Convencidos de que “sin comunidad no hay emancipación” y conscientes de que desde hace 10 años su palabra favorita ha sido la interrupción, la Fundación Arquetopia alista su crecimiento hacia Europa. Lo hará, informa su director Francisco Guevara, como una manera de justipreciar el trabajo y el legado de quien fuera uno de los miembros fundadores y principales benefactores del consejo directivo: Guadalupe Robles Cabral (1949–2019).
A ella, una historiadora y formadora de generaciones de estudiantes como profesora en un colegio de la ciudad de Puebla, le será dedicado el Centro Guadalupe Robles de Investigación y Contextualización de la Cultura visual de Europa que abrirá sus puertas en Nápoles para este 2020, un proyecto que tenía tiempo de haberse pensado.
Durante una entrevista, Francisco Guevara y Nayeli Hernández, coordinadora de Programas en la fundación, señalaron que el establecerse en Nápoles tiene que ver con enlazar a las ciudades en las que la Fundación Arquetopia ya trabaja: Puebla y Oaxaca, aquí en México, y Cusco, en Perú, todas urbes colonizadas como lo fue la ciudad napolitana que también fue un virreinato español.
Se trata, abundó Guevara, de “sacar a México fuera de la realidad nacional” y sobre todo hacer que se abra la comunidad poblana y salga de este ambiente, mismo que calificó de mezquino. “Es sano ampliar el espacio, participar en otros. No se trata de civilizarnos con Europa, sino al revés. Es claro que el Renacimiento sin América no habría sido posible. Se trata más bien de repensar cómo el arte europeo surgió sobre, a costa, de la conquista de América y el exterminio. Eso es algo que nos queda claro”, refirió el artista y promotor cultural.
Nápoles, una ciudad de segunda como es considerada en el imaginario europeo cuando en época virreinal no lo fue, servirá para cambiar si no la historia, sí el entendimiento que se tiene sobre el contexto histórico de la propia Puebla. “Hace falta ver el arte europeo como es: un arte provincial, de provincia, como propone un historiador hindú. Hay que volver a ver el arte europeo y contextualizarlo. No es la idea de ir Berlín, a París o a Milán, sino a Nápoles para ver las conexiones”.
En ese sentido, Francisco Guevara resaltó que, entre México, Perú y ahora Italia se compartió una cultura material virreinal expresada en asuntos como el uso de la grana cochinilla o el índigo –también conocido como añil–, los textiles o las tecnologías de construcción.
Acotó que se trata no de descentralizar, sino saber que no hay centro o periferia, sino que Europa misma tiene que ser parte de la ecuación. Por tanto, no se trata solo de historiar, sino más bien de hacer historiografía, a la par de reescribir y repensar la colonización dada en ambas vías, algo que se hará en el centro.
Abundó que el ciclo de la Arquetopia encontrará el cierre de esta, su primera década, con un programa de residencias que es único en el mundo, con el que han ido estableciendo una red importante de intercambios con India, Estados Unidos, Palestina, Irán, República Dominicana, entre otras urbes más. “Es voltear a otras formas de poder colaborar”.
Lo anterior, especificó, porque la realidad de las residencias tiene que ver con una idea: que están arraigadas en la idea “del gran turismo y del gran tour”, además de que hay algo que han aprendido: que el encuentro es la residencia, más no el lugar o el espacio en donde se desarrollan. “No podemos dejar de confrontar la realidad del problema de las residencias que es el gran tour, y Nápoles entonces era el destino en el gran tour, algo que tiene una tradición de por lo menos 300 años. No podemos tampoco entender el problema de las residencias sin entender el contexto histórico que produjo a Puebla sin Nápoles, por la serie de comunicaciones trasatlánticas entre Europa, Perú y la Nueva España”.
Al respecto, Nayeli Hernández consideró que, con sus acciones, Arquetopia ha generado comunidad en México y hacia sus colaboradores, quienes se han sumado a su visión de reeducar y de repensar los procesos artísticos.
Precisó que para Nápoles se tiene pensado una serie de intercambios y para ello se alistan programas de tintes naturales, pintura al fresco que conecta con la pintura cusqueña y la pintura mural, de vitrales y cristal de Murano, de escultura, cerámica de Vietri, mosaico y yesería. “Iremos conectado con comunidades como lo son artistas locales y servicio social, para repensar la manera en que las residencias se han realizado en Europa, y por tanto llevar el modelo propio que, en 10 años, Arquetopia ha impulsado”, consideró la encargada de programas de la fundación.
Por último, Nayeli Hernández y Francisco Guevara señalaron como un reto el establecerse en Nápoles, pues tendrán que aprender no solo una lengua sino una idea y un sistema cultural diferente, como ya lo han experimentado en Cusco, Perú, y en la propia ciudad vecina de Oaxaca. “Hace falta incidir en otros espacios y es entonces cuando hay que asumir la responsabilidad para hacerlo”.