Un viejo refrán mexicano se refiere a quienes disponen del dinero de otros: “Hacen fiesta de lo ajeno.” Este refrán se puede aplicar muy bien a la desmedida voracidad de la que hacen gala las autoridades del país (no se escapa ninguna) en relación al reciente presupuesto autorizado para 2014, que asciende a 4 billones 700 mil millones de pesos; sí leyó usted bien: 4.7 billones de pesos.
No debe sorprendernos el manejo de los cuantiosos recursos públicos por parte de los “honestos representantes del pueblo mexicano”, empeñados en continuar con su noble labor de alcanzar el anhelado “crecimiento y desarrollo”; así, en el último año del gobierno de Vicente Fox, éste dispuso de 3 billones 338 mil millones de pesos. De los resultados todos somos testigos y víctimas.
El autonombrado “presidente del empleo”, Felipe Calderón, no se quedó atrás en eso del derroche, ejerciendo para los años que van de 2007 a 2012 la descomunal cifra de 10 mil 517 millones de pesos; aunque ya para concluir su periodo logró que la hermana de la caridad, perdón el Congreso de la Unión, le autorizará un “pequeño aumento”, y así concluyó su mandato con el despilfarro de 14 mil 85 millones de pesos; adiós al panismo.
El dinero gastado proviene de las políticas fiscales que, como siempre, no tocan a los poderosos barones del dinero (nacionales y extranjeros); a éstos no se les puede afectar, pues “son motores del cambio”; los otros, los asalariados incluyendo ahora diversos trabajadores de cuello blanco, son sacrificables, “por el bienestar de México.”
Tampoco importa a la burocracia neoliberal, que el desempleo siga reinando en nuestro país y si es que podemos confiar en las cifras del Inegi, sus últimas estimaciones arrojan 2 millones 800 mil mexicanos de todas las edades sin empleo. Las medidas para “erradicar para siempre del país desigualdades y marginaciones” (seguros de desempleo; ayuda para los sectores de más de 65 años; cruzada contra el hambre), no pasan de ser “buenas intenciones”, ya que sus resultados, como siempre, son… mínimos o fracasos estruendosos.
Así, entre un cúmulo de mentiras y derroche han transcurrido los gobiernos de los últimos años en México, lo que nos hace recordar lo señalado por Michelangelo Bovero, en una de sus intervenciones sobre el tema de la política: “Los que creen ser libres porque eligen a un jefe carismático, con este acto se vuelven esclavos y no se dan cuenta de eso. Es una forma de servidumbre humana”.
La inmensa mayoría que habita este país tiene la última palabra para continuar aceptando los eternos discursos de los mitómanos que se han adueñado del otrora México soberano.