La artista multidisciplinaria María Paz Contreras Buzeta trabaja en la búsqueda de diálogos claros, simples y universales. Su tarea, dice quién es conocida con el nombre de Paz, “es encontrar los lenguajes más comunes que hay, precisamente, a nivel del mundo, para buscar un vocabulario que sea más común y no tan local”.
Con una exposición reciente en Tehuacán y una próxima en Oaxaca, así como la que tiene en puerta para Puebla que será montada en un reconocido hotel, la creadora originaria de Santiago de Chile (25 de agosto de 1981) ha montado su obra en distintas geografías, como ocurrió en 2013 cuando inauguró el Museo de arte contemporáneo de Beijing, en China, para luego tener una residencia en Shanghái.
“Este vaivén de cosas he lo que estado haciendo y mi trabajo de eso se trata”, dice durante una entrevista y detalla que su trabajo consiste en averiguar, desde hace varios años, los orígenes ancestrales de las comunidades originarias de los ahora países de China y México, para conocer dónde estaba su filosofía central y sobre todo su relación como culturas antiguas del mundo.
Asimismo, dice Paz, su labor ha consistido en explorar en cómo estas culturas se asientan en lo actual, en un mundo globalizado, con el mismo acceso a la información desde las diversas plataformas, buscadores y espacios virtuales.
“El centro de mi trabajo es el Kybalión, un texto filosófico antiguo que tiene su base en la filosofía egipcia que contiene siete reglas de cómo funciona el mundo. Es un libro corto pero muy profundo y es la base de textos metafísicos y budistas cuya enseñanza es bastante simple: todo tiene un lado positivo y negativo, masculino y femenino, todo tiene un ritmo, todo vibra, todo tiene un arriba y abajo, todo se corresponde, y todo emerge”, expone la pintora.
Agrega que esas siete reglas han sido la base de su obra y las exposiciones que montado en distintos lugares de México, China, Colombia, Estados Unidos y Europa, labor que tiene como base el número siete, pues a partir de este desarrolla su trabajo visual.
“A través del origen del número siete, he creado símbolos que unan la cultura Occidental y Oriental”, afirma. Enseguida, muestra el número siete tatuado en uno de sus antebrazos a la manera en que se escribe en el Occidente que se complementa con el tatuaje de su otro brazo con la forma en que se escribe en el Oriente, y que, una vez unidos, da como resultado un símbolo que ha sido la base de su obra que no se remite sólo a lo pictórico, sino a la escultura y los textiles. “Este símbolo significa centro. Si vas a China, este símbolo está en todas partes. China significa el país del centro y México el país del ombligo, aludiendo a la misma historia”.
Así, prosigue la creadora, apoyada en esa idea ha trabajado con indígenas de México y Guatemala, para ir al origen y encontrar lo que se tiene en común como civilización. “Mi firma es Paz y eso lo que uso como la armonía entre los opuestos, ese es el trasfondo filosófico de mis proyectos”. Comparó incluso que si pueblos originarios de México conservan un aspecto mesoamericano como es el de los cuatro rumbos, en China, sus habitantes, a través del uso de la seda, también tienen algo similar.
La artista chilena que reside entre México y Estados Unidos completa que ha creado cuatro símbolos más que llaman visualmente a la unión de los dos polos, a la par de que, al inicio de la epidemia del Covid-19, estando en Estados Unidos organizó una exposición que reunió a artistas de siete países del Oriente con creadores de siete países del Occidente, misma que por la contingencia sanitaria fue quizá la primera que fue inaugurada en línea, con obra montada en sala y llevó a hablar sobre los nuevos códigos de la globalización y la unión necesaria entre sociedades.
“Hago pinturas abstractas, con colores fuertes, pues mi trabajo es energético”, concluye Paz, quien indica que al final su búsqueda es por diálogos claros, simples y universales, que den pie a seguir su exploración y a colaboraciones con distintas culturas.