Este refrán, con cualesquiera de sus variantes, se invoca en muchas ocasiones para darle peso a los hechos por encima de cualquier discurso, por muy elocuente que se exprese. Con el mismo significado puede usarse “del hecho al dicho” o “del dicho al hecho”.
Efectivamente, en México el arte de la simulación ha alcanzado cotas muy altas y se puede decir cualquier cosa engañosa y manipuladora, casi enfrente de lo que está sucediendo en sentido contrario. Cuántas veces no hemos escuchado a los políticos afirmar que son unas blancas palomas y que están dispuestos a someterse a la justicia, porque son inocentes e inmaculados y, por lo tanto, no dicen temer al escrutinio de las autoridades. ¡Claro! se someten voluntariamente a las investigaciones a sabiendas de que pueden eludir la justicia y quedar impunes.
Día con día nos enteramos a través de la prensa escrita o electrónica acerca de los escándalos de corrupción; pero la manipulación de muchos de esos propios medios de comunicación masiva, aliados con el poder, buscan y logran inducir en sus lectores, escuchas y televidentes asiduos las ideas que convienen a los intereses de quienes les pagan con dinero público y también de ellos mismos, que se convierten en cómplices de la corrupción.
Muchas personas, de toda procedencia socio cultural y económica, saben de lo torcido de estos comunicadores y de la falsedad de los mensajes que difunden; sin embargo, hay aún quienes les dan crédito, creen en ellos; así, se construyen en las mentes de estas personas galerías de villanos y de héroes, por ejemplo: en estos momentos los musulmanes, sean malandrines o no, son malos; los homosexuales son ejemplos perniciosos para los niños; quienes manifiestan su inconformidad en cualquier forma son “peligrosos” para la sociedad; el “rescate” público de la banca es un mal necesario, etcétera.
¿Recuerdan ustedes cuando los chinos eran los malos? También les ha tocado el turno de maloras a los cubanos, rusos, latinoamericanos, indígenas, negros, mexicanos, coreanos, japoneses, vietnamitas, afganos, rumanos, iraquíes y muchos más. Basta mirar las películas de cada época para poder identificar a la etnia o nacionalidad donde residía la maldad del momento.
Qué dichos, discursos, habladas o rollos nos depara el futuro inmediato. En contra de quienes se irán esta próxima semana los “manchaplanas” de la prensa escrita o los “lorocutores” de los medios electrónicos y los ojeis del ciberespacio.
Algunos sujetos podrán decir misa, pero lo que cuenta es el aval que les dan sus hechos. Obras son amores, que no buenas razones.