Martes, mayo 13, 2025

Patriarcado y acumulación de capital

Destacamos

En el contexto complejo del despojo para la acumulación, vemos que el patriarcado existe previo al capitalismo. Sin embargo, me interesa resaltar algunos puntos. Heidi Hartmann (1983) en su texto “El infeliz matrimonio entre marxismo y feminismo: hacia una unión más progresista”, enfatiza en que el capitalismo y el patriarcado son dos sistemas que interactúan entre sí con sus propios mecanismos de reproducción. Históricamente desde algunos movimientos de izquierda, no se reconoce la vinculación entre capitalismo y patriarcado, asumiéndose que basta derrocar el capitalismo para emancipar a las mujeres. Sin embargo, la historia de varios movimientos revolucionarios anticapitalistas, muestra que dicha afirmación está lejos de ser realidad. Las expresiones patriarcales en la Rusia socialista, o la Cuba y la China comunista son un ejemplo de ello. Lo más grave es que mientras se considere hablar del capitalismo y del patriarcado como si fuesen dos sistemas desarticulados, no resulta posible derrotar a ninguno de estos.

El patriarcado y el capitalismo, no deben verse como dos sistemas autónomos, sino como un binomio monolítico: el capitalismo heteropatriarcal. El reto es identificar cómo este sistema se posiciona como la única forma de organización social, legitimando las violencias que establecen intersecciones expresadas en el continuum de la violencia.

Frigga Haug (2006), urge a reconocer las relaciones de género insertas en la lógica de las relaciones de producción y no como la forma en que deciden hombres y mujeres relacionarse individualmente. Las relaciones de género, señala, regulan el modo en que nos organizamos socialmente, incluidas por supuesto en los modos de producción a través de la historia. Señala que la inequidad de género y los mecanismos de control sobre el cuerpo de las mujeres se configuran “sobre la base de una (supuesta) complementariedad en la procreación, que se ha asumido como natural cuando se trata de un proceso construido históricamente. De allí que los sexos salen del proceso social como no iguales, y su no-igualdad se convierte en el fundamento o base de futuras formaciones” (Haug, 2006, p. 328). Así, las relaciones de género se convierten en relaciones reguladoras fundamentales en todas las formas de relación social que conocemos, y resultan absolutamente centrales para comprender el trasfondo de la división sexual del trabajo, la dominación, explotación, política, las leyes, la religión, el lenguaje, etc. Ninguno de los ámbitos de la vida podría comprenderse adecuadamente sin reconocer que las relaciones de género los moldean. Y las relaciones entre hombres y mujeres no pueden ser entendidas como algo fuera del modo de producción capitalista, develando la falacia que han implicado las divisiones entre lo público y lo privado / producción y reproducción, entre otros.

Todas estas relaciones y configuraciones que se revitalizan del patriarcado, en el capitalismo son un mismo sistema que posibilita su continuidad. Resulta urgente reconocer al capitalismo heteropatriarcal, no simplemente como un modo de producción, sino toda una matriz de poder que subsume los diversos espacios de la vida a la acumulación de capital.

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