Facundo Rosas Rosas cuatro veces fue mencionado en la Corte del Distrito de Brooklyn y se le señaló de ser haber sido parte de la maquinaria oficial que habría permitido, durante el gobierno de Felipe Calderón, convertir al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICDMX) en un coto del Cártel de Sinaloa. También de ser beneficiario de los sobornos del narcotráfico y ser parte esencial del llamado “Cártel de Genero García Luna”, al que se le identifica como una organización criminal por los fiscales del Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Hasta ahora es incierto el desenlace del juicio contra el exsecretario de Seguridad Pública del gobierno calderonista, Genaro García Luna, pues hay opiniones divididas, desde lo que creen que el exfuncionario podría ser exonerado o recibir una condena mínima, hasta los que auguran una cadena perpetua para el hombre de mayor rango que hasta ahora ha sido sentado en el banquillo de los acusados por conspirar para exportar –de México a Estados Unidos– docenas de toneladas de narcóticos.
Más allá del desenlace, el juicio exhibió con claridad que la gestión del panista Felipe Calderón Hinojosa fue un narco-gobierno al servicio de la organización criminal con más poder en toda la historia de México: el Cártel de Sinaloa.
Y que el poblano Facundo Rosas Rosas, un hombre clave del morenovallismo, fue parte de ese entramado criminal descrito por testigos y fiscales ante la Corte Este de Brooklyn.
Hasta ahora Rosas, quien fue secretario de Seguridad Pública en Puebla y autor de la salvaje represión al pueblo de San Bernardino Chalchihuapan, en el año 2014, ha sido un personaje escurridizo, que el año pasado se libró de dos procesos legales graves, como fue ser exonerado por su supuesta participación en el operativo Rápido y Furioso –que permitió la entrada ilegal de armas de fuego a territorio nacional—y la muerte de una mujer, a la que atropello en la Ciudad de México.
Pero ahora, ha sufrido una condena moral –por lo que se dijo en el juicio de Brooklyn– que lo exhibe como un personaje esencial de la maquinaria oficial, durante los gobiernos del PAN, que fingió una guerra contra las bandas del narcotráfico y convirtió a México en un santuario del crimen organizado.
Rosas y todos los que fueron mencionados en el juicio contra García Luna han perdido toda credibilidad, confianza y futuro en las instituciones públicas del Estado mexicano. Son personajes “apestados”.
Hombre callado y peligroso
Facundo Rosas Rosas nació en Puebla, tiene 54 años, es un hombre delegado, callado, extremadamente serio y que nunca sonríe.
Quienes lo recuerdan en el gobierno de Rafael Moreno Valle Rosas, entre los años 2013 y 2015, lo describen como un personaje taciturno, de hablar lento y que siempre se hacía acompañar de una pequeña libreta, en la que apuntaba todo, hasta los más mínimos detalles. Era obsesivo.
Atrás de esa imagen lúgubre se esconde la personalidad de un hombre peligroso, que fue parte de un andamiaje gubernamental para proteger a grupos criminales que han generado una ola de dolor y sufrimiento en México, que se traduce en miles de muertos, en cientos de actos de terror, de millones de ciudadanos que viven bajo el miedo de ser víctimas de las muchas organizaciones criminales que actúan bajo la absoluta impunidad que da el poder económico.
En la Corte Este de Brooklyn se escuchó la narración de un testigo cooperante Raúl Arellano Aguilar, quien describió que el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en el gobierno de Calderón era controlado por el Cártel de Sinaloa, que lo usaba como zona de transferencia de los cargamentos de cocaína que llegaban de Sudamérica y se enviaban a Estados Unidos.
Según describió Arellano Aguilar, exagente de la extinta Policía Federal, había un hombre clave, que era Óscar Moreno Villatoro, mejor conocido como el “Jefe Villatoro”, quien era el director de Aeropuertos de la Policía Federal. Este hombre desde el AICDMX controlaba otras terminales aéreas como Tijuana, Monterrey, Guadalajara, Toluca y Cancún, donde había un fuerte trasiego de drogas.
La clave de ese funcionamiento era la frase cifrada “Por 45, todos en 35 hasta nueva orden”. ¿Qué quería decir? El número 45 significaba por “una orden superior” y el 35 era “se debe dejar de actuar temporalmente”.
Esto es que cuando llegaba un cargamento de drogas, en maletas, contenedores, bultos o cajas, durante una o dos horas se desactivaban los sistemas de revisión de mercancías, los perros detectores y se retiraban los agentes federales.
Arellano Aguilar señaló que el famoso “Jefe Villatoro” recibía órdenes de dos personajes: Ramón Pequeño García y Facundo Rosas, quienes eran el jefe de la División Antidrogas y el Comisionado de la Policía Federal, respectivamente.
El testigo más importante del juicio fue Jesús Zambada García, el llamado “Rey Zambada”, hermano del máximo líder del Cártel de Sinaloa, Ismael “El Mayo” Zambada, quien mencionó a Facundo Rosas como presunto beneficiario de los sobornos que se pagaban al círculo de confianza de Genero García Luna.
Eso mismo dijo Óscar Nava Valencia, “El Lobo”, que en su momento fue uno de los principales narcotraficantes de México.
Mientras que Saritha Komatireddy, la fiscal del caso contra Genero García Luna, incluyó a Facundo Rosas como el cuarto hombre más importante en lo que denominó “el Cártel de García Luna”, a la que describió como una poderosa maquinaria al servicio del Cártel de Sinaloa.