Decir México 86 es decir Diego Armando Maradona. Remitirnos a la voz exaltada de Víctor Hugo Morales –“Barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste…? Genio… genio… genio…!”–, acompañando el relato del gol más asombroso de la historia, que sacudió al mundo aquel domingo de junio y todavía no termina. “Cuatro minutos entre dos eternidades”, se me ocurrió encabezar el relato del partido de cuartos de final entre Argentina e Inglaterra en el Azteca que aparece en Baile de marcadores mundialista, libro editado por la BUAP, pues cuatro minutos exactos –del 51 al 55– separaron la tramposa mano de Dios que abrió el marcador del que, escapando de nueve guardianes ingleses sobre el césped del Azteca, se sacó de la chistera el zurdo Diego, alias Barrilete cósmico y, con el tiempo, D10S absoluto de la herética iglesia maradoniana que se inventaron los argentinos en el culmen de su ardor y fervor fanático por su muy perecedero y autodestructivo mesías futbolístico.
Si México 70 fue la epifanía de Brasil, culminación inolvidable de la era clásica de la Copa del Mundo, México 86 fue un mundial bueno a secas, elevado a la gloria por un fuera de serie absoluto. Mucho se ha dicho y repetido que, mientras Pelé fue rey del 70 en un equipo plagado de genios, Argentina ganó en 86 con un grupo de futbolistas normales más un extraterrestre infiltrado. En el Cuauhtémoc los vimos empatar a uno con Italia –gol de Maradona y juego casi tan tedioso como el Uruguay-Italia del 6 de junio de 1970–, y en su ajustada victoria de octavos sobre Uruguay (1-0), cuando se le anuló un gol a Diego, sin que se supiera bien por qué, y el cielo Malinche descargó al final una tromba oceánica.
Argentina, con par de golazos de Maradona, pasó sobre Bélgica en semifinales y le ganó la Copa a una Alemania menor que, sin embargo, obligó a los albiceleste a un esfuerzo extra, tras quitarse desventaja de dos goles y urdir un marcaje zonal que anuló casi por completo al genio de Villa Florito… el casi a cuenta del servicio de cirugía mayor que le filtró a Burruchaga para que firmase el tanto decisivo por ahí de los 40 de la segunda mitad. Habían anotado por la albiceleste su central Brown (22´) y Valdano (55´), replicaron Rummenige (75´) y Voeller (81´) y al final Maradona levantó la Copa en el mismo palco del mismo estadio que consagrara tricampeón a Edson Pelé dieciséis años atrás.
Un partidazo y varios animadores. Si el México 70 reunió a la mayor cantidad de cracks que hayan coincidido en cualquier Mundial de la historia, México 86, aunque más parco, no dejó de mostrar equipos capaces de bordar futbol del caro. Un partido hubo que acaparó todos los elogios y se sigue recordando con fruición: en cuartos de final, en Guadalajara, Brasil y Francia se enfrascaron en un duelo de alucinante emotividad y belleza que los galos resolvieron por penales luego de 120 minutos épicos (juego superior, a mi parecer, al mítico Brasil-Inglaterra de 1970). Telé Santana y Henry Michel tenían ambos un sentido estético y lúdico del futbol y sus equipos los interpretaron ese mediodía (21.06.86) con tal arrebato y clase que ninguno merecía la derrota. Pudo ganar Brasil, pero Zico –recién salido de una larga lesión— erró un penalti (74´). A los franceses la fortuna les volvería la cara a los pocos días en la semifinal contra Alemania: su portero se comió un gol de parvulario, fallaron un montón de remates y los germanos liquidaron la cuestión en una contra de Briegel rematada por Voeller con Bats indefenso (90´) para el 2-0 definitivo.
Un recuerdo especial para la linda Dinamarca, que luego de humillar a los uruguayos y poner a danzar y cantar a la gente de Neza (6-1) cayó en Querétaro ante la España de un inspiradísimo Emilio Butragueño en octavos de final (5-1 con cuatro del Buitre). España había sido atracada de inicio por el árbitro australiano que no vio un gol de Michel a Brasil –larguerazo y pique dentro; el scratch ganó 1-0–, y su espectacular recuperación llegó a su fin en el Cuauhtémoc a pies de la sorprendente Bélgica en desempate desde el punto de penal (1-1 y 5-4). A los belgas los volvimos a ver en la disputa por el tercer lugar, excelente espectáculo que se prolongó por 120´ y fue ganado 4-2 por Francia. La URSS, que relegó a los galos al segundo puesto de su grupo (1-1 y mejor diferencia de goles), trajo un auténtico equipazo, dirigido por Valery Lobanosvsky, el muy talentoso DT del Dynamo de Kiev, pero cayó en los octavos cuando nadie daba un céntimo por Bélgica y los belgas, con ayuda arbitral, los eliminaron 4-3 en León a pesar del triplete del ucraniano Belanov.
¿y el Tri? Con Bora Milutuinovic en el banquillo y un equipo maduro y bien integrado, México alcanzó por fin ese quinto partido hoy tan añorado. Terminó invicto y no se coló a a semifinales por la maldición de los penaltis y un gol del “Abuelo” Cruz anulado por el colombiano Díaz por razones nunca aclaradas. Fue en Monterrey, quedó 0-0 tras 120´ y proyectó a Alemania a la semifinal del Jalisco, donde eliminó a una Francia sin estoque. De entrada, México dominó su grupo imponiéndose a Bélgica (2-1) e Irak (1-0) y cediendo el empate con Paraguay con Hugo Sánchez abucheado tras errar un penalti. Al 2-0 sobre Bulgaria en octavos corresponde el golazo en media tijera de Manuel Negrete que reposa en el bronce en una placa, en el Azteca (15.06.86). Abundaba la clase en aquella Selección según confirman nombres como Larios, Quirarte, España, Hugo y Negrete, capitaneados por el jefe Tomás Boy. Y no fueron menos que ningún oponente, incluida Alemania.
Equipos y figuras. Entre los europeos sobresalieron Francia (Platini, Fernández, Tiganá, Giresse), España (Camacho, Michel, Butragueño), Dinamarca (Lerby, Elkjaer, Michael Laudrup), Bélgica (Pfaff, Scifo, Ceulemans), la URSS (Dasaev, Yaremchuk, Belanov), Inglaterra (Hoodle, Robson, el alero jamaiquino Barnes y Gary Lineker, campeón de goleo del certamen con seis tantos). Italia, campeón defensor, pasó sin pena ni gloria, eliminado en octavos por los franceses (2-0). Y se extrañó la presencia de Holanda por segundo mundial consecutivo.
Para lograr la Copa Maradona contó con gregarios de tan bien nivel como Clausen, Ruggeri, Burruchaga y Valdano; Telé Santana, con urgencias, logró conjuntar un Brasil que fue de menos a más hasta que chocó con la pared gala; tenía una defensa bastante más solvente que la de España 82 –incluido Carlos, su portero, y un Josimar, lateral zurdo, que se destapó con par de golazos a Irlanda del Norte y Polonia–, un mediocampo casi tan bueno como aquel –Elso, Junior, Alemao y Sócrates—y un “9”, Careca, muy superior al Serginho del 82. A diferencia de Uruguay, donde ni Enzo Francescoli se salvó de la quema.
Ya no empató el Puebla, ahora le tocó perder. A media semana había desperdiciado una ventaja de dos goles en el Cuauhtémoc –un auténtico tesoro para lo que acostumbra— dejándose igualar en los últimos minutos. Y el sábado, al prescindir de su única buena costumbre de esta temporada, que es anotar temprano –lo tuvo y lo falló Cortizo–, quedó a merced del empuje del recuperado Guadalajara. Ya De Buen había salvado un gol desde la raya cuando Alexis Vega armó una enorme acción personal, iniciada en el medio campo para recorrer en diagonal y salvando obstáculos toda la banda izquierda hasta el fusilamiento inapelable de Antony. Contrastó la habilidad del zurdo con la lenta reacción de los defensores que encontró a su paso y rebasó como si fueran postes de luz.
No es mucha ya la que divisa la Franja al final del larguísimo túnel en el que se ha metido: sus 16 puntos apenas dan para un décimo lugar –los colíderes América y Monterrey tienen casi el doble: 31–, y ayer por la tarde podía haberlo superado el San Luis con el mismo número de partidos jugados.
Fuerza, Ferrareis. Lo peor del partido en el Akron fue la dolorosa y muy grave fractura de tobillo sufrida en una jugada fortuita por el defensa brasileño del Puebla Gustavo Ferrareis. Solo cabe desearle recuperación completa y fortaleza mental. Sinceramente.
Revive Europa. Empezó el torrente de encuentros de los tres torneos de clubes que tendrán que anticiparse al mundial de Catar. Y el duelo entre españoles e ingleses se inclinó, de entrada, por los primeros, aunque el ManCity le recetó un 4-0 al Sevilla en el Sánchez Pizjuán. Encabezó la semana española el Madrid con exitosa visita a Glasgow (0-3 al Celtic) y nos obsequió el Atlético con una vorágine de última hora como broche de su hasta entonces grisáceo duelo con el Porto en el Metropolitano (2-1, todos en los últimos siete minutos). Barcelona, que pasó sin problemas sobre el desconocido Viktoria Pilsen (5-1), completó los tres triunfos iberos de la primera fecha de la Champions, por sólo dos de los ingleses –Tottenham se deshizo sin mayores problemas del Marsella (2-0)— a cambio de los reveses de dos de sus buques insignia, entre ellos el tremendo 4-1 del Napoli sobre el Liverpool, más la caída del Chelsea en Zagreb (Dinamo 1-0). Lo del Nápoli fue sorpresa mayor, porque los italianos siguen sin levantar cabeza como demuestran las derrotas del Inter (fácil 0-2 para el Bayern) y Juventus (PSG 2-1); Milán sacó un 1-1 de Salzburgo.
Dos de Santi. El Feyenoord no fue rival para la Lazio, que lo doblegó 4-2 (Roma, Liga de la UEFA), pero la derrota no opaca el hecho de que los dos tantos holandeses los haya marcado Santiago Giménez, el primero de penalti y el último contrarrematando una devolución del larguero. Ningún mexicano había tenido estreno tan venturoso en Europa.
Verstappen, Alcaraz y Swiatek. En un domingo cuajado de deporte de alto nivel, un GP de Italia de atípico final –con el auto de seguridad al frente– fue ganado por Max Verstappen a años luz de sus escoltas Leclerc y Rusell, con gran carrera de Sainz que escaló del 18º puesto inicial hasta el cuarto escalón y Checo Pérez sexto detrás de Hamilton.
Y por la tarde, en Flushing Meadows, el murciano Carlos Alcaraz no sólo ganó la final masculina del Abierto de EU (6-4, 2-6, 7-6 y 6-3 sobre Casper Ruud, de Noruega), sino se perfila como nuevo monstruo del tenis mundial. Nada le falta, ni vigor ni reflejos ni fortaleza mental ni talento. Y con 19 años es el No. 1 de la ATP más joven de la historia.
La final de damas fue para la polaca Iga Swiatek, que se deshizo en dos sets (6-2, 7-6) de Ons Jabeur, de Túnez. La era de Serena Williams y Rafa Nadal, ilustres veteranos eliminados en rondas anteriores, está pasado a la historia.