Uno de los torneos más desabridos que el aficionado haya tenido que soportar está teniendo una liguilla de lo más enrevesada. Que, entre otras cosas, tiene en perspectiva un par de duelos no por inesperados menos apasionantes, el clásico capitalino Cruz Azul-América, y el improbable pero no imposible derby regiomontano Monterrey–Tigres, tómese en cuenta que cuando esto tecleo aún no definen su destino los felinos, que recibirían al San Luis con tres tantos de desventaja pero contando con una nómina muy superior y el impulso inspirador del Cruz Azul y su hazaña del sábado.
Adiós, Toluca. El América, que con muchos trabajos y Malagón en vena salvó la calificación en Tijuana, le devolvió al Toluca el 4-0 del torneo regular y se apunta a la reválida del título. El 2-0 conseguido en casa –par de anotaciones del charrúa Aguirre ya bien entrado el segundo tiempo–, lo reprodujo tal cual en tierras choriceras ante un local incapaz de forzar el cerrojo azulcrema, por un lado, y de defenderse adecuadamente de las ráfagas a contrapié de su oponente en la segunda mitad (autogol de Marcel Ruiz y remache a cargo del eterno Henry Martín). Nada que objetar, a pesar de las torpes acusaciones del DT rojillo de que “jugaron a encerrarse y a la fortuna de algún contragolpe”, pues nadie ignora que es esa, precisamente, la forma que tiene Jardine de afrontar los partidos de compromiso. Y seguramente le veremos repetirlo contra el Cruz Azul.
Cemento bien armado. Lo que parecía una cruzazuleada más tomó otro curso en el partido de vuelta en Ciudad de los Deportes. Porque en Tijuana, la expulsión de Jorge Sánchez en la alborada del juego descompuso por completo al Cruz Azul y quebró el pronóstico con aquel 3-0 que pareció capaz de eliminar al superlíder con más puntos en la historia de las liguillas. Pero en la devolución de visita, los de Osorio ni supieron conservar el balón ni tampoco supieron contragolpear y los goles cementeros fueron cayendo por gravedad: Rivero (44´), Giakoumakis (54´) y Sepúlveda (74´). Un 3-3 que calificaba al mejor clasificado en el torneo regular, dejaba a la frontera norte sin una semifinal que celebraban ya por anticipado. Funcionó la dinámica demoledora del Cruz Azul, mas con la advertencia ya conocida: los celestes se mantienen como favoritos, pero lo son más por mérito del sistema de Anselmi que por contar con jugadores que marquen diferencias.
Desastre Puma en CU. Es cierto que el penalti con el que Rayados sacó adelante la ida (1-0) ofrecía por lo menos tantas dudas como el idéntico que no se marcó en favor de los locales en el México 68, pero no es posible aspirar a nada cuando se comenten tantas pifias defensivas como las que aprovechó el Monterrey para llevarse holgadamente el partido de vuelta y dejar al Puma tirado en la cuneta. Errores infantiles de Natán Silva, regalito final de Julio González y contundente 3-5 (6-3 global) de despedida. Eso sí, el Chino Huerta, llanero solitario en el perdido ataque universitario, ahora sí parece estar cuajando en crack. Ya empiezan a llamarle El Mozart del Pedregal.
Cambio climático. La Champions, que se deslizaba en la medianía, experimentó el martes un calentamiento global intensivo y generalizado, pues salvo las victorias mínimas del Bayern sobre el PSG en Múnich y el Inter sobre el Leipzig en San Siro, el resto fue un torrente de goles, con olor a sorpresa en algún caso –el 3-3 del Feyenoord en casa del ManCity luego de ir 3-0 abajo, con Santiago Giménez consiguiendo, por fin, hacerse presente en el marcador–, toma y dacas emotivos como el de Bratislava (Slovan 2-3 Milán) e inmoderadas palizas por lo que hace al resto: Sparta de Praga 0-6 Atlético de Madrid, Young Boys 1-6 Atalanta, Barcelona 3-0 Brest, Sporting de Lisboa 1-5 Arsenal, Leverkusen 5-0 Salzburgo y Estrella Roja de Belgrado 5-1 Sttutgart. Un chubasco goleador (¡5.1 goles de promedio!) que no volveremos a ver en años.
Aunque el miércoles se volvió a la normalidad, algo del olor a pólvora de la víspera alcanzó a algunos estadios europeos, los de Mónaco y Eindhoven, por ejemplo (Mónaco 2-3 Benfica y PSV 3-2 Shakthar), más un contundente Dinamo Zagreb 0-3 Borussia Dortmund. A cambio, un muy italiano 0-0 en Birmingham (Aston Villa-Juventus) y marcadores cortos en Suiza (Sturm Graz 1-0 Girona), Glasgow (Celtic 1-1 Brujas) y Bolonia (1-2 Lyon).
Liverpool bate y pasea al campeón. El Real Madrid, sin Vini Jr, lesionado, pero con todo y su Mbappé, su Bellingham y demás glorias galácticas, pero con un Courtois colosal para evitar la goleada, dejó una muy pobre imagen en Anfield, donde se fallaron dos penales (el de Mbappé lo defendió soberbiamente el irlandés Kelleher, el de los reds lo echó fuera nada menos que Salah) y se jugó un partido de un solo lado, resuelto con las anotaciones del che McAllister (52´) y el neerlandés Gapko (76´). El Madrid echó mucho de menos a Vinicius, la verdadera perla negra del equipo, de Brasil y de Europa, y se resintió con la baja forma del inglés y la nula colaboración defensiva del goleador francés, que ya sólo les anota a mansalva a los de la zona baja de la tabla de la Liga española.
Los que “nunca caminarán solos” aprovecharon el atasco merengue para ponerle música y coreografía al partido, de antología el tejido previo al gol de McAllister, y si no hubo goleada fue gracias a Courtois. Este Liverpool –líder holgado de la Premier– parece tener todo lo necesario para asaltar la cumbre de la Champions actual.
Tabla de la ChL. Después de celebradas cinco jornadas –solo faltan tres– la encabeza con marca perfecta el Liverpool (15 puntos), seguido por el otro invicto que es el Inter de Milán (13), con 12 y al acecho están Barcelona y Dortmund, y tras ellos el Atalanta de Bérgamo (11), una larga lista con 10 (Leverkusen, Arsenal, Mónaco, Aston Villa, Sporting, Brest y Lyon), en la zona tibia navegan el Bayern Múnich , Benfica, Atlético de Madrid y Milán –todos con 9–, dejando la zona fría para ManCity, PSV, Juventus y Celtic (todos con 8 unidades), ya en franco declive tres de 7 (Feyenoord, Brujas y Dinamo Zagreb), y qué decir del Real Madrid, que de los 15 puntos en disputa apenas ha rescatado 6 y tirita en la antesala del sótano, ocupado por equipos como Shakhtar, Sparta Praga, Stuttgart y… ¡PSG!, todos ellos con apenas 4 puntitos. Los ocho restantes –del Sturm Graz (3) al Young Boys (0)— prácticamente moran en el inframundo, y en nada justifican el cambio de formato –para ampliarlo y exprimirle más euros– que diseñó la UEFA.
Botafogo se lleva la Libertadores. La final la jugaron en el Monumental de Buenos Aires –estadio del River– dos equipos brasileños que no lo parecían, pues apenas asomó alguna gambeta clásica en esa feria de las urgencias y el juego lateral.
Y tuvo este libreto endemoniado: un equipo con el 20% de la posesión en el balance final dispara a puerta solamente tres veces, anota tres goles y gana la Copa. Con una agravante más: el vencedor –Botafogo, de Río de Janeiro– se quedó con diez hombres desde el minuto 2 –expulsión de Gregore por dura falta—, se confinó en su terreno a partir de ahí y, aun así, anotó dos veces en el primer tiempo (Luiz Enrique a los 36´y Alex Telles a los 44´, de penalti). Tras el descanso, Atlético Mineiro hizo un gol de vestidor por conducto del chileno Vargas (ex de Tigres), pero fue incapaz de articular una sola llegada bien armada, concentrando su empeño en docenas de centros altos que resolvían sin mayor zozobra los altos centrales y el altísimo arquero John. Aun así, Vargas tuvo dos fusilamientos a su disposición y las dos veces el balón se fue a la tribuna. Hasta que, en el minuto final de la compensación, Junior Santos se refugió en la esquina derecha para proteger la bola y consumir tiempo, los dos defensas que lo asediaban se fueron con una finta del atacante, que, libre de marca, enfiló directamente hacia el área, su servicio fue medio interferido por otro zaguero, llegado de emergencia para estorbar el remate del “9”, y la esférica volvió al mismo Junior Santos, que remató a un metro del arco y sin vigilancia.
Total, 3-1 y el Botafogo se estrena como campeón de la Libertadores. Y eso que aún esplende con fulgor deslumbrante aquel equipo histórico de Garrincha, Didí, Nilton Santos y Amarildo, o, aún dentro de la década del 60, el de Gerson, Jairzinho y Manga. Ambos pasaron por México, dejando una estela de triunfos y un sabor futbolístico imborrable.
Verstappen, también en Catar. Desde un octavo lugar en la sprint sabatina a la pole dominical y un liderazgo irrebatible en la carrera más accidentada del año, tal fue el libreto que el tetracampeón cumplió, impecable, imperturbable, mientras su coequipero volvía a las andadas –un trompo digno de novato puso fuera al Checo cuando su Red Bull rodaba quinto— y Norris, perseguidor cercano del holandés por un buen rato, resignaba cualquier ilusión de triunfo por cometer infracción al rebasar en bandera amarilla: terminó décimo y con su puntito de consolación a la vuelta más rápida. El castigo en pits del londinense abrió la rendija por la que Leclerc coló su Ferrari al subliderazgo, completándose el podio con el australiano Piastri seguido de George Russell (Mercedes), perjudicado por una parada de 9´´ en el cambio de llantas que posteriores incidentes algo paliaron.
Para los votantes del canal F1, Pierre Gasly fue el piloto del día. El galo, que ha mejorado una enormidad, llevó su Alpine hasta la quinta posición final pese a los amagos de Carlos Sainz, cuyo sexto lugar significó dos puntos menos para Ferrari en su persecución de McLaren, líder del campeonato de constructores (640-619). El resto de los puntuables se completó con Fernando Alonso (Aston Martin), Zhou Guanyu (Sauber), Kevin Magnussen (Haas) y el ya reseñado y sancionado Lando Norris (McLaren). El piloto chino entró por primera vez en el selecto grupo de los diez mejores y la escudería Sauber fueron también sus primeros puntos del año. Más vale tarde que nunca.