El partido de Morena, que debería ser el brazo potente del gobierno de Andrés Manuel, su punta de lanza o su aparato para ir avanzando las propuestas y los asuntos más complicados, está en crisis desde hace tiempo
Antes de la llegada de actual presidente, Mario Delgado, ya había inconformidades porque la señora Citlali Ibáñez, alias Yeidckol Polenvsky, no daba lana para lo fundamental: tener un periódico con gran penetración (tú lo viviste, Raúl Correa), organizar una escuela de cuadros que permitiera ir perfilando nuevos dirigentes y estar atentos al debate nacional.
Al venir el cambio, don Porfirio Muñoz Ledo, como siempre, quería tener una dirección más. Al no lograr su objetivo, empezó con sus conocidos y eficaces sarcasmos, pero sin proponer nada sustancial.
Desde el 23 de octubre del 2020, Mario Delgado está encargado de poner en operación la maquinaria, aunque le ha faltado tino, apoyo, brío y un equipo que le vaya dando rumbo a una organización que necesita urgentemente el mandatario López Obrador, aunque en ocasiones él piense que su voluntad, deseos de cambio y urgencia por renovar el país lo puede realizar solo, algo realmente imposible.
En la pasada consulta, tan viciada de origen y tan denostada por todos los adversarios del tabasqueño, participaron cerca de siete millones de personas, no obstante, las malas artes y las limitaciones del INE, algo que fue muy comentado en diferentes círculos, y a pesar que Lorenzo Córdova la haya considerado un éxito sin precedentes (sic que recuerda el fraude de Felipe Calderón).
Si en realidad Morena tiene tres millones de afiliados, según el analista: Gibrán Ramírez (Milenio, 2 de agosto), podríamos decir que cada morenista pudo invitar a un solo amigo para tener seis millones. Algo realmente paupérrimo.
Pero mientras esto ocurría, vimos cómo se confrontaban Alejandro Encinas, subsecretario de Gobernación, y la Fiscal de la Ciudad de México, Ernestina Godoy, con Ricardo Monreal, líder del Senado y hermano de David, gobernador de Zacatecas, por la enésima posposición de desaforar a dos pájaros de cuenta, el diputado poblano, Saúl Huerta, por abuso de menores, y a Mauricio Toledo, el motejado: Tomate Deshidratado, quien está acusado de lavado de dinero y enriquecimiento ilícito.
Monreal exigió respeto al poder legislativo de parte de sus compañeros del ejecutivo. Correcto, pero es inconcebible que un personaje como Ricardo no haya podido sacar adelante dicho juicio pospuesto innumerables ocasiones. ¿Falta de oficio político o negligencia?
Tampoco se entiende el por qué si antes regañó a su hermano David, la primera vez que fue suspirante a la gubernatura de Zacatecas y perdió, ahora don Ricardo se quede tan tranquilo ya que en su tierra únicamente sufragó en la pasada consulta el 3.5 por ciento del padrón electoral.
Enigmas del morenismo.
Ahora que Marcelo Ebrard hizo una demanda contra 11 compañías que vende armas a los narcos mexicanos, desde la Colt a la Barret pasando por la Smith and Wesson, el multicitado Ricardo se congratuló de la misma y dio su aval para que se litigue en Boston, Massachusetts, al respecto.
Bien en este caso.
Algunos han llegado a la burla sangrienta contra Mario Delgado por su poca actividad (ver el artículo de Ignacio Zavala, El Financiero, 4 de agosto), incluso señalando que la oposición no tiene líderes ni remedio en el corto y en el largo plazo, aunque con una Morena sin brillo todo puede hacerse.
Afortunadamente para los simpatizantes de la 4T, el propio Delgado señaló que Morena iniciará la constitución de un Tribunal del Pueblo para apoyar a las víctimas del pasado y pedir justicia en muchos terrenos (El Heraldo, 4 de agosto). Que además dicha organización será amplia y autónoma.
¿Estaremos ante un renacimiento de iniciativas diferentes y trascendentes luego de lo ocurrido el uno de agosto de 2021 por parte de la organización que está en el gobierno?
Ya veremos.
Lo importante, insisto, es que lejos de los pleitos sin sentido, Morena ponga en acción su propaganda- que puede ser muy amplia y eficaz si se sabe orientar-, organice sus cuadros de forma efectiva con personal competente y vaya lanzando iniciativas para movilizar, no obstante, la pandemia que arrecia, a los millones que esperan un cambio de verdad.
De no hacerlo, la enorme sagacidad, popularidad y audacia de AMLO no servirá para que en 2024 el voto refrende un cambio indispensable en este sufrido y explotado país.
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