Viernes, mayo 23, 2025

De soñar con ser Benito Juárez a terminar en prisión; el caso Marín, a 17 años del escándalo

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Una vez que Mario Marín Torres se instaló en la gubernatura de Puebla en 2005, con el apoyo del PRI, estaba listo para dar el siguiente paso: perfilarse para competir por la presidencia de México y conservar para su grupo político el Poder Ejecutivo estatal por lo menos cuatro sexenios.

Según los testimonios de periodísticas y políticos, Marín se había convencido a sí mismo y a sus más cercanos de que se convertiría en primer mandatario del país, en que sería un segundo Benito Juárez, con quien se sentía identificado por compartir un origen indígena que no bastó para atarlo a la pobreza y marginación de su lugar de nacimiento.

Marín es oriundo de un poblado del municipio de Coyotepec llamado Nativitas Cuautempan, ubicado a dos horas de distancia de la capital del estado, en la árida Mixteca poblana, donde la principal actividad económica la siembra de temporal y la fabricación de petates.

La historia del indígena popoloca cambió cuando decidió trasladarse a la ciudad de Puebla, donde boleó zapatos y vendió periódicos para continuar sus estudios, ya con la idea de seguir los pasos del Benemérito de las Américas.

Para abrirse camino en una sociedad que tiende a discriminar y excluir a los portadores de los rasgos y color de piel que a él lo distinguen, Marín no tuvo empacho en cometer actos ilegales, así lo aseguró el periodista Fermín Alejandro García en la columna “Cuitlatlán” titulada La soberbia hizo acabar a los marinistas presos o prófugos.

García afirmó que en el gobierno de Mariano Piña Olaya, Marín se encargó de hacer el “trabajo sucio”. Desde la Secretaría de Gobernación estatal reprimió movimientos sociales, espió a grupos de oposición y cometió fraudes electorales.

“A Marín se le tiene lealtad o se le tiene miedo”, admitió off the record un diputado local priista en la década de los 90 al autor de “Cuitlatlán”, antes de soltar: “¿Tú sabes cuántas vidas ha de deber Marín por todos los encargos que le han hecho desde el más alto nivel?, por eso nadie lo enfrenta”.

Una conversación entre dos hombres con poder

A los 51 años Marín ya había gobernado la ciudad de Puebla e iniciaba su sexenio como mandatario local cuando recibió una llamada telefónica que borró de golpe su sueño presidencial y que hoy lo tiene en prisión, enfrentado un proceso penal por el delito de tortura contra la periodista Lydia Cacho, por el cual podría permanecer encarcelado un máximo de 12 años de ser declarado culpable.

Se trató de una conversación privada entre dos hombres que en ese momento –finales de 2005— eran poderosos en sus respectivos ámbitos. Marín estaba en la cúspide de la clase política poblana, como titular del Poder Ejecutivo y “líder moral” de un PRI que llevaba 72 años gobernando el estado; Kamel Nacif en el empresarial, donde se le conocía como “El rey de la mezclilla”.

Las palabras que intercambiaron en esa llamada y que hizo públicas el periódico La Jornada el Día del Amor y la Amistad del 2006 exhibió a ambos de pies a cabeza.

Mario Marín: ¿Qué onda, Kamel?

Kamel Nacif: ¿Qué pasó? Mi góber, precioso.

Mario Marín: Mi héroe, chingao.

Kamel Nacif: No, aquí tú eres el héroe de esta película, papá.

Mario Marín: Pues ya ayer le acabé de dar un pinche coscorrón a esta vieja cabrona, que aquí en Puebla se respeta la ley y aquí no hay impunidad y que aquí quien comete un delito se llama delincuente, entonces que, que no se quiera hacer la víctima y no quiera estar aprovechando para hacerse publicidad. Ya le mandé un mensaje, a ver cómo nos contesta, pero es que nos ha estado jode y jode, pues que se lleve también su coscorrón ¿no? Y que aprendan otros cabrones y otras que no vamos a permitir estas cosas.

Kamel Nacif: Yo sé, pero estos cabrones siguen sacando mamadas y mamadas, pero yo hice una declaración, fui a la televisión, la pasaron aquí.

Mario Marín: Ah, qué bueno.

Kamel Nacif: Yo en el Milenio le dije, si lo quieres leer, en el de México, le dije, pus al señor gobernador no le tembló la mano.

Mario Marín: Claro, claro. No nos tiembla ni nos temblará.

Kamel Nacif: Pinche bola de ratas. ¿Qué han hecho? ¡Qué asquerosidad es esto!, ¿eh?

Mario Marín: Sí, sí, sí. No, se sienten dios en el poder.

Kamel Nacif: Así es. Yo te hablé para darte las gracias de lo que hiciste, que yo sé que te metí en un problema pero…

Mario Marín: No’mbre, a mí me gustan esos temas. Coincido contigo en que, jijos de la chingada. Digo… no somos santos, desde luego ¿no?, pero si alguien tiene pruebas que las presente y si no que se calle la boca.

Kamel Nacif: Y yo para darte un abrazo te tengo aquí una botella bellísima de un coñac que no sé adónde te la mando.

Mario Marín: Pues a Casa Puebla.

Kamel Nacif: Bueno, tengo una botella que te traje para mandártela, ¿órale?, ¿sale? ¿Si te la puedo mandar ahí?, ¿verdad?

Mario Marín: Desde luego, desde luego.

Kamel Nacif: Yo te la quería dar personalmente, pero estás todo ocupado.

Mario Marín: Ahí mándamela, ahí o a Casa Aguayo, donde se te haga más fácil.

Kamel Nacif: No, dónde tú me digas.

Mario Marín: Pues Casa Aguayo, para echármela.

Kamel Nacif: ¿Te la vas a echar? Está bien, entonces te voy a mandar dos, no una.

No hablaban de “botellas de coñac”, sino de niñas, acusan

Tres días después del escándalo que desató la información publicada por La Jornada, el subcomandante Marcos afirmó en una visita a Puebla que Nacif no hablaba de “botellas de coñac”, sino de niñas menores doce años que el empresario ofreció a Marín como regalo por ordenar la detención de Lydia Cacho el 16 de diciembre de 2005.

De hecho, Kamel Nacif solicitó la intervención de Marín debido a que la periodista lo vinculó a una red de pederastas en el libro Los demonios del Edén, razón por la cual presentó una denuncia en su contra en Puebla por los delitos de difamación y calumnias, derogados a nivel local en 2011.

El último que habló del tema fue el exmandatario local Luis Miguel Barbosa Huerta, quien aseguró en una conferencia de medios en julio de 2021 que “la historia negra de que al gobernador Mario Marín gustaba que le presentaran menores de edad es cierta”, pues dijo que “está tomada de los dichos de la gente que rodeó a Mario Marín (…) verdaderos proxenetas”.

El apestado de la política

Luego de que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó en noviembre de 2007 que no hubo violaciones graves a las garantías individuales de Lydia Cacho, por parte de ninguna autoridad de Puebla, Marín intentó recuperar su carrera política en más de una ocasión al sentirse exonerado por el máximo tribunal de justicia del país. Nunca lo logró.

Tras concluir su administración el 31 de enero de 2011 dejó pasar casi un año antes de buscar los reflectores de nueva cuenta el 10 enero de 2012 durante una visita a la capital del estado de Enrique Peña Nieto, entonces precandidato priista a la presidencia del país.

Una foto de Peña con Marín de ese encuentro bastó para que el primero fuera objeto de propaganda negativa en una segunda visita a la ciudad de Puebla que realizó en abril de ese mismo año, ya metido de lleno en la campaña electoral que lo instaló al frente del gobierno de la República. La imagen se instaló en un anuncio móvil con la siguiente leyenda: “Bienvenido Enrique, ¡tú eres el héroe de esta película papá!”.

La mofa le costó a Marín un exilio de seis años que terminó en 2018 con su participación en la campaña por una diputación federal de Ramón Fernández Solana, exdirigente estatal del desaparecido partido Redes Sociales Progresistas que fue secretario de Marín en su notaría.

El año siguiente, el 15 de marzo de 2019, Marín estuvo presente en la toma de protesta como candidato del PRI a la gubernatura de Alberto Jiménez Merino, quien formó parte de su gobierno como secretario de Desarrollo Rural.

Las incursiones en actividades políticas terminaron con la orden de aprehensión que giró en su contra un tribunal federal en Quintana Roo el 11 de abril de 2019, la cual se ejecutó el 3 de febrero de 2021, cuando Marín fue detenido en Acapulco, Guerrero, por elementos de la Fiscalía General de la República (FGR) por su presunta responsabilidad en el delito de tortura contra Cacho que lo llevó al Centro de Reinserción Social Benito Juárez de Cancún.

¿Qué tanto habrá impactado a Marín que la primera cárcel que pisó fuera una que lleva el nombre del político que fue motor de su carrera? Solo él lo sabe.

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