En 1959, en el gobierno de Adolfo López Mateos, se creó la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos con el propósito de editar y distribuir libros de texto gratuitos para niños y maestros de educación primaria. La respuesta del Partido Acción Nacional, la Unión Nacional Sinarquista y la Unión de Padres de Familia (UNPF) fue inmediata y brutal, apoyada con ímpetu por la gran prensa y los medios de difusión masivos. La consigna era “cristianismo sí, comunismo no”. Entonces, como ocurre ahora, se trataba de una campaña encabezada por la Iglesia Católica y la inefable UNPF contra los libros de texto gratuitos, cuyo principal objetivo no eran los libros, ni mucho menos la educación en sí, sino el rechazo orquestado contra un proyecto educativo que impulsaba la educación laica y la defensa del artículo tercero constitucional, por considerarlos instrumentos de adoctrinamiento comunista y de lavado de cerebro de los infantes. Esta oposición, afectaba las oportunidades para que hijos de trabajadores pudieran acceder de manera gratuita a una educación con libertad y con una mentalidad abierta, no confesional. Ahora, dos representantes de la burguesía, Salinas Pliego y Claudio X. González, mediante una campaña escandalosa, abiertamente amarillista y en franca provocación política, utilizaron la empresa Televisión Azteca para poner sobre la mesa de análisis el papel que juegan ese tipo de empresas que operan mediante concesiones del Estado mexicano, cuyo accionista mayoritario es Ricardo Salinas Pliego. Estos magnates, centran sus esfuerzos hacia predicciones futuristas de que “a río revuelto…”. Saben que la beligerancia como estrategia de ultraderecha con toques de fascismo, puede convertirse en un medio eficaz para apuntalar la defensa de sus intereses y a sus títeres políticos rumbo a la carrera presidencial, de modo que decidieron usar su cobertura mediática para restablecer sus deseos de recuperar el control total de las políticas estatales.
El conductor del principal programa informativo de TV Azteca, Javier Alatorre, alertó del peligro proveniente del virus comunista: “su resurgimiento está en la educación comunista que la Secretaría de Educación Pública busca imponer a las niñas y a los niños de México (…) Estamos ante una conspiración fraguada por comunistas, por comunistas trasnochados”. En otros segmentos de la programación de esa televisora, se reprodujo la misma alarma ante el peligro comunista. Dando así, un salto al pasado. La operación mediática va contra los libros de texto gratuitos y contra funcionarios específicos, como Marx Arriaga, director de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, y Luciano Concheiro, subsecretario de la misma SEP.
Pero, más allá de ese blanco, los disparos concertados de TV Azteca van contra el Presidente de la República. En momentos de tensión política en ascenso, golpean a la administración saliente, se colocan del lado de la derecha y ultraderecha, ahora usando el tema para ”venezolizar” el escenario electoral y adelantar deseadas cartas de negociación con Palacio Nacional, que no ha cedido en el proceso del cobro justo de los adeudos de las empresas del Grupo Salinas.
La verdadera coyuntura que se abre con la Nueva Escuela Mexicana, no radica en la sustitución de unos libros por otros. Más bien en la oportunidad histórica que tienen las resistencias magisteriales de hacer valer la autonomía docente y continuar construyendo desde abajo, la educación popular y pedagogías críticas, cuyas experiencias regionales y comunitarias, así como sus materiales alternativos, que fueron prohibidos y criminalizados en otro tiempo por el Estado.
