Miércoles, abril 24, 2024

México no está preparado frente a los embates económicos derivados de la guerra

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Las sanciones económicas a Rusia, no solo afectan a tal economía, sino a todo el mundo. Ello se debe a la internacionalización de las economías, a su dependencia del petróleo, del gas, de alimentos y demás materias primas, como a la interrelación de las cadenas productivas y de suministros, como de los mercados financieros y de divisas.

Ante el alza internacional de los precios del petróleo, de la gasolina, del gas, de fertilizantes, de los alimentos y otras materias primas y productos, y de la interrupción de cadenas de suministro que están aumentando la inflación a nivel mundial, los bancos centrales están reaccionando con alzas de la tasa de interés. La generalización de éstas, aumentará la vulnerabilidad de los mercados financieros de capitales y de divisas, lo que provocará salidas de capitales que acentuarán dicha vulnerabilidad y frenarán la actividad económica mundial. Seguirán por lo tanto los problemas de interrupción y desabasto de insumos y productos, las importaciones caras y el alza de precios.

El gobierno mexicano no cuenta con margen de maniobra para encarar tales problemas, tal como se evidenció durante la pandemia en 2020, donde cayeron las exportaciones y la entrada de capitales y Banxico y la Secretaría de Hacienda no actuaron en consecuencia para evitar quiebra de empresas, ni para frenar el desempleo, por lo que la economía en ese año cayó 8.5 por ciento. Al continuar Banxico con sus altas tasas de interés y Hacienda con sus recortes presupuestales y su austeridad fiscal para disminuir demanda y las presiones inflacionarias derivadas de ella, no frenarán los embates externos. Tales políticas contraerán más la producción y aumentarán más la escasez de productos y la dependencia de más importaciones caras que estamos realizando, por lo que se configurará un contexto recesivo e inflacionario con presiones sobre el sector externo. Ello demandará más entrada de capitales para financiar el déficit, en un contexto donde cada vez es más difícil y caro asegurar la entrada de capitales y frenar las salidas, lo que aumentará las presiones sobre el tipo de cambio.

Asimismo, el alza de la tasa de interés seguirá aumentando las presiones sobre las finanzas públicas y privadas, dados sus niveles de endeudamiento, lo que restringirá más el gasto y la inversión y la actividad económica. Seguirá la escasez de productos, las presiones inflacionarias, el desempleo, como las presiones sobre el sector externo, en los mercados de capitales y de divisas. Ello aumentará la incertidumbre de la economía, por lo que menos se invertirá en ella y el gran capital saldrá en buscará opciones para protegerse, lo que presionará sobre el tipo de cambio, como sobre las reservas internacionales. Se contraerá más la producción, por lo que seguirá la escasez de productos, las presiones sobre importaciones y precios y el deterioro del nivel de vida de la población.

De darse fuerte salida de capitales, no se debe aumentar la tasa de interés, sino se debe reaccionar con medidas regulatorias de los movimientos de capitales para evitar la descapitalización de la economía, tal como aconteció en 1982, a fines de 1994 y que es una práctica frecuente que realiza el gran capital y que ha estado presente en 2019, 2020, 2021 y en lo que va de 2022. La regulación de los movimientos de capitales daría margen para flexibilizar la política monetaria y fiscal para impulsar el crecimiento. Es decir, se podría bajar la tasa de interés e incrementar el gasto público para impulsar la inversión productiva para encarar los rezagos productivos y la escasez de productos para reducir la inflación en condiciones de crecimiento económico.

Al no instrumentarse políticas a favor del crecimiento productivo para disminuir nuestra dependencia de las importaciones de gasolina, del gas, como de alimentos, que son los que más están aumentando sus precios, la secuela de la guerra pasará a afectarnos más, y más mientras ésta más se prolongue, en un contexto donde aún no salimos de los problemas económicos y sociales derivados de la pandemia. La economía se condenará a un estancamiento con inflación prolongado.

La Secretaría de Economía informó el 10 de marzo que seguirá abriendo la economía y disminuirá aranceles a las importaciones de alimentos para reducir la inflación en el país. No se les ocurre impulsar la producción nacional de estos bienes para reducir importaciones y su impacto inflacionario. Continúan con las mismas prácticas de los gobiernos neoliberales anteriores de preferir importaciones “baratas” en vez de impulsar la producción nacional  para abastecer la demanda. El haber relegado al sector agrícola ahora le ha resultado muy caro al país, pues está importando caro los granos básicos. Lo mismo acontece con la gasolina y el gas, que se ha relegado su producción interna como consecuencia de las políticas de austeridad fiscal que vienen predominando desde 1983.

No se puede encarar el impacto que el alza de los precios de las gasolinas, del gas y de los alimentos importados, ni los rezagos productivos y escasez de productos, mientras las autoridades monetarias y hacendarias sigan actuando a favor del sector bancario-financiero con sus altas tasas de interés y la austeridad fiscal. Ello impide responder a los problemas que enfrentamos y de ahí la tendencia decreciente de la economía, la inflación y la pobreza creciente.

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