El 21 de febrero de 1848 fue publicado por primera vez en Londres, El Manifiesto del Partido Comunista (en alemán: Manifest der Kommunistischen Partei), muchas veces llamado simplemente el Manifiesto Comunista y que, a manera de un folleto de 23 páginas,
refleja las bases del marxismo con una visión materialista de la historia, el concepto de la lucha de clases y los modos de producción capitalista.
La trascendencia de este documento está en función de que motivó a que se generaran las revoluciones comunistas en todo el mundo.
Karl Heinrich Marx (1818 – 1883) y Friedrich Engels (1820 – 1895), en una relación de colaboración intelectual de lo más significativas de todo el siglo antepasado, marcaron un parteaguas en la historia de la humanidad. Escribieron juntos textos fundamentales, precisamente como El Manifiesto del Partido Comunista (1848) y La Ideología Alemana (1846), que fueron obras en las que plasmaron y sentaron las bases del materialismo histórico, compartiendo ideas sobre la lucha de clases, la crítica al capitalismo y la dialéctica como método de análisis.
Marx profundizó en la filosofía, la economía política y la teoría revolucionaria, mientras que Engels contribuyó con estudios empíricos al describir la situación de la clase obrera en Inglaterra y desarrolló la dialéctica materialista en obras como Anti-Dühring (en alemán: Herrn Eugen Dührings Umwälzung der Wissenschaft o La revolución científica del Señor Eugen Dühring) y El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado.
Engels fue hijo de un industrial y tuvo que trabajar en la empresa textil de su familia en Manchester para mantener económicamente a Marx, permitiéndole dedicarse a investigar y escribir su máxima obra titulada El Capital. Se apoyaron mutuamente en momentos de crisis personales y políticas. En una carta, Marx llamó a Engels su alter ego, es decir su otro yo.
Lo más llamativo de este dúo fue que mientras Marx se centró en el análisis económico y la filosofía política, Engels popularizó las ideas marxistas mediante textos accesibles, extendiendo los análisis a temas como la ciencia, la naturaleza y la familia desde el punto de vista del materialismo histórico. Fue gracias a este último que se pudieron editar y publicar los volúmenes II y III de El Capital partiendo de manuscritos inconclusos que hubieron de ser reordenados, después de la muerte de Marx.
Si bien compartieron pensamiento e ideas comunes, sus enfoques fueron distintos, ya que Engels estaba más interesado en las ciencias naturales y en aplicar el materialismo a ámbitos como la biología o la antropología; mientras que Marx se enfocó esencialmente a la economía política y la crítica filosófica. De hecho, Engels simplificó las ideas de Marx y sus aportes fueron esenciales para consolidar el marxismo como corriente política y científica.
Definitivamente su vínculo fue una simbiosis única ya que, sin Engels, Marx no habría podido desarrollar su obra magna y sin Marx, Engels no habría alcanzado la profundidad teórica que lo define, haciendo que los conceptos tan complejos de su amigo, fuesen accesibles. Juntos, revolucionaron el pensamiento político y social
El Manifiesto del Partido Comunista (1848) y El Capital (Das Kapital, 1867) son obras fundamentales indivisibles, pero cumplen propósitos distintos y se complementan en su análisis del capitalismo y su crítica al sistema. El manifiesto es un texto político y programático, breve y accesible, escrito para movilizar a la clase obrera. Expone de forma sintética las bases del materialismo histórico, la lucha de clases y la necesidad de una revolución proletaria. Contrariamente, El Capital es un tratado económico-filosófico denso y técnico, centrado en desentrañar las leyes internas del capitalismo. Analiza en profundidad conceptos como plusvalía, mercancía, explotación y acumulación de capital.
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Usa un enfoque científico y académico, basado en datos históricos y ejemplos concretos.
Ambos textos denuncian la explotación de la clase obrera; pero en El manifiesto se describe cómo la burguesía extrae riqueza del trabajo proletario, mientras que, en El Capital, Marx demuestra matemáticamente la plusvalía (valor no pagado al trabajador), que es la base de la acumulación capitalista.
El Manifiesto es la lectura obligada para comprender la orientación política del marxismo, mientras que El Capital es su base teórica y económica. Sin el segundo, el primero sería un llamado vacío y sin el primero, el segundo carecería de ser una verdadera fuerza transformadora.
He de confesar que la lectura de El Capital ha sido inaccesible para mí, contrariamente a El Manifiesto del Partido Comunista, que desde el principio es de una lectura particularmente fácil y sorprendentemente reveladora.
Resulta inverosímil que, en nuestro medio, abundan las personas que critican el pensamiento marxista sin tener ni siquiera remotamente una idea de lo que, esta pareja de pensadores geniales, crearon. Vale la pena invitar a todo el mundo a leer ese documento de 23 páginas que, independientemente de las ideas que provoquen, podrán comprender en dónde radica la fuerza avasalladora que provocó el moldeado de pensamiento en los individuos del siglo antepasado, hasta el presente y por supuesto también en el futuro.
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