El asunto no es que las cosas se hagan bien, sin errores, la intención de la derecha conservadora sobre los libros de texto gratuito es que sus contenidos sean producto de su forma de pensar, su cerrazón decimonónica y moral religiosa. Y eso no puede ser así. Desde los inicios de este proyecto en el periodo de Jaime Torres Bodet como Secretario de Educación, levantaron la voz, se movilizaron e intentaron boicotearlos.
Ahora no están haciendo nada nuevo, siguen igual, pero ahora a más de sesenta años de distancia, como si el tiempo no hubiera pasado, como si México no fuera diferente, como si no se hubiesen adquirido nuevas características, como si el grupo en el gobierno no hubiese cambiado, para ser otro, antípoda, en mucho.
Verbalizan igual, hacen y levantan las mismas acusaciones de antaño que, con los contenidos de los libros de texto actuales, se pretende inocular el virus del comunismo en los mexicanos. Les es muy fácil descalificar, pero no argumentar. Pretenden asustar con el petate del muerto, promueven el miedo con algo que es completamente falso. Para ellos, ni en el periodo donde privó el nacionalismo priísta fue suficiente. Nunca estuvieron satisfechos, porque su postura era completamente obtusa, como lo es hoy y por ello inadmisible.
No hay afán inclusivo, no hay tolerancia, ni aceptación de que puede haber otros que pueden pensar distinto a ellos, o en todo caso, no aceptan otras formas de pensar, sino que, por, sobre todo, quieren imponer su forma de pensar. Olvidan que por algo la mayoría de los mexicanos no votaron por ellos y que, a diferencia de su modo de pensar, los demás mantienen una postura más abierta, congruente con lo que es México en el aquí y ahora.
Mucha estridencia ha habido. Para ello habría que a ver escuchado y observado en TV Azteca a Javier Alatorre, que como fiel cancerbero ha construido una inmejorable pieza anticomunista, digna de los tiempos del senador McCarthy a principios de los cincuenta del siglo pasado.
Afortunadamente, empieza a difundirse y a prender en los mexicanos, la libertad para pensar con cabeza propia, para decidir sobre los aspectos que son de su interés, para aceptar versiones distintas a las llamadas historias oficiales, pero, sobre todo, tener claro que nuestro país es complejo, diverso, plural, sin pensamientos únicos.
Ya pasó el tiempo en que el comunismo era algo alejado, venido de lejos (ideas extranjerizantes, decían), cómo si la mayoría de las religiones y formas de pensar fueran todas nativas y, por nuestra parte, hubiese una infranqueable barrera que impidiese contaminar las buenas conciencias mexicanas. Ahora, empieza a prevalecer el pensamiento crítico y la aceptación de que puede haber personas que no piensan igual que nosotros. Por ello, la nueva (y vieja también) pretensión de la derecha mexicana no pasará.
Sin embargo, aún todo lo anterior, no se justifican las pifias, como la fecha de nacimiento de Benito Juárez, pues sirve para darle pretextos a la derecha.