Lo que debería ser un escándalo, se está convirtiendo en algo habitual, que es la inseguridad y el peligro que frecuentemente se vive en la autopista Tlaxco-Tejocotal. A principios de esta semana, en un solo día, habrían ocurrido cinco asaltos en esta carretera concesionada a la empresa Pinfra, sin que el tema preocupe a dicha compañía y a los alcaldes de la región. La ola de violencia ocurrió pese a los recorridos que la Marina ya realiza en esa región, que es la puerta de entrada a varios de los municipios más importantes de la Sierra Norte.
Los conocedores del tema sostienen que, en una sola jornada de unas pocas horas, fueron asaltadas dos familias, dos choferes de tráilers y un grupo de maestros. Todos fueron despojados de los vehículos, de sus pertenencias y los golpearon. En un caso estuvo a punto de haber una víctima mortal, entre los docentes que fueron atracados.
Dicho asunto plantea uno de los retos mayores del próximo gobierno de Alejandro Armenta Mier de terminar, o por lo menos aminorar, los asaltos, secuestros y agresiones sexuales que ocurren en esa vía de comunicación que sirve para llegar a Zacatlán, a Huauchinango y Chignahuapan; también a Tulancingo, en el estado de Hidalgo; así como para enlazar con la carretera México-Tuxpan.
Parece hacer dos componentes básicos que explican ese fenómeno delictivo: el alto índice de impunidad, que se traduce en la persecución de solo cuatro de cada 100 delitos que se cometen en el estado; así como la posible protección a las bandas por parte de corporaciones policiacas. O la combinación de ambos factores.
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Hace cuatro años, en esa autopista fue asaltado y secuestrado el entonces alcalde de Zacatlán, el morenista Luis Márquez Lecona. Pese al escándalo, el plagio quedó sin castigar y trascendió que el edil habría sido liberado a cambio de un cuantioso pago de rescate. Se investigó el asunto y al final, no pasó nada.
La madrugada del 31 de marzo de 2022, dos mujeres, oriundas de la región de San Martín Texmelucan fueron asaltadas y asesinadas en la llamada “carretera de la muerte”. El gobierno prometió justicia. También no pasó nada, una vez que el atraco dejó de ser tema mediático.
Ocho meses antes, el empresario Omar López Moreno, concesionarios de la Cervecería Corona, murió como parte de un asalto, En la misma autopista. No pasó nada. El asunto se olvidó.
Dicen los enterados que, por lo menos en los últimos seis años, ha ocurrido unos 250 asaltos, consistentes en interceptar vehículos en movimiento y despojar de todas las pertenencias a sus ocupantes. Esos robos habrían dejado unos 15 muertos. Pese a lo impactante de las cifras, no hay pasado nada.
Lo sorprendente es que todo mundo sabe de los tramos más peligrosos. El primero corresponde a los primeros 38 kilómetros de la autopista.
Un segundo tramo es pasando la caseta de cobro de Michac, en donde los asaltantes obligan a los conductores a internarse a una brecha. Ahí a las víctimas los roban, los agreden y les toman sus datos para amenazarlos de que si denuncian habrá represalias. Al final, los dejan que regresen caminando una distancia de 5 kilómetros para volverse a topar con la autopista Tlaxco-Tejocotal.
Se dice que en la autopista dominaría una peligrosa y diversificada banda criminal, que tendría su centro de operaciones en Apizaco, Tlaxcala, en donde pasan desapercibidos.
Otros dicen que serían tres bandas originarias de Veracruz, las que actúan en dicha carretera.
También se habla de dos agrupaciones originarias de Hidalgo, que antes trabajaban para el cártel de Los Zetas, pero al desaparecer cambiaron su actividad del robo de combustible y del tráfico de drogas, a los asaltos y extorsiones.
Más allá de las especulaciones, lo que queda claro es que las autoridades no han sabido encontrar “la punta de la madeja” para frenar la ola delictiva de la autopista Tlaxco-Tejocotal.
O ciertas autoridades no han querido ir en contra del núcleo de los grupos delictivos que tienen presencia en la región.
Algo que llama la atención es que los maestros recientemente asaltados narran que se detuvieron porque, desde una falsa patrulla de la policía, les hicieron señales para frenarse. No se percataron que atrás de su vehículo venía una camioneta de donde bajaron varios hombres armados.
Los docentes al percatarse del robo decidieron colaborar. El líder de los maleantes les dijo que al oír la orden se tenían que hincar. Uno de las víctimas dobló las piernas para quedar en cuclillas y de pronto, un balazo le habría rozado pues el delincuente le dijo que “debía obedecer”, pues todavía no daba la instrucción para adoptar esa posición.
Cuando los liberaron y llegaron caminando a la autopista, se habrían encontrado con una camioneta de la Marina, mediante la cual los llevó a la caseta de cobro más cercana. Los infantes si los auxiliaron, pero no para detener a la banda criminal que los despojó.