“Chinito, chinito, toca la `malaca´, chinito.
Chinito, chinito, no `plecupes´más.
Chinito, chinito, me lava la `lopa´
Chinito, chinito, no `plecupes´ más.
Tocando la `malaca´ `comelá´ mucho `aloz´
Chinito no `tlabaja´ de la una a las dos”.
“Chinito, chinito”
(Ismael Díaz, compositor cubano)
Misterioso, enigmático, incomprensible, exótico, oculto y secreto son algunos de los adjetivos que utilizan los presentadores de los medios de comunicación cuando se refieren a cosas que no comprenden y que no están interesados en entender, porque en la mayoría de los casos estos personajes y “personajas” de la tv y de otros espacios informativos, están dedicados a lo inmediato, a las cosas simplonas; lo suyo no es pensar, sino repetir como “loros huastecos”. La China y sus habitantes se encuentran en el centro de lo extravagante y por lo tanto misterioso. Es el caso de una “china”, proveniente de la India, que en el siglo xvii vivió en la ciudad de Puebla y cuya vida y milagros fueron documentados por tres religiosos, dos de ellos jesuitas, para tratar de conseguir una nueva “santa”, ya que en 1668 se había elevado a los altares a Santa Rosa de Lima que tres años después fue proclamada “Patrona de América”.
La China Poblana… de la India
Vamos a hacerle un “lugarcito” al cacumen para explicar, con base en las numerosas investigaciones existentes, acerca de una mujer oriental que vivió en la ciudad Puebla en el siglo xvii quien, siendo aún una niña de 8 ó 9 años, llegó como esclava a la casa del comerciante portugués el capitán don Miguel de Sosa y de su señora esposa doña Margarita de Chávez, oriunda de la ciudad de Puebla. Catarina de San Juan fue el nombre cristiano que llevó esta niña de quien se dice que su nombre original fue Mihrra, que era una princesa y que procedía del Mogol, es decir de un imperio que abarcaba buena parte de la India en esa época. El relato registrado en las fuentes históricas, con algunas variaciones, es toda una aventura de matices inauditos en la que la niña, paseaba en la orilla del mar en compañía de su hermanito y fueron raptados por unos piratas que los llevaron a Cochin, donde unos religiosos jesuitas, sin que se explique cómo, los bautizaron y catequizaron; pero, nuevamente los méndigos piratas hicieron su aparición y llevaron a la niña a las Filipinas.
En Manila, un socio comercial de Miguel de Sosa compró a la chica y la embarcó hacia Acapulco para especular con ella y venderla a quien le pagara más. Así, llegó a la ciudad de Puebla entre los años de 1619 o 1620 para servir en la casa de la familia Sosa que, por cierto, ocupaba la esquina que forman las actuales calles de Juan de Palafox y Mendoza y la 4 norte, enfrente de la iglesia del Espíritu Santo (Compañía). Don Miguel “rindió tributo a la tierra” en 1624 y su esposa, después de algunos breves e inocentes devaneos, decidió ingresar al convento de carmelitas descalzas de San José (Santa Teresa) en 1626 el cual era favorecido por el matrimonio con importantes donaciones pecuniarias. Esto hizo que la esclava Catarina fuera a servir, manumitida (libre), a casa del clérigo Pedro Suárez, quien la casó con un negro, esclavo suyo, de nombre Domingo Suárez, pero la “chinita” se “amachó” negándose a mantener vida conyugal con él, aunque vivieron juntos hasta la muerte de Domingo, 14 años después.
Chinito, chinito, toca la malaca, chinito
Catarina, en su condición de esclava, fue una mujer muy modesta, de vida austera y apariencia pobre y humilde. Sus ropas, como describe el sacerdote jesuita Alonso Ramos, eran sumamente sencillas y recatadas, muy alejada de la riqueza del traje de China Poblana que la fantasía de otros atribuyó a la influencia del origen oriental de esta mujer y a su condición de “princesa”. Por otro lado, nunca llegó a dominar el castellano y su lenguaje era casi infantil y tosco a pesar de que vivió más de seis décadas en Puebla; algunas frases —propias de una “china” bozal— se reproducen en el libro de José del Castillo Graxeda, impreso en 1692, “Compendio de la vida y virtudes de la venerable Catharina de San Juan”. Ciertamente se distinguió como una visionaria, promovida intensamente por los jesuitas que andaban de sancamilos, o “iluminada” como la calificó el Santo Oficio. Es decir, Catarina tuvo diversas apariciones a cual más de extravagantes, de fantasía desbordante. El doctor Francisco de la Maza en su libro “Catarina de San Juan. Princesa y visionaria de Puebla”, distingue entre visionario y místico:
“Los visionarios son seres excepcionales. En ellos la imaginación lo es todo y el mundo de la fantasía es la realidad misma. (…) No son místicos, porque, como se explica en el texto, en ellos la unión divina es por medio de imágenes y el místico desea la unión intelectual, sin imagen. Son, en cambio, ascetas pues todo acercamiento a la divinidad necesita de virtud y penitencia. (…) la visión es la confirmación, para el asceta, de su fe y de su amor. Ve, oye, habla, toca a Cristo, a la virgen, a los santos, a los ángeles y a los demonios. Vive su fantasía y la cree real, aun físicamente hablando. Por eso el visionario es sincero cuando describe sus imágenes… “
Hay que entender que en la Puebla del siglo xvii la vida de la gente estaba enteramente dominada por la iglesia, prácticamente desde el nacimiento hasta la muerte. Circulaban historias de aparecidos de todo tipo, arrebatos monjiles, acechanzas de los demonios con mil y una supersticiones que, por cierto, cerca de concluir el primer cuarto del siglo xxi no hemos desterrado del todo y se han agregado otras más.
Catarina la esclava, liberada, se mantuvo cosiendo ropa ajena, preparando chocolate y cocinando, pero empleaba mucho tiempo en los rezos en la vecina iglesia del Espíritu Santo, trabó amistad con algunas monjas y con sacerdotes jesuitas que fueron sus confesores. El padre Alonso Ramos, de la Compañía de Jesús, escribió una extensa obra que exalta la vida de Catarina y da cuenta de sus apariciones celestiales y demoniacas de acuerdo a lo que ella misma le relató. Desde su niñez era visitada por Cristo, la Virgen, los santos, pero también era frecuentemente asediada por los demonios que la martirizaban y buscaban hacerla caer en un sinnúmero de tentaciones. Como muestra transcribo un fragmento del libro de Gisela von Wobeser Apariciones de seres celestiales y demoniacos en la Nueva España en cuyo capitulo v trata de “Catarina de San Juan y sus encuentros con seres del más allá”.
En cierta ocasión los demonios trataron de impedir que Catarina peregrinara al santuario de Nuestra Señora de Cosamaloapan, una advocación de la Virgen de la que ella era devota. (…) Durante el camino vinieron al encuentro de Catarina muchos batallones infernales. Unos le apuntaban con armas de fuego, otros se interponían a su paso con lanzas y espadas desenvainadas. En forma de perros, osos y leones se asomaban desde la espesura del bosque esperando que llegara para hincarle los dientes y las uñas con cruel ferocidad. Otros “como astutas serpientes descubrían entre las piedras y maleza de los montes sus venenosas cabezas, como que querían escupirle su ponzoña” .
En olor de santidad.
La muerte de Catalina de San Juan acaeció el 5 de enero de 1688 a la edad de 82 años y las honras fúnebres tuvieron lugar en el Colegio del Espíritu Santo de la compañía de Jesús (Edificio Carolino). Pocos años después los libros acerca de su vida y milagros fueron prohibidos por el Santo Oficio, así como una estampa de ella que circulaba entre sus muchos seguidores de la ciudad de Puebla. Así se esfumaron los empeños de los jesuitas por promoverla a la beatitud y luego a la santidad. Resumiendo, en esta breve semblanza de la mujer oriental que vivió en Puebla en el siglo xvii llamada Mihrra o Catarina de San Juan: fue acendradamente religiosa, esclava, sirvienta, pobre, de vestimenta sencilla, con dificultades para hablar el castellano, etc. Muchos han sido los investigadores que han tratado el tema de Catarina de San Juan, entre los cuales podemos citar a Alonso Ramos S.J., Francisco de Aguilera S.J., José del Castillo Graxeda, José Gómez de la Parra, Joaquín García Icazbalceta, Nicolás León, Manuel Toussaint, José Teixidor, Francisco de la Maza y muchos otros porque “sigue la mata dando”.
“Chino” o “china” eran las denominaciones de cualquier persona originaria o procedente del Oriente, así se tratase de Filipinas, de Macao, de Japón o hasta de China; muy semejante a los gentilicios que hasta hace poco tiempo se asignaban a las personas procedentes del cercano Oriente, los cuales eran llamados “turcos”, aunque hubieran sido de Líbano o Egipto o a los españoles a los que se les llamaba “gallegos” aunque hubiesen sido andaluces, vascos o catalanes. También se les denominaba “chinos” a los negros que llegaron como esclavos. Algún tiempo después la palabra adquirió en América Latina connotaciones afectuosas como lo podemos constatar en numerosos textos y canciones, como “La paloma” de Iradier. De manera que Catarina de San Juan era una “china” por su doble condición de oriental y de esclava. Como no llegué al punto de escribir sobre la “China Poblana”, la mujer que porta el “traje nacional” femenino, en la próxima entrega trataré de hacérselos saber, así como la mezcla confusa con el personaje del siglo xvii que ha sido el tema de guías de turistas, de locutores y de personas que desconocen y carecen de interés por la historia, pero suelen “hacerle al cuento”. Verán que en Puebla hubo muchas “chinas” y que la pareja que encarna el símbolo nacional por excelencia es una iniciativa relativamente reciente que prosperó en el imaginario social del siglo xx y no sé cuanto tiempo más.
1Gómez de la Parra, José
Fundación y primero siglo, del muy religioso convento de Sr. S. Joseph de Religiosas Carmelitas Descalzas de la ciudad de la Puebla de los Ángeles, en la Nueva España, el primero que se fundó en la América septemtrional en 27 de diziembre de 1604… / Escribe, y saca a luz el Dr. D. Joseph Gómez de la Parra. En la Pvebla de los Ángeles: por la Viuda de Miguel de Ortega, en el Portal de las Flores, 1732.
[16], 603, [7] p.; 30 cm. [Consultado: enero 2023] recurso digital (facsimilar)Biblioteca Nacional de México.
https://catalogo.iib.unam.mx/exlibris/aleph/a23_1/apache_media/FE9R7MR4QLCS2F1MBGPSRP2FK1EJ8Y.pdf
2 Los esclavos adoptaban el apellido de sus amos.
3 Ramos, Alonso. Los prodigios de la omnipotencia y milagros de la gracia en la vida de la venerable sierva de Dios Catarina de san Juan. [Consultado: junio de 2018]
https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/prodigios_catarina/tomo01.html
4 “Negro bozal” era la denominación que se daba, en la Nueva españa, a un esclavo que no hablaba bien el castellano y “chino” podría ser el nombre genérico de un sirviente oriental o africano.
5 De acuerdo al diccionario de la rae, en la primera acepción se lee: Visionario, adj. Dicho de una persona: Que, por su fantasía exaltada, se figura y cree con facilidad cosas quiméricas. U. t. c. s.
6 Maza, Francisco de la. Catarina de San Juan. Princesa de la India y visionaria de Puebla. México: ed. conaculta, 1990, 119 págs.
7Ramos, Alonso. Ibidem.
8 Wobeser, Gisela von. Apariciones de seres celestiales y demoniacos en la Nueva España. México: Ed. unam, publicaciones digitales, 2017. [Consultado: septiembre de 2019] https://historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/apariciones/celestiales.html
9 Aguilera, Francisco de. Sermón que predicó en las honrosas exequias de la Venerable Madre Cathalina de San Juan en su colegio de la Puebla. [Consultado: enero 2021]. https://ia600107.us.archive.org/20/items/A11106406/A11106406.pdf
10 Compendio/ de la vida, y/ virtudes de la/ venerable/ Catharina/ de San Juan/ por el bachiller Joseph/ de el Castillo Graxeda/ dedicado/ al ilustris/ simo, y venerabilissimo/ Señor Dean, y Cabildo de esta/Santa iglesia de la Ciudad de los Angeles./ con licencia, en la Puebla, en la Imprenta/ de Diego Fernández de León. Año de 1692. [Consultado: enero 2023] https://catalogo.iib.unam.mx/exlibris/aleph/a23_1/apache_media/HUI37YTT2U9511EX67SK46DT5B1RXH.pdf
11 León, Nicolás. Catarina de San Juan y la China Poblana. México. Puebla: Ed. Altiplano, 1971, 99 págs.