En su reciente viaje a México del presidente estadounidense Barack Obama, se comprometió a tratar nuevamente el asunto de los ilegales en su país. Desgraciadamente no conocemos la realidad del asunto, porque no obstante haber sido aprobada el 28 de junio la reforma migratoria por el Senado de aquel país, que se dice tiene aspectos dizque favorables a los inmigrantes, las señales enviadas por algunos republicanos en el Senado y en la cámara de representantes, resultan preocupantes: lo mismo, por cierto, que la posición de las autoridades mexicanas frente a la reforma mencionada.
Recordando que en los años de existencia del Muro de Berlín (1962–1989) que tenía una extensión de 115 kilómetros, el Congreso estadounidense, fiel representante de la “democracia mundial”, siempre pugnó por su derrumbe, porque atentaba contra la libertad del pueblo alemán; pero qué ha pasado con estas mismas autoridades yanquis, con la petición realizada por ellas mismas para que se autorice más dinero y ampliar el muro que ellos tienen en la frontera con México, monto que ya se otorgó por cerca de 3 mil 200 millones de dólares, para la contratación de 20 mil agentes fronterizos más y compra de equipo necesario para militarizar la frontera y construir otras 700 millas más de muro. ¿Y qué han dicho las autoridades mexicanas sobre este asunto? …Nada.
Y puede ser que haga bien pues cuando hablan da pena ajena. Es el caso del ex funcionario panista (tenía que ser), ahora convertido en flamante funcionario priísta (tenía que ser), el señor Antonio Meade, Secretario de Relaciones Exteriores, quien sobre el tema dijo: “La frontera se ha convertido cada vez más en un área de prosperidad regional (sic).” Alguien debiera informarle a éste funcionario que la reforma aprobada contempla reforzar la frontera con “86 torres de vigilancia; 286 cámaras fijas; 233 sistemas de vigilancia móviles; 4 mil 595 nuevos sensores; 17 helicópteros (Blackhawk); 30 navíos; y drones.” ¿Eso es prosperidad regional?
En otro orden de ideas, resulta cada vez más evidente que en los asuntos internos del país las cosas no pintan nada bien para la clase trabajadora. Ahora tocó el turno a los burócratas, y en la pasada Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo levantada por el Inegi dada a conocer recientemente, se mostró que en los seis primeros meses del gobierno priísta (enero–mayo de 2013), dejaron de laborar en la administración pública 131 mil 621 personas.
Así es como cumplen sus promesas de campaña los políticos del “nuevo PRI”. Ya sabemos, ya sabíamos bien que lo único que desean es encumbrarse en los puestos donde el cheque es cuantioso y olvidarse totalmente de los compromisos de campaña; ahora tienen que rendirle cuentas a los intereses que los llevaron a ocupar los puestos privilegiados. Llevándolos incluso a traicionar los más elementales principios éticos del quehacer público.