Pintura Contemporánea en México es el nombre de la exposición recientemente abierta en el Museo Amparo que no pretende hablar sobre la totalidad de la pintura en el país, sino hacer un contrapunteo entre artistas de diferentes generaciones, develando las relaciones formales y conceptuales que existen entre sí, y entre las preguntas que, con su obra, han hecho sobre lo pictórico.
Resultado de un largo proceso de indagación curatorial entre Amanda de la Garza y Paula Duarte, la muestra reúne a nueve artistas: Ana Bidart, Bayrol Jiménez, Elsa-Louise Manceaux, Celeste, Cecilia Barreto, Francisco Taka Fernández, Luis Hampshire, Leo Marz y Néstor Jiménez, de quienes se concentra un nutrido cuerpo de trabajo y no sólo un par de obras. Ello, como dijo Duarte, porque “no se trató de hacer una exposición de pintura que fuera un salón, es decir, no tener solo una obra de los artistas, sino que el público pudiera comprender el cuerpo de trabajo completo de los artistas convocados”.
En una charla, acompañadas por el director del recinto Ramiro Martínez, las curadoras compartieron detalles de la exhibición realizada entre el Museo Amparo y la empresa Ternium, que contó con el Estímulo Fiscal del Artículo 190 de la LISR, mejor conocido como Efiartes, y que permanecerá hasta finales de julio en las salas de exposición temporal.
De inicio, Amanda de la Garza señaló que el título ya se había usado en diversos momentos: aparece en el libro de 1953 del crítico de arte Luis Cardoza y Aragón que habla sobre Orozco, Rivera y Siqueiros, y en el catálogo de 1975 en torno a una exposición organizada por Fernando Gamboa que deja ver los nexos entre la Escuela Mexicana de Pintura y la abstracción, la historia del arte y el desarrollo de la pintura a través de las escuelas de arte y la construcción de los años 60 a los 90 del siglo anterior, en torno a dónde está y cuál es la materia de la pintura, teniendo como antecedente las diferentes tradiciones pictóricas, formaciones, aproximaciones y lo que se ha desarrollado en términos de revisiones sobre dicha producción.
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El interés fue saber por qué la pintura había tenido un repunte en los últimos años, cuando en el año 2000 la abstracción geométrica había tomado relevancia en el mercado del arte, en bienales y galerías, siendo que luego de la contingencia sanitaria provocada por el Covid-19 la pintura tuvo un repunte sin una razón visible con artistas que tenían como quehacer artístico y medio esta disciplina.
Así, como indicó Paula Duarte, la exposición persigue un objetivo que aunque pareciera sencillo entraña complejidad: el hacer una lectura transversal, a través de la mirada y la conceptualización de nueve artistas pertenecientes a diferentes generaciones. Para ello, se trazó una primera línea con artistas que nacieron en las décadas de los 70 y 80 del siglo anterior, revisando catálogos, exposiciones colectivas del 2002 al 2012, y examinando bienales como la Rufino Tamayo.
También, como señaló Amanda de la Garza, se visitaron talleres y se analizó cuál había sido su formación, dónde habían expuesto y si habían sido parte del extinto Fondo Nacional para la Cultura y las Artes o del Sistema Nacional de Creadores, todo ello para entender las trayectorias de una manera compleja en términos de como se construye una escena, de dónde provienen las trayectorias, las formaciones y la importancia de escuelas o los caminos cruzados que van construyendo referentes de producción como las residencias artísticas.
Así, se determinó la selección a partir de la trayectoria, la persistencia de innovación en su trabajo y la consolidación de un cuerpo de obra coherente que no tiene tropiezos, siendo este proyecto un laboratorio que encontró convergencias entre los artistas.
El dialogo generacional de los artistas nacidos entre los años 70 y 80, definió De la Garza, permitió entender conexiones y preguntas sobre lo pictórico, entendido esto como algo más amplio que la noción estrecha de la pintura o del ser pintor, pues tiene que ver más con los procesos de experimentación, la elección del medio, del desarrollo de la relación entre idea y puntura, y la experimentación con asuntos de la pintura como la composición, la forma y el color. De paso, el saber cuál es la materia de la pintura, no entendida como el sentido concreto del pigmento, sino de cómo funciona el medio y para qué fines.
La curadora, quien hasta días atrás fuera directora de Artes Visuales y del Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, dijo que estos nueve artistas seleccionados aparecen 100 obras, acompañadas de una comisión hecha al Colectivo Celeste, además de que Luis Marz, Ana Bidart y Bayrol Jiménez hicieron una intervención que se incorpora al resto de la obra.
Amanda de la Garza puntualizó que en la obra de los artistas seleccionados aparecen temáticas importantes: la noción de lo virtual y su vínculo con lo pictórico, la noción de gesto pictórico en término del cuerpo de la pintura y de una pregunta histórica, los procesos de experimentación formal que no se detienen en una búsqueda formal sino que ahondan en ideas que tienen que ver con el capital financiero, el cuerpo, el territorio y el medio ambiente, tópicos del que se encontraron diálogos entre quienes parecía que no había un dialogo aparente.
“Decidimos no hacer salas por artistas como nueve pequeñas exposiciones, sino una serie de núcleos temáticos que establecen relaciones entre las obras y se pudieran adaptar a las salas del Museo Amparo que tiene características arquitectónicas particulares, que invitaron a resolver curatorialmente. Un reto muy importante fue pensar cómo el espectador recorre las salas y se adentra en la material, la materialidad, las paletas, las temáticas y las aproximaciones de artistas que desde lugares distintos entran en diálogo”, acotó la curadora cuya práctica profesional se ha enfocado en el arte contemporáneo y exposiciones de archivo.
En ese sentido, Paula Duarte expuso que Pintura Contemporánea en México está delimitada en cinco núcleos para enlazar las coherencias y puntos de coincidencia: Paisaje y construcción, Concreciones materiales, Mutaciones compositivas, Percepciones del desplazamiento, y Gestualidad y borde.
“Una marcada tendencia generacional que intuimos viene de la academia, entre la gestualidad de la obra, la facilidad técnica y pulcritud que no determina obras preciosistas sino que deja ver que su contenido argumentativo conceptual se mantiene en cánones técnicos elevados”.
La directora del Instituto de Liderazgo en Museos A.C. y coordinadora del programa de Estudios Curatoriales de la maestría en Historia del Arte de la UNAM notó que los artistas permitieron estos contrapunteos, no buscando competencia sino conveniencia entre ellos, en un dialogo nutrido que permite generar nuevas reflexiones sobre la pintura.
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“La exposición Pintura Contemporánea Mexicana no se puede hacer con nueve artistas pero sí es una reflexión amplia de los que puede ser la pintura, hacia dónde va, cuáles son sus posibilidades materiales y conceptuales, en piezas bidimensionales o no, con problemáticas que aquejan temas sociales y políticos, además de la virtualidad, así como el conflicto entre taller y artistas que es constante”, confió Duarte.