “Pueblo del Río de Naguales”, existe también el topónimo en su lengua y grafía. Como dato relevante, de los convocados a la realización del glifo quedaron puras mujeres, lo que para Aguilar representa la posibilidad de la participación constante de ellas en la elaboración de estos manuscritos en el pasado precolonial. De hecho, vemos en el documental una imagen en alguno de los códices existentes de una mujer denominada “pintora”. Celebro que existan espacios como el Encuentro que nos permiten conocer iniciativas tan loables como el proyecto que encabeza Aguilar. Y celebro mucho más su rescate de la escritura pues permite que el conocimiento adquirido a través de la profundidad de sus investigaciones, trascienda los recintos y las publicaciones académicas y se acerque a la gente de carne y hueso, heredera de todos estos conocimientos y que, con demasiada frecuencia son ignorados o dejados de lado por las y los investigadores. Es común que las y los académicos desdeñen el trabajo de divulgación por considerarlo superficial e insignificante; sin embargo, no cualquiera lo realiza, pues conlleva una comunicación de frente con personas que no están ni tienen que estar formadas para comprender nuestros “sesudos” -en ocasiones petulantes- análisis. Aquellos que hacemos divulgación vemos y sentimos el impacto que producimos en nuestras y nuestros interlocutores; pero es más el que se produce en nosotros mismos pues nos lleva por el camino de la humildad y nos hace entrar en conjunción con el mundo que estudiamos. Da gusto ver cómo el pueblo de la lluvia, los Ñuu Savi pueden apropiarse nuevamente el legado de sus Ñee Ñu’u, sus pieles sagradas.
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