Inició el sexenio de Claudia Sheinbaum Pardo como primera Presidenta de la República. Conforme una encuesta de Delas Heras, no arranca mal la Presidenta, el 75 por ciento de los encuestados la consideran como mejor que su antecesor, quien de acuerdo a una muestra del periódico El Financiero, concluye su mandato con un 68 por ciento de aceptación. Un dato más, el 66 por ciento de quienes contestaron la encuesta, consideró que Claudia Sheinbaum será una buena Ejecutiva federal.
Y deberá serlo, pues la Presidenta, de inmediato, tiene enormes retos, buena parte de ellos heredados y otros fortuitos, como es el caso de los desastres dejados por el huracán John en Guerrero, Oaxaca y Michoacán, cuya primera entidad fue visitada en el segundo día de su mandato, lo cual constituye un buen rasgo para intuir lo que será su forma de gobierno.
Pero los problemas heredados, no son menores y requieren una atención especial y responsable dada la naturaleza de los mismos que, conforme se vayan presentando, sobre todo si los resultados son positivos y efectivos, podrían ir dibujando los rasgos propios que alimentarán la singularidad del nuevo gobierno para lograr la continuidad con sello propio, pero sobre todo podrán fortalecer lo que ella misma ha señalado como Segundo Piso de la Cuarta Transformación.
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Entre otros, son tres pendientes relevantes, y de distinta naturaleza que requerirán tratamientos especiales, y diferentes uno de los otros. El primero es el problema de la inseguridad, que en los últimos días se ha exacerbado sobre todo en Sinaloa y Chiapas. Es cierto que han bajado los índices delictivos, pero no ha sido suficiente atacar las causas, en tanto los grandes grupos delincuenciales se encuentran intocados, aun cuando algunos capos han sido detenidos, En este ámbito, también se encuentran los desaparecidos, que según cifras oficiales pueden llegar a los cien mil, sin que haya un proceso efectivo de esclarecimiento, no obstante, el modelo adoptado de la experiencia capitalina, se requiere hacer más de lo implementado hasta ahora.
El segundo pendiente es el esclarecimiento de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, donde las respuestas dadas por López Obrador hace unos días (poco antes de que se cumplieran diez años del lamentable acontecimiento), no dejaron satisfechos a los padres de los estudiantes desaparecidos y a un sector importante de la sociedad. Queda en el aire una frase del presidente saliente, que recuerda Alejandro Encinas en un artículo publicado la semana pasada: “No debemos temer si se conoce la verdad, las instituciones se fortalecen con la verdad, se debilitan con la mentira”. Que cada quien llegue a sus conclusiones.
El tercer pendiente es el de la polarización en que se encuentra el país, que no es plena ni única responsabilidad de López Obrador, también lo es de una oposición visceral, contestataria, sin propuesta política. Se ha lesionado el diálogo y su fomento, cada parte debe poner lo que le corresponde. Seguramente, Claudia Sheinbaum buscará los canales para hacerlo, con voluntad política y disposición.
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