Empeñada la oposición en obstaculizar los planes y proyectos de la Cuarta Transformación y sus gobiernos, volviendo la cara hacía otro lado esconden deliberadamente los logros alcanzados en la gestión de Andrés Manuel López Obrador y, ahora, de la Presidenta, Claudia Sheinbaum. Pero lo que no han podido ocultar es la información proporcionada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), sobre la reducción de la pobreza en México (La Jornada, 14–08–2025: p. 17–20).
El Inegi, utilizando por primera vez una metodología para medir la pobreza multidimensional, que contempla no sólo los ingresos monetarios, sino también el derecho a servicios sociales como vivienda, servicios de salud y educación, concluyó que entre 2018 y 2024 en el país superaron su situación de pobreza 13.4 millones de personas, que resultó la mayor reducción de la pobreza que en los últimos cinco sexenios de la oscura fase neoliberal. Esta situación significó que si en el sexenio de Carlos Salinas la población en situación de pobreza ascendía a 52.4 por ciento de la población total del país y al final del sexenio de Enrique Peña Nieto era 50 por ciento, una reducción de apenas 2.4 por ciento en 30 años; en cambio, en el gobierno de AMLO la disminución fue notable pues la población en pobreza cayó a 29.6 por ciento del total, lo cual confirma lo que hace unas semanas el Banco Mundial había concluido; “Entre 2018 y 2023 México fue el país de América Latina con mayor reducción de la pobreza.”
A pesar de la incomprensión de los conservadores sobre el significado de esta situación, AMLO puso en marcha una política social bajo el lema “por el bien de todos primero los pobres”, que ha dado sus frutos pues no es sencillo lograr que 13.4 millones de personas salgan de la pobreza.
Los pilares de la política social puesta en marcha con el triunfo de la Cuarta Transformación son cinco: I) la puesta en marcha de 16 programas, que han logrado elevar el bienestar social; II) la política salarial que ha permitido elevar, en términos reales, 116.4 por ciento el salario mínimo; III) las transferencias monetarias, que fortalecen el mercado interno y evitan el cierre de las pequeñas y medianas empresas, que proporcionan 80 por ciento del empleo en México; IV) las remesas, que aumentan el ingreso de varios miles de familias de zonas pobres; V) la inversión en obras de infraestructura social y productiva que, en el primer caso, mejoran la eficiencia de los servicios sociales (agua, salud, servicios comunales, etcétera) y, en el segundo, elevan la eficiencia del proceso de producción y movimiento de bienes y servicios.)
La estrategia de la Cuarta Transformación para combatir la pobreza y elevar el bienestar de los grupos más vulnerables funciona, a pesar de los malos augurios de la oposición que insistía en que esa política provocaría un proceso inflacionario, o por lo menos aumentará la deuda, pues los ingresos fiscales no alcanzarían a cubrir el gasto; pero nada de esos hechos catastróficos ha ocurrido. ¿Cómo fue? Se acabaron los beneficios fiscales, se combatió la corrupción y hay austeridad gubernamental; se logró la eficiencia en el gasto y no hay inflación ni endeudamiento: la población en situación de pobreza disminuyó como nunca.
Al éxito de la política de bienestar la llamó la Presidenta de la República “hazaña de la Cuarta Transformación” y una muestra de que el camino del humanismo mexicano si funciona por lo que, afirmó, se mantendrán los 16 programas sociales prioritarios integrantes de la política de bienestar, así como los apoyos a esa política.
El camino está trazado, hay que seguirlo pues aún falta mucho por hacer. Por fortuna, la Presidenta ha mostrado capacidad y firmeza en la conducción del gobierno y seguramente habrá cada vez menos pobres. Por lo menos eso esperamos.


