Tehuacán. El sacerdote Anastasio Hidalgo Miramón, conocido como el “Padre Tacho”, recordó que, en 1993, cuando se suscitó el conflicto poselectoral en Coxcatlán, que derivó en la muerte dos perredistas, atribuidas al entonces alcalde de ese municipio, Leobardo Armas Mauro, él también fue víctima del presidente quien orquestó una campaña de desprestigio en su contra debido a que ese día varios de los manifestantes agredidos se refugiaron en la parroquia que tenía a cargo.
Lee también: Desde 1993 siguen impunes asesinatos en Coxcatlán, de los que fue señalado Leobardo Armas
Hidalgo Miramón destacó que esas circunstancias adversas a futuro le sirvieron para reforzar su trabajo pastoral y lo llevaron a consolidar su labor como activista, al llevar el caso ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y conseguir que, por lo menos, se emitirán recomendaciones por esos hechos, aunque a la fecha no se alcanza la justicia para las víctimas.
La experiencia del padre Tacho durante el conflicto
El clérigo rememoró que, el 13 de marzo, mientras en Coxcatlán se realizaba una manifestación de perredistas que después fue agredida a tiros, hecho del que responsabilizaron a Leobardo Armas, contra quien era la protesta, él se encontraba celebrando misa en Tilapa, población perteneciente a su parroquia.
Al concluir la celebración, dos personas le notificaron que no podía regresar a Coxcatlán porque habían ocurridos hechos muy preocupantes y se temía por su integridad, por lo que lo retuvieron en Tilapa durante varias horas, pero finalmente él decidió volver a la parroquia preocupado por lo que había ocurrido.
Tomando veredas, ya en la noche, logró llegar al templo donde encontró a decenas de personas que seguían refugiadas en la parroquia, ante lo cual optó por darles cobijo durante toda esa noche, fue así como se enteró de todo lo que había ocurrido, incluyendo la muerte de Benito Sánchez Martínez, a la que siguió la de Zenaido Vázquez.
Leobardo Armas tomó eso como una afrenta a la que respondió con una campaña de desprestigio, el sacerdote recuerda que fue señalado de promover actividades subversivas y clandestinas, además de incitar a la violencia en la población.
Al año siguiente, tras el levantamiento armado en Chiapas por parte del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se intentó relacionar al clérigo con esa lucha indígena, provocando que la iglesia fuera vigilada constantemente por personal de Gobernación y hasta el Ejército.
Rememoró:
“viví una situación bastante tensa, tenía prácticamente que cuidarme, no podía salir a la sierra, solamente en la cabecera municipal o en la cabecera parroquial, y eso no terminó sino hasta las siguientes elecciones”
Ante ello, emprendió una serie de acciones de denuncia llevando el caso ante la CNDH que emitió una recomendación contra el alcalde y el gobierno estatal, encabezado entonces por Manuel Bartlett Díaz, fue un logro importante, pero en materia judicial nunca se hizo justicia a los asesinados, lamentó.
Para el “Padre Tacho” no hay duda de que esa situación adversa “reafirmó mi compromiso cristiano, en la lucha de los derechos humanos” y fue determinante en la consolidación de su trabajo no solo pastoral sino como activista que a la fecha continúa realizando ahora desde su parroquia en Tehuacán y del Colectivo Monseñor Óscar Arnulfo Romero.
Te puede interesar: En plena asamblea muere infartado líder cañero de Coxcatlán, Leobardo Armas Mauro