Escucho continuamente audios de neuropsicología con la intención de saber cómo funciona mi mente y mi cerebro sobre todo cuando medito, porque sé que enfocarse en la respiración, entre otros elementos, ayuda a soltar los pensamientos recurrentes y condicionados. En este proceso llamó mi atención la función del ego, parte de la estructura de la personalidad humana que nos protege del mundo; es la máscara que nos ponemos para sobrevivir con la que siempre estamos protegiendo nuestros propios intereses e intenciones ocultas para salirnos con la nuestra.
Cuando percibo todo lo que tengo en mi ego, pienso que sería mejor no tenerlo, porque me parece que tiene vida propia ya que creamos un personaje de nosotros mismos que nos domina de manera inconsciente y todo ese aprendizaje está ahí, al asociar dos eventos, -ley de contigüidad de Aristóteles- que acontecer a la vez, cada vez que aparece uno, viene el otro a la mente de manera automática y se desarrolla la misma respuesta. Este es el mecanismo que parece tener vida propia y aprender a observarlo, no identificándose con él, es la única salida.
Practicar yoga o meditación me ha ayudado a saber toda la mierda que tengo en mi mente y lo difícil que es prestar atención, recibirlos y dejarlos pasar porque son hábitos muy añejos y ahora que percibo mis emociones y mis pensamientos me admiro de cómo he sobrevivido.