Sábado, febrero 8, 2025

Pegasus: La casa de cristal

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Recientemente, cobró relevancia en los medios de comunicación la existencia de un  malware llamado Pegasus, cuya principal función es espiar a los usuarios de teléfonos inteligentes a través del uso no autorizado de los aparatos integrados en el propio teléfono, como cámaras y micrófono.
A pesar de que la información de su existencia fue publicada en 2013, hoy se sabe que Pegasus ha estado en operación desde varios años antes, se sabe también que es un proyecto global y que sus principales víctimas han sido los miembros del Pueblo palestino.
En México, se ha documentado que el uso de este software de espionaje fue utilizado por el gobierno durante las administraciones de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto y que, sus principales víctimas han sido periodistas, defensores de los derechos humanos y activistas disidentes del régimen. Actualmente, existe una investigación en curso por parte de la Fiscalía General de la República, pero ¿qué sigue?
Vale la pena dejar claro que en la actualidad pensar en un sistema de espionaje continuo sobre la población en general no es para nada descabellado, de hecho, la existencia de teléfonos inteligentes y aplicaciones que solicitan permisos de acceso a nuestros datos, cámaras y micrófono, lo hacen muy evidente.
No es casual que nos aparezcan anuncios de productos sobre los cuales comentábamos recientemente en una cena familiar. Tampoco es casual que se nos sugieran canciones, rutas o lugares para comer que pueden ser parte de nuestras preferencias. Los algoritmos de inteligencia artificial conectados a los dispositivos que nos acompañan todo el tiempo son el medio idóneo para realizar esa tarea.
Nadie cuestiona que una empresa posea sus datos, ni tampoco se le acusa de violación a los derechos humanos cuando de manera habitual recaban información privada y sensible.
Parece que, en general, pasamos por alto que la organización económica, la operación del mercado, la propiedad privada, la producción y el intercambio de bienes y servicios, así como el trabajo asalariado son actos políticos. Así pues, nos restringimos a cuestionar al Estado cuando desde el gobierno se pretende regular el acceso a la información privada d la población.
En el mundo actual, las grandes empresas de la información son las que disponen de nuestros datos y a su libre albedrío los venden al mejor postor, sean gobiernos o bien otras empresas, y detrás de ellas se encuentra el financiamiento y la participación de las grandes potencias mundiales: por una parte, China y Rusia, a quienes en el mundo occidental tanto se ha juzgado, pero principalmente se puede mencionar a los Estados Unidos y su colonia en medio oriente: Israel.
En estas condiciones vale la pena reflexionar sobre el papel que los Estados y los gobiernos subdesarrollados deben tomar respecto al tema: legislar para salvaguardar los intereses y la seguridad de la nación o bien, seguirse haciendo de la vista gorda. En administraciones pasadas se padeció del síndrome de Estocolmo.
Este es un tema de interés general ¿Cuál es tu posición?

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